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Resumen De La Eneida


Enviado por   •  12 de Abril de 2013  •  4.922 Palabras (20 Páginas)  •  579 Visitas

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Personajes:

• Eneas: Príncipe troyano, hijo de Anquises y de la diosa Venus, valeroso, responsable y obediente de los dioses.

• Dido: Reina de Cartago, fiel y amante de Eneas.

• Latino: Rey de Lacio ,bondadoso; padre de Lavinia.

• Lavinia: Hermosa doncella que al final se casa con Eneas.

• Turno: Pretendiente de Lavinia, guerrero; rey de los rútulos.

• Anquises: Padre abnegado a su hijo Eneas.

• Júpiter: dios del universo. Prepotente, autoritario.

• Juno: Rencorosa, malvada y desconfiada.

• Venus: diosa del amor, modelo de belleza.

• Neptuno: dios del mar, se enoja cundo se entera de lo que hico Eolo y Juno en su terreno

• Eolo: dios del viento, ayuda a Juno a cumplir con su venganza

Resumen:

ENEIDA I

Se inicia con las tempestades que hacen peligrar las naves de los troyanos, y con Juno convenciendo a Eolo de que suelte sus vientos a cambio de ninfas, y casarse con la de cuerpo más hermoso. Eneas, agobiado por las cargas que se le imponen, declara su deseo de haber muerto heroicamente, en combate, bajo los muros de Ilión, ante la vista de sus padres, en eso la tempestad cobra fuerza, Neptuno escucha el ruido del mar y los vientos. Saca la cabeza por encima de las olas y observa el terrible espectáculo que ofrece la flota dispersa. Comprendiendo que todo se debe a la intervención de Juno, llama a los vientos y los regaña por haber levantado las olas sin su permiso. después de eso, aplaca el mar que cede al punto su agitación y sobre él vuela en su carro seguro Pasada la tempestad, los troyanos buscan descanso en las tierras más próximas, y se dirigen hacia Libia. Encuentran allí un puerto tranquilo y desembarcan. Ya en tierra, encienden el fuego y preparan el pan. Eneas, busca inútilmente en el mar con la mirada la presencia de sus naves; después sube un monte pequeño, ve un rebaño de ciervos les lanza unas flechas y mata a siete, uno para cada una de las naves que le quedan. Los lleva a sus compañeros.

Júpiter desde lo alto del cielo, se vuelve a mirar los reinos líbicos. Se le acerca Venus, y se queja de los trabajos que Eneas, por la voluntad de Juno, se ve obligado a soportar, y le recuerda que él le había prometido que de la raza de Eneas habrían de nacer los romanos. Pregunta si ha cambiado por algo el designio del dios. Responde Júpiter sonriendo, y le recuerda lo que los hados han predicho.

A Eneas disfrazada de cazadora, se encuentra con Venus, que le pregunta que si por azar ha visto a alguna de sus hermanas. Eneas, que, aunque no la ha reconocido, sabe que habla con una diosa, le responde que no ha visto ni oído a nadie, y le pregunta a su vez acerca del país donde se encuentra. Venus, se los explica: Eneas ha llegado a Libia, y está viendo el reino púnico y la ciudad de Agenor.

Dido, huyendo de Tiro, ha llegado a gobernar el lugar. La historia de Dido es que Siqueo, con quien ella se había casado enamorada y virgen, fue asesinado por Pigmalión, hermano de Dido. Pasado un tiempo, el fantasma del muerto se apareció a su Dido, que ignoraba los hechos, y le aconsejó que dejara su patria, revelándole el crimen de Pigmalión. También le descubrió dónde estaban los tesoror, para que tuviera con qué hacer frente a las necesidades del camino. Dido atiende los consejos de Siqueo, y junto con los que por alguna razón eran enemigos de su hermano, roba una flota y empieza su viaje. Llega por fin a Libia, y compra el suelo donde ahora se levantan las murallas de la nueva Cartago. Despues Venus pregunta a Eneas y Acates quiénes son, de dónde vienen y a dónde se dirigen. Eneas contesta que él es Eneas, que lleva consigo los de Troya vencida, y a quien una tempestad llamó a las playas de Libia. De veinte naves que tenía al cruzar el mar Frigio, sólo le quedan siete, y en muy mal estado. Pobre y desconocido, expulsado de todas partes, vaga por los desiertos. Venus no soporta más las quejas de su hijo, y las interrumpe para consolarlo.

Al acabar de hablar, Venus se da la vuelta y, por la luz, el aroma y el andar, la reconoce Eneas, que se queja de haber sido engañado muchas veces. Se dirige entonces hacia Cartago. Para que pasen inadvertidos, Venus envuelve a Eneas y Acates en una niebla oscura, y luego se vuelve a sus templos de Páfos. En medio de la niebla Eneas y su compañero contemplan desde una colina los trabajos de la edificación de la ciudad. Eneas se mezcla con los hombres que trabajan Llegan al lugar en que se levanta un nuevo templo a Juno y al ver reproducidas en las puertas algunas escenas de la guerra de Troya, que son parte de su propio pasado, se tranquiliza y se atreve a esperar salvación. Reconoce, en las imágenes esculpidas, a amigos y enemigos, y se reconoce también a sí mismo. Mientras Eneas contempla las imágenes del pasado, la reina, rodeada por una corte de jóvenes, llega al templo. Se sienta en un trono, y desde allí imparte derechos y leyes, y distribuye entre los hombres el trabajo, Eneas ve aparecer a varios de los caudillos teucros, que consideraba perdidos. Tanto él como Acates se alegran y temen a la vez, y contienen su deseo de saludar a sus compañeros. Desde la nube que los oculta, miran y escuchan a los recién llegados. Habla Iliones con Dido, y le explica que, mientras iban hacia Italia, una tempestad los sorprendió y, de modo accidental, los condujo a las proximidades de Libia; por lo tanto, no abrigan intenciones guerreras, sino que, agobiados por la necesidad, se acogen a la hospitalidad de la tierra, y la solicitan en nombre de los dioses. Le dice también que tienen a Eneas por rey, y que él, en caso de vivir todavía, corresponderá cumplidamente a la acogida que Dido les dispense. Por último, le pide licencia para reparar las naves y poder partir en ellas a Italia, si Eneas viviera, o a Sicilia, en caso de que hubiera muerto.

La reina, les contesta declarando que conoce la historia de los troyanos; les explica por qué está obligada a preservar con guardias sus dominios, y les ofrece enviarlos a salvo a Italia o a Sicilia. También les hace la oferta de que se establezcan, desde entonces, en Cartago, y promete enviar hombres escogidos para que busquen a Eneas. Animados Eneas y Acates por la actitud de la reina, y reconociendo que lo que Venus había dicho con respecto a los compañeros y las naves era verdad, desean poder ser de nuevo vistos. Se desase la nube que estaba en torno a ellos, y aparece el héroe ante los ojos de todos, reluciente. Habla luego a Dido y a quienes con ella están, e invoca para ella y su bondad el pago de la gratitud de los humanos y el de la piedad divina, y se compromete a honrarla siempre en el futuro. Luego se vuelve a saludar a sus amigos salvados del naufragio.

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