Prueba De Los Hijos Del Vidriero
Enviado por martamaximiliano • 7 de Junio de 2013 • 557 Palabras (3 Páginas) • 1.677 Visitas
Klas y Klara son los dos hijos del vidriero de Nöda, en Disenberga, un pueblo viejo y pobre que ya no existe.
A corta distancia del pueblo vivía una misteriosa anciana llamada Aleteo Brisalinda. Aleteo porque siempre llevaba una gruesa capa con una esclavellina color añil y Brisalinda porque la gente creía que su presencia era señal segura de vientos templados y suave deshielo. La gente suele tener como mascota perros, gatos, tortugas,... pero Aleteo tenía de mascota a un viejo cuervo llamado Talentoso. A Talentoso le faltaba un ojo desde hacía mucho tiempo. Antes, cada ojo tenía una visión de distinta clase. Uno, era el ojo diurno. Con él veía la luz y los colores cálidos. La alegría de vivir, las sonrisas, los pensamientos alegres de la vida. El otro, era el ojo nocturno. Con él veía todo a la luz de la luna: la oscuridad, los pensamientos tristes. Talentoso había perdido el ojo nocturno. Y, por supuesto, había cambiado su forma de ser. Ahora todo lo veía de color de rosa. Y, a veces, eso no es positivo.
Pero volvamos a Klaus y Klara. Se acercaba la fería de Otoño y como todos los años Albert, el padre de Klaus y Klara, alquilaba un puesto en la plaza del mercado con techumbre de madera. Pero nadie les compraba nada. La gente se detenía un buen rato ante los artículos de cristal de Albert, y compraban los de su vecino. Así fue durante todo el día hasta que todo cambió. Un hombre, de apariencia noble (por su ropa, su manera de andar, sus ademanes) se paró enfrente del puesto. Entonces, comenzó a adquirir numerosos artículos a Albert, solo señalándolos con su bastón, sin decir nada.
Para celebrarlo Albert le regala a su esposa un anillo que le compra a un misterioso duende. Aleteo al ver el anillo en el dedo de Sofía, la esposa de Albert, le advierte que si algún día le sobrevenía una desgracia, le hiciese llegar ese anillo, estuviera donde quiera que estuviera.
Y la desgracia sobrevino... Aquel hombre que compró tantos artículos a Albert, secuestra a Klaus y Klara.
Les lleva a una ciudad extraordinaria que tampoco existe ya: La ciudad de todos los deseos. El señor de esta ciudad, los ha secuestrado como regalo para su bella y desgraciada esposa. Puesto que esta señora lo disponía todo: belleza, riqueza y poder. Y su esposo satisfacía hasta sus más mínimos deseos. Pero ella era desdichada. "¿De qué sirve querer algo si todos mis deseos se ven satisfechos?", o: "¿No te das cuenta de que cuando vienes con todos tus regalos se acaban mis deseos?", decía a su esposo.
Así, Klaus y Klara se ven encerrados en una extraña mansión con unos más extraños personajes. Tendrán que usar todo su ingenio y su imaginación para poder escapar de allí, no sin la ayuda de de una bruja benefactora y su peculiar mascota.
Fragmento:
La Casa estaba llena de largos corredores y enormes habitaciones.
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