Popol Vuh
Enviado por updaluyas • 26 de Febrero de 2014 • 6.735 Palabras (27 Páginas) • 245 Visitas
INTRODUCCIÓN
El Popol-Vuh, (en quiché “Libro del Consejo” o “Libro de la Comunidad”), es el libro sagrado de los indios quicés. Este libro nos confirma que las culturas del nuevo mundo no estaban tan retrasadas como se había creído.
Esta obra fue descubierta por Francisco Jiménez en 1,701, quien encontró el manuscrito original y realizó una fiel traducción del mismo.
En el presente trabajo se realiza un resumen de cada uno de sus capítulos, agrupados en cuatro partes.
En la primera parte se narra la creación del universo: de los animales, los árboles, las montañas, los ríos, etc.
En la segunda parte se narran las aventuras de dos dioses gemelos: Hunahpú e Ixbalanqué.
En la tercera parte se cuenta la creación de los hombres de maíz y en la cuarta parte se presenta un relato sobre el origen de las tribus que originaron el pueblo maya-quiché.
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PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I
(Creación de la Tierra)
Al principio de la creación, todo estaba en calma, todo inmóvil y vacía la extensión del cielo. Solo existían el cielo y el mar en calma. Sólo había silencio en la oscuridad. Sólo el Creador, el Formarod, Tepeuc, Gucumatz, (los Progenitores) estaban en el agua rodeados de claridad, ocultos bajo plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz.
Los Progenitores hablaron entre sí y acordaron, junto con el Corazón del Cielo, se llamaba Huracán, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron crear y hacer crecer los árboles y bejucos.
Hicieron que el agua se retirara y que surgiera la tierra y se afirmara.
Tierra!, dijeron, e instantáneamente fue hecha. Surgieron las montañas, brotaron los árboles, se dividieron las corrientes de agua.
Así fue la creación de la Tierra, que fue formada por el Corazón del Cielo.
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CAPÍTULO II
(Creación del hombre de madera).
Los Progenitores hablaron y acordaron crear a los animales . Así lo hicieron, y al mismo tiempo les asignaron su lugar para vivir a cada especie.
A los animales les fue ordenado que hicieran lo que debían hacer. Que emitieran el sonido respectivo de cada especie. Después les ordenaron que invocaran y adoraran a los Progenitores, pero esto no fue posible pues solo chillaban, cacareaban y graznaban. Todos gritaban de manera diferente.
Cuando vieron que no era posible que hablaran, se dieron cuenta que no estaban bien, entonces les dijeron a los animales que se fueran a los barrancos y bosques por no poderlos adorar. Y acordaron hacer otros seres obedientes que sí pudieran hacerlo.
Decidieron entonces probar otra vez. Crear seres que los invocaran para ser recordados sobre la tierra. Entonces de lodo hicieron la carne del hombre, se deshacía, estaba blando, sin movimiento, sin fuerza; no movía la cabeza. Entonces deschicieron su obra. Consultaron nuevamente ahora con los abuelos Ixpiyacoc e Ixmucané y acordaron hacer muñecos de madera.
Así lo hicieron, podían hablar y poblaron la tierra. Pero no tenían alma y no se acordaron del Creador, del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
Estos fueron los primeros hombres que existieron en gran número sobre la tierra.
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CAPÍTULO III
( La ruina de los hombres de palo).
Los hombres de palo fueron destruidos, recibieron la muerte con una inundación que envió Corazón del Cielo.
Les vaciaron los ojos, les cortaron la cabeza y devoraron sus carnes. Magullaron sus huesos, todo como castigo por olvidarse de Corazón del Cielo.
Entonces, los animales pequeños y grandes, palos y piedras los golpeaban y les reclamaban por maltratarlos. Sus comales y ollas les reclamaban por quemarlos, y entre todos destrozaron sus caras.
Desesperados, los muñecos de palo querían subirse sobre las casas, pero éstas se caían y los tiraban al suelo. Querían subirse a los árboles, pero éstos los lanzaban lejos. Querían entrar en las cuevas pero éstas se cerraban.
Dicen que la descendencia de estos muñecos de palo son los monos de los bosques. Por eso el mono se parece al hombre.
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CAPÍTULO IV
(Vucub-Caquix se engrandecía).
Había entonces muy poca claridad sobre la tierra. Aún no existía el sol. Pero había un ser muy vanidoso, se llamaba Vucub-Caquix.
Él decía: “yo seré grande sobre todos los seres creados. Soy el sol, soy la claridad, la luna” , pero en realidad no era cierto, y, como el sol y la luna aún no habían manifestado su claridad, por eso Vucub-Caquix se engrandecía y quería dominar.
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CAPÍTULO V
(Inicio de la derrota de Vucub- Caquix).
La derrota y ruina de Vucub-Caquix fue causada por dos muchachos que eran dioses, se llamaban Hunahpú e Ixbalanqué. Ellos pensaron que no estaba bien que Vucub-Caquix fuera tan malo y soberbio. Así, planearon dispararle con la cerbatana cuando Vucub-Caquix estuviera comiendo. Pensaron que así le causarían enfermedad y se acabarían sus riquezas que tanto le enorgullecían.
Así lo acordaron y se marcharon con sus cerbatanas al hombro.
Ahora bien; Vucub-Caquix tenía dos hijos: Zipacná y Cabracán. La mujer de Vucub-Caquix se llamaba Chimalmat.
Zipacná creó los grandes montes y su hermano Cabracán los movían y por él temblaban las montañanas.
Tanto Vucub-Caquix como sus dos hijos se vanagloriaban y le disputaban su grandeza a su padre.
Por esto Hunahpú e Ixbalanqué decidieron destruirlos.
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CAPÍTULO VI
(Muerte de Vucub-Caquix).
Vucub-Caquix cada día iba a un gran árbol de nance, esta fruta era su comida. Así que Hunahpú e Ixbalanqué lo esperaron al pie del árbol, escondidos entre las hojas.
Cuando Vucub-Caquix subió a lo alto del árbol, Hunahpú disparó un tiro con su cerbatana hiriéndole en la quijada, y dando gritos Vucub-Caquix se hacia abajo, directo al suelo. Entonces, cuando Hunahpú intentó apoderarse de Vucub-Caquix, éste le arrancó el brazo y se lo llevó a su casa. Él esperaba que los dos muchachos fueran a buscar el brazo.
Hunahpú e Ixbalanqué fueron a hablar con una anciana y un anciano, humildes, y les pidieorn que les acompañaran a traer el brazo a casa de Vucub-Caquix fingiendo ser sus abuelos. Se fueron y encontraron a Vucub-Caquix con un inmenso dolor de muelas a causa del disparo con cerbatana. Los ancianos fingieron ser curanderos y Vucub-Caquix aceptó que le sacaran todos los dientes, y en vez de éstos le pusieron granos de maíz blancos y no dientes de hueso molido como le habían dicho que le pondrían.
Por último fingieron curarle los ojos reventándole las niñas de los ojo. Así le quitaron sus riquezas que tanto le enorgullecían.
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