Los Doce Césares

Los Doce Césares.

Seutonio.

Este libro es la narración puntual de lo que ocurre cuando el exceso de poder gobierna a los mandatarios de un Estado. La forma en la que los excesos y los placeres se desarrollan sin límites. El grado máximo de depravación que acontece en una ciudad, cuando el poder enferma a sus dirigentes y se enfocan a las más bajas perversiones. Llegando a un punto en que ya nada los satisface y todo parece ser tan normal cuanto más enfermo y patológico sea.

La muestra de que pasa cuando el gobernante pierde las cuatro virtudes del Estado y del gobernador perfecto: prudencia, valor, templanza y justicia, de las que Platón hablaba.

Seutonio estructura la narración de los doce emperadores que guiaron al Imperio romano hacía su desplome, dando a conocer el origen de cada uno de éstos , su acenso al poder, la enfermedad con este poder, las políticas particulares impuestas y su muerte.

Es importante resaltar que a pesar de la distancia entre este escrito y la realidad actual, se puede ubicar a diversos gobernantes actuales con cualquiera de los 12 emperadores, ya que al igual que ellos, el poder los ha enfermado.

Cayo Julio César.

Se resaltó por su desempeño político y militar, “no dejó escapar ninguna oportunidad de hacer la guerra, por injusta y peligrosa que fuese, atacando indistintamente a los pueblos aliados y a las naciones amigas”. Perdiendo sólo tres veces. Se enfocó en cultivar un gran ejército, detectando a los jóvenes gladiadores con potencial, y apoyando su educación en casas particulares con los gladiadores romanos expertos. Se le atribuye la frase, “Veni, Vidi, Vinci (llegué, vi, vencí)”.

Se encargó de hacer a los magistrados sus fervientes servidores debido a los múltiples favores que éstos le debían.

Otorgó al pueblo como entretenimiento, los combates entre gladiadores, representaciones en todos los pueblos de la ciudad de actores de diversos países y en varios lenguajes, juegos de circo, luchas de atletas y simulacros de combates navales.

Planeó su gobierno en función de la implementación de una República, dando al pueblo el derecho a la elección en los comicios. Los candidatos a elección los decidían entre el pueblo y él.

Aumentó los castigos a diversos crímenes, les decomisaba sus propiedades a los parricidas y la mitad de sus bienes a los demás crímenes.

Estableció impuestos a las mercancías extranjeras.

Se caracterizó por una afición al lujo y a la magnificencia. Se comenta que corrompió a diversas mujeres de buena posición, pero a la que amó por completo fue a Cleopatra.

Sus excesivas guerras, su mala administración del Estado y sus múltiples excesos lo hicieron perder toda la fortuna que poseía, recurriendo a la rapiña y a la confiscación de bienes a diestra y siniestra.

Octavio Augusto.

Restauró la República, dando el poder al Senado en papel, pero en la realidad él tenía el poder completo. Para la protección de la República, armó un ejército de veteranos que tenía múltiples beneficios.

Impuso sangrientos castigos a los prisioneros más ilustres.

En su insistencia por instaurar la República, dio el poder a un excesivo número de senadores, mas de mil, de los cuales no todos cumplían con su función. Tuvo que realizar dos elecciones para depurar este grupo y mantener sólo aquellos elementos que le eran de utilidad.

En su insistencia por que el pueblo participara en la construcción y funcionamiento de la República, creo nuevos oficios: la vigilancia de obras públicas, de caminos, de acueductos, de la distribución de trigo al pueblo, entre otros.

Dio brillantes y numerosas pruebas de clemencia y afabilidad.

El pueblo le otorgó el título del Padre de la Patria.

Se caracterizó por llevar una política de discriminación, “a los enanos, contrahechos y deformes los detestaba como burlas de la Naturaleza y objetos de malos presagios”.

Tiberio Nerón.

Al inicio se caracterizó por una vida llena de sencillez, se reusó a utilizar el título de emperador y el de Padre de la Patria. Ni siquiera usó el nombre que por herencia le correspondía, Augusto.

Su gobierno se fundó con la idea de libertad en ideas y pensamiento. Devolvió al Senado y a las magistraturas los privilegios que formaban la grandeza de esta institución en gobiernos pasados. Se apoyaba en el Senado para todas sus decisiones, sin importar el tema del que se tratase.

Redujo el presupuesto para juegos y espectáculos. El Senado se hacía cargo de los impuestos y del precio anual de los alimentos.

Prohibió la costumbre de besarse todos los días y dio el poder al consejo familiar de juzgar e imponer el castigo que consideraban para las mujeres adulteras.

Censuró las ceremonias extranjeras y desterró a los astrólogos. Reprimió los tumultos populares y se enfocaba en evitarlos.

Se da cuenta de las perversiones que practicaba y que era llevada a un límite desconocido.

La depravación y la ambición lo caracterizaron.

No se tentó el corazón para matar a quién se le antojaba, incluso a su propia sangre. Amparado en la creencia de que con estos actos mantenía el orden.

Cayo Calígula.

El sobrenombre de Calígula era un mote militar y le fue aplicado a causa de un calzado de soldado que había usado en su infancia en los campamentos.

Tenía una obsesión por ser sumamente popular, y se caracterizaba por un ego

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