Reporte La Odisea
Enviado por eduartoga • 18 de Junio de 2013 • 4.125 Palabras (17 Páginas) • 382 Visitas
REPORTE DE LECTURA
LA ODISEA
Rapsodia I
Concilio de los Dioses. Exhortación de Atenea a Telémaco.
En esta primera parte, se habla de cómo Odiseo se encontraba lejos de su ciudad y su familia, en un cueva retenido por la ninfa Calipso quien deseaba convertirlo en su esposo.
También se menciona que aún en su regreso se encontró con ciertas pruebas, pues a pesar de que los Dioses habían sido quienes decidieran dejarlo libre y que volviera con su familia, Poseidón no podía perdonarlo y mostró su rencor hasta que Odiseo regresó a su tierra. Tal era el enojo de Poseidón, que cierto día que los Dioses se reunieron en el Palacio del Zeus Olímpico, él se dirigió con los etíopes a Hipeirón, donde comenzó a hablar haciendo referencia a Egisto, quien acababa de matar a Orestes hijo de Agamenón, mencionó que a Egisto ya se le había advertido de que no pretendiera a Atrida la esposa de Orestes, pues habría una venganza por parte de este.
Fue entonces, que Atenea le respondió diciéndole que la muerte de Egisto había sido justa. Sin embargo, era por Odiseo por quien se encontraba conmovida. Le explicó que Odiseo se encontraba lejos en una isla rodeada de la corriente de mar atrapado por la diosa, hija de Atlas quien tenía las intenciones de hechizarlo para que olvidara a Ítaca. Finalmente le preguntó si tal hecho no lo conmovía y cuál era el motivo de que le guardara tanto rencor.
Zeus le respondió que no se había olvidado de Odiseo pues él siempre había sobresalido entre los demás hombres por su astucia y por haberle ofrecido víctimas a los Dioses; sin embargo, era Poseidón quien le guardaba un fuerte rencor a causa de haber cegado al cíclope, Polifemo, hijo de la ninfa Toosa y esta de Forcis que se unía a Poseidón en su cueva. Por tal motivo era que Poseidón no se atrevía a matar a Odiseo pero le ponía un sinfín de pruebas, así que propuso a todos los Dioses presentes permitir su regreso y que Poseidón siguiera con su enojo pues aún así no podría competir contra todos los demás Dioses.
Nuevamente, Atenea se refirió a él diciéndole que si los dioses estaban de acuerdo entonces mandaran a Hermes, el vigilante Argifonte, para que avisara a la Ninfa el regreso de Odiseo. De igual manera, mencionó que ella se presentaría en Ítaca para darle valor a Telémaco, hijo de Odiseo, y que este pusiera fin a los pretendientes de su madre, igualmente lo enviaría a Esparta y a Pilos a investigar sobre el regreso de su padre. Mientras decía esto, Atenea se ataba hermosas sandalias inmortales y doradas que la ayudarían a emprender su vuelo, de igual modo tomó una lanza con la punta guarnecida de agudo bronce, pesada, grande, robusta.
Así Atenea llegó a Ítaca, a la casa de Odiseo, donde se encontró con los dichosos pretendientes sentados sobre pieles de bueyes que ellos mismos habían sacrificado, mientras los sirvientes les escaseaban vino, limpiaban y distribuían la carne. Entonces, Telémaco diferenció entre todos a Atenea, se dirigió hacia ella, la tomó de la mano y le quitó su lanza de bronce; en seguida le dio la bienvenida a su casa y le ofreció del grandioso banquete para que después le dijera cuál era el motivo de su presencia.
Telémaco condujo a Atenea hasta un sillón y le extendió un tapiz bordado bajo sus pies. Una esclava se acerco con el aguamanos y la derramó sobre una jarra de plata para que pudiese lavarse, luego el ama de llaves puso comida sobre la mesa y se le ofreció todo tipo de carnes. En seguida entraron los pretendientes que también se lavaron, bebieron y comieron; y una vez saciada el hambre y sed se ocuparon del canto y la danza. De tal modo, un heraldo puso una cítara en las manos de Femio y este comenzó un bello canto.
Después de todo, Telémaco se dirigió a Atenea y le hizo referencia sobre los pretendientes que se encontraban en su hogar disfrutando de los bienes de su padre y sin pagar nada. También le preguntó cómo había llegado hasta ahí, quiénes eran los marineros que seguramente la habían llevado y si era la primera vez que visitaba su palacio o había visitado a su padre anteriormente.
Atenea le dijo que le respondería con total sinceridad y se dijo ser Mentes, hijo de Anquíalo que acababa de llegar con su nave y sus hombres pues iba a Temesa en busca de hierro y bronce. Mencionó que su nave estaba lejos de la ciudad del puerto Reitro a los pies del monte Neyo. También le dijo a Telémaco que se encontraba ahí pues había ido a buscar a su padre pero que quizá los dioses lo habían detenido en su camino o que pudiera estar retenido en algún lugar del ancho mar con hombres que lo sujetaban contra su voluntad, sin embargo pensaba que Odiseo volvería a su ciudad pues era rico en recursos. Le preguntó si era el hijo de Odiseo pues la última vez que había visto a su padre había sido al embarcar para Troya.
Telémaco le contestó que su madre le había asegurado que era hijo de Odiseo, aunque nunca lo había conocido por sí mismo. Atenea, haciéndose pasar por Mentes le dijo que era inapropiado e inconveniente que se estuviera llevando a cabo tal reunión en el palacio.
Telémaco le dijo a Atenea que se preocuparía por el estado del palacio si estuviera aún su padre y que no le importaba si este hubiera muerto pero al saber que tenía tantas desgracias lo único que tenía eran dolores y lágrimas.
Atenea, un poco molesta le contestó que era él quien debía ponerles fin a los pretendientes de su madre, pues como él mismo lo había dicho, ella no se decidía por ninguno. Le pidió a Telémaco que convocara a una asamblea de héroes para manifestarles su palabra y que los dioses fueran testigos, debía ordenar a los pretendientes que se dispersaran y a su madre a casarse si así lo deseara. En cuanto a él, le dijo que se dirigiera a Pilos en la mejor nave de veinte remos para informarse sobre su padre, y al llegar ahí cuestionara a Néstor. De ahí debería partir hacia Esparta al Palacio del rubio Menelao y si llegará a escuchar que su padre aún vive debería esperar ahí un año más, de lo contrario tendría que regresar de inmediato a su tierra y levantar una tumba en su honor. Debería también encontrar un marido a su madre y finalmente meditar con su mente y corazón la manera de matar a los pretendientes. Finalmente le infundió valor, y se despidió de él.
Telémaco le pidió a Atenea que se quedará un poco más para poderle dar un obsequio, pero ella se negó y le dijo que el presente lo guardara para su regreso y que lo escogiera bien porque sería recompensado con otro igual. Después de la partida de Atenea, Telémaco se quedó pensando pues creía que quizá su huésped había sido un dios, y así se dispuso a marchar a los pretendientes.
Entre los pretendientes estaba cantando
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