Resumen De La Tragedia Educativa
Enviado por jeretobi • 25 de Junio de 2013 • 4.697 Palabras (19 Páginas) • 2.780 Visitas
El argumento principal del libro “La Tragedia Educativa”, es que la calidad educativa está disminuyendo y las causas del bajo rendimiento escolar no pueden atribuirse solamente a lo que sucede en el ámbito escolar, sino que son un reflejo de los cambios en la sociedad.
En el primer capítulo se detalla un panorama general de la educación. Se describen diversos estudios, donde estudiantes de diferentes niveles tienen cada vez menos conocimientos, responden de manera deficiente los mismos cuestionarios realizados en distintas épocas. Menciona que la dirigencia argentina muestra desinterés por la educación, al no realizar las debidas inversiones en el área. Los docentes en nuestra sociedad ocupan un lugar de desprestigio y se los degrada con sus bajos salarios. También se puede advertir notables desigualdades, con respecto a otros países e inclusive en el interior de nuestra sociedad, en cuanto al acceso a la educación. Existen marcadas diferencias en cuanto al capital educativo entre las distintas regiones del país.
El autor resalta la importancia del nivel educativo de las personas, como posibilidad de insertarse laboralmente. Si bien el desempleo no discrimina clase social es más frecuente entre aquellos de bajo nivel educativo. Menciona que el nivel de ingresos está relacionado con los años de educación que ha logrado completar la persona. Para que esta pueda desempeñarse en la sociedad actual tiene que haber completado el nivel medio. Muchas investigaciones demuestran que en el nivel secundario se produce la mayor deserción. Esto se debe a las carencias socioeconómicas y el alto nivel de repitencia. Una de las causas es que los jóvenes han tenido que salir a trabajar para compensar la caída del ingreso familiar. Otro factor determinante para acceder a la educación es el origen social de los jóvenes. En la actualidad se considera a la educación como una inversión en capital humano para lograr una mayor equidad social. Es preocupante que las mejoras educacionales se sigan distribuyendo según el origen socioeconómico de las personas.
En el segundo capítulo Jaim Etcheverry describe algunos factores que resultan alarmantes, tanto dentro como fuera de la institución escolar.
El autor hace referencia a las modernas tendencias educativas que han contribuido al deterioro educativo, que afirman que la enseñanza debe estar centrada en el niño, donde el alumno decide lo que quiere aprender. En este paradigma, supuestamente los alumnos se enseñan unos a otros, el énfasis esta puesto en los sentimientos y en el “ser”. Un curriculum concreto es visto como una limitación al espíritu humano. Los maestros no deben ser autoritarios y tienen que saber tanto o menos que sus alumnos. Ya no son denominados maestros, si no facilitadores, que se limitan a observar como el niño se educa a sí mismo. A la hora de estudiar es más importante el esfuerzo que el producto. Dan prioridad al cómo se enseña y no al qué se enseña. Estas corrientes todavía están vigentes en nuestra educación y su arraigo parece coincidir con la tendencia al poco esfuerzo por adquirir conocimiento.
En cuanto a las expectativas sociales que se depositan en la educación, el autor hace una comparación entre los alumnos de Argentina, de Estados Unidos y de China, mientras los dos primeros ponen su interés en la escuela como herramientas para obtener bienes materiales, los últimos ponen su interés en el saber. En el caso de Argentina y Estados Unidos, no tiene mucha importancia si la escuela les brinda conocimientos y saber. Al percibir esta situación, los niños y jóvenes, terminan por ser indiferentes y hasta desprecian los logros académicos. La escuela se ha convertido en un sitio donde depositarlos y del que se espera que sea un lugar amable y protector. Ante esta situación los niños dejan de ser hijos de los padres, y pasan a ser hijos de la sociedad.
El desprestigio en el que se encuentra la escuela hoy, es el reflejo de las mutaciones de la cultura contemporánea. A la hora de seguir ejemplo, los niños, ignoran lo que predicamos e imitan lo que practicamos. Los verdaderos pedagogos son la televisión, la publicidad, el cine, el deporte, etc.
La sociedad destruye constantemente lo que pretende que la escuela construya al desautorizarla a constantemente, honra la ambición, recompensa la codicia, el materialismo y la superficialidad, desprecia el intelecto y adora el poder adquisitivo. El triunfo se interpreta como sinónimo de éxito económico. No se culpa a los jóvenes por tener esa forma de pensar ya que…”La ignorancia de los jóvenes es nuestra propia ignorancia”… El conocimiento es para perdedores. Aprenden tan bien lo que les enseñamos que no encontraran nada en Dante o en Borges, en Miguel Ángel o en Pettorutti, en Shakespeare o en Cortázar. De lo que nadie parece advertir es que la tragedia educativa se encuentra en las paredes de nuestras casas y es un reflejo fiel de nuestros valores.
Nuestros dirigentes deberían entender que la educación es fundamental para construir un país en serio. Sin educación, las personas son más vulnerables, ya que carecen del mundo interior que ella construye, y así se entregan al entretenimiento. Es una forma de perder la libertad y nuestro tiempo. Mediante la televisión tenemos la oportunidad de conocer la delincuencia, la droga, la corrupción, etc.
El autor menciona que nuestra sociedad es consumista. Nuestros niños al vivir una cultura televisiva, donde todo lo que se muestra es descartable, asimilan que ya nada es importante. Se ocupan de la ropa que se usa y se alejan de todo lo humano. Los padres se encuentran en una postura confusa, por las contradicciones de la autoridad y la libertad.
Uno de los objetivos de esta nueva cultura contemporánea es la simplificar la dificultad. Se desprecia la inteligencia de las personas y pone en duda su capacidad de realizar esfuerzos.
Hoy en día estamos expuestos a la cultura de la pasteurización, papilla intelectual que prolonga la vida sin esfuerzos. Para comprender y disfrutar las obras maestras de la cultura no hay que simplificarlas.
En el tercer capítulo el autor hace referencia a como las tendencias actuales se ven reflejadas en la educación. Tener conocimiento es ampliar la vida, tener otra visión del mundo.
Lo que nos preocupa como sociedad es que lo que aprendan los jóvenes, les sea útil, en relación con lo económico. El interés por aprender se considera inútil y por ende, consideramos, que lo que se enseña en la escuela también lo es. Al desvalorizar nuestra cultura les estamos quitando la posibilidad a nuestros jóvenes de ser personas más completas. Y al vivir en una cultura televisiva, la escuela busca copiar este modelo y recurre muy poco a las lecturas profundas y a la escritura.
Jaim Etcheverry, señala
...