Los valores en Hipólito de Eurípides aplicados al presente
Enviado por mariana2499 • 1 de Mayo de 2018 • Ensayo • 1.606 Palabras (7 Páginas) • 150 Visitas
Mariana González Aguirre
Flor Moreno Salazar
Modelos Literarios Clásicos
21 de noviembre de 2017
Los valores en Hipólito de Eurípides aplicados al presente
Producida en las Dionisias de Atenas en el año cuarto de la olimpiada ochenta y siente, es decir 428 a.C., Hipólito de Eurípides es una de las tragedias más importantes en la historia de Grecia por el reconocimiento que obtuvo en su época como parte de una trilogía. Su estructura es sencilla: prólogo, episodio, éxodo y la parte coral; sigue las divisiones creadas por Arquíloco de estrofa y antiestrofa y gracias a la aportación de Esquilo, la obra cuenta con personajes secundarios como lo es Fedra, dando así, prioridad al diálogo.
Los griegos utilizaban la poesía para imitar acciones, es decir, utilizaban la mímesis; a diferencia de la comedia, que imitaba a la mejor versión del hombre, la tragedia imitaba de manera seria, en verso, ditirambo, con discurso, alabanza pública o comentarios del momento, a individuos peores.[1]
En comparación con Esquilo o con Sófocles, Eurípides utiliza una lexis sin censura y como consecuencia, la obra en su primera versión, conocida como Hipólito el velado, fue un mediano fracaso; de hecho, Aristófanes en su comedia Las ranas, llegó a decir que Fedra era una mera prostituta. Tiempo después, Eurípides volvió a escribirla poniendo a ese personaje menos áspero, logrando así ganar el primer lugar cuando concursó con ésta, ya con el subtítulo cambiado a Hipólito Coronado, o simplemente Hipólito.
Para Aristóteles, una tragedia debía contener un lenguaje sazonado, o sea, debía estar compuesto por ritmo (metro), canto y armonía (música); y las partes que delimitaban a este género lo eran la peripecia, el reconocimiento y el padecimiento.
La obra se desarrolla en Trecén e inicia con un prólogo que corre a cargo de la diosa llamada Cipris, quien, según Hipólito, es la más detestable de entre todas las diosas. Los versos siguientes se le atribuyen a Hipólito y al coro suplicante que lo acompaña, pero no es sino hasta el verso 121 que entra el coro principal, que a su vez se divide en estrofa y antiestrofa. De aquí en adelante, la encargada de contar el nudo y desenlace[2] es Fedra, esposa de Teseo y madrastra de Hipólito, atormentada y “enferma” por estar enamorada forzadamente de este último personaje. Esta desdicha es la que da lugar a que Teseo, padre de Hipólito pida que castiguen con una lamentable muerte a su hijo. Todo este myhos es desencadenado, simplemente, por la ira, soberbia y envidia de Afrodita.
La peripecia la encontramos en el momento en el que la nodriza de Fedra, tratando de aliviar todos los males de su protegida, revela a Hipólito los verdaderos sentimientos de su ama; sin embargo, en lugar de causar alivio, el enojo y la molestia invaden a Hipólito, vástago de la difunta Amazona Hipólita.
Es aquí cuando empieza el padecimiento. Tras salir Hipólito de escena, se narra como Fedra opta por matarse para así acabar con su sufrir. Teseo encuentra junto al cadáver una nota donde Fedra confiesa haber amado a su hijastro y por ello decide desterrar a Hipólito. Una vez lejos de su hogar, Posidón[3] lo aniquila por petición de Teseo.
La anagnórisis, o reconocimiento, se hace a partir de los versos en los que Ártemis revela a Teseo con detalles, la verdad de la muerte de su esposa. Agobiado por la triste realidad, promete realizar un festín en nombre de su queridísimo hijo y así finalmente, Eurípides concluye con esta obra.
A lo largo del mythos, la hybris, tanto de Hipólito como de Fedra, tienen un lugar protagónico como los mismos personajes. La hamartía que dio paso a dichos acontecimientos es narrada por Afrodita desde el prólogo, dando a entender que el culto exclusivo a Ártemis[4] por parte del hijo de Teseo será causante de todos sus males. En cuanto a Fedra, la situación es más sencilla y hasta misógina para algunos estudiosos; sin embargo, muchos otros han dado a entender que aquel dialogo entre la nodriza e Hipólito en donde éste le explica que la mujer, específicamente la sabia, siempre se estará enfrentando ante un padecimiento, en realidad no es una generalización ante las mujeres, sino una manera indirecta de decir que Fedra tendrá que ser víctima de la situación en la que se encuentra; no obstante, es de llamar la atención que, al igual que en otras culturas o religiones, la mujer es objeto de mera debilidad y sufrimiento.
La hybris dentro de esta obra, que hoy podríamos identificar como las pasiones de erotismo, lujuria, ira y castidad, han definido el actuar de los hombres durante toda su historia. Desde las tragedias griegas vemos cómo estas pasiones, al igual que el ethos, influyen en los hombres y en lo que depara su destino. Lo anterior revela que desde las primeras sociedades el hombre intentaba identificar las características de la personalidad y el carácter, así como el papel que estos valores jugaban en las relaciones entre individuos y colectivamente.
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