Resumen El Liderazgo Centrado En Principios Cap. 1,2,3
Enviado por elderrene • 14 de Junio de 2012 • 2.148 Palabras (9 Páginas) • 2.223 Visitas
4. LA GRANDEZA PRIMARIA
La grandeza primaria y secundaria se define con dos tipos de grandeza: la grandeza secundaria, relacionada con los rasgos positivos de la personalidad, y la grandeza primaria, relacionada con el carácter. Dentro de los elementos de la ética de la personalidad están las habilidades para la comunicación, estrategias de influencia y pensamiento positivo. Si bien estos elementos son beneficiosos y en algunos casos esenciales para el éxito, no dejan de ser secundarios. Pueden dar resultados a corto plazo, pero no se puede lograr éxito en las relaciones a largo plazo sin desarrollar la bondad, la integridad y la fuerza del carácter. Sería como construir paredes sin poner los cimientos. Si bien "lo que haces grita tan fuerte que no puedo escuchar lo que dices", lo que somos es mucho más elocuente que cualquier cosa que decimos o hacemos. Nuestra idea de lo que somos está condicionada por nuestros paradigmas.
No pretendo decir que los elementos de la ética de la personalidad (desarrollo de la personalidad, habilidades para la comunicación, estrategias de la influencia y pensamiento positivo) no sean beneficiosos y algunas veces de hecho esenciales para el éxito. Sé que lo son. Pero se trata de rasgos secundarios, no primarios.
Uno hace el esfuerzo y el proceso sigue. Siempre se cosecha lo que se siembra; no hay ningún atajo.
En la última instancia, el principio es igualmente válido para la conducta y las relaciones humanas.
Muchas personas con “grandeza” secundaria -es decir, con reconocimiento social de sus talentos- carecen de “grandeza” primaria o de bondad de carácter.
Es el carácter lo que se comunica con la mayor elocuencia. Como dijo Emerson: “Me gritas tan fuerte en los oídos que no puedo oír lo que me dices”.
En último término, lo que somos puede transmitirse con una elocuencia mucho mayor que cualquier cosa que digamos o hagamos. Todos lo sabemos
Los rasgos positivos de la personalidad, que a menudo son iníciales para el éxito, constituyen la grandeza secundaria. Centrarse en la personalidad antes que hacerlo en el carácter tratar de que crezcan las hojas sin las raíces.
Si empleamos sistemáticamente técnicas y habilidades de la personalidad para incrementar nuestras interacciones sociales, podemos truncar el carácter vital básico.
Sencillamente, no podemos recoger los frutos si no hay raíces. La victoria privada precede a la victoria pública. El autodominio y la autodisciplina son las raíces de las buenas relaciones con los demás.
Si utilizamos estrategias y tácticas de influencia humana para lograr que los demás hagan lo que nosotros queremos, podemos triunfar a corto plazo; pero con el paso del tiempo nuestra ambigüedad y falta de sinceridad originará desconfianza. Se pensará que todo lo que hacemos es para manipular.
La ley de la cosecha también rige en las relaciones humanas a largo plazo. En un sistema académico o social, uno puede salir bien librado si aprende cómo “practicar el juego”. Se puede causar una primera impresión favorable a través de la seducción; se puede ganar por medio de la intimidación. Pero los rasgos secundarios de la personalidad no tienen un valor permanente en las relaciones a largo plazo. Sin una profunda integridad y una fuerza de carácter básica, a la larga los verdaderos móviles saldrán a la luz, y las relaciones humanas fracasarán.
La visión que tenemos de nosotros mismos afecta no sólo a nuestras actitudes y comportamientos, sino también a la visión que tenemos de otras personas. En realidad, hasta que no tengamos en cuenta cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo vemos a los demás, seremos incapaces de comprender cómo se ven y qué sienten respecto de sí mismos y de sus mundos los demás. De forma inconsciente proyectaremos nuestras intenciones en su comportamiento, y sin embargo creeremos que somos objetivos.
Estos elementos a menudo son más proyecciones que reflejos. Proyectan los intereses y las debilidades de carácter de las personas que suministran el dato en lugar de reflejar de forma precisa qué somos nosotros.
Cuando habla de los tres rasgos del carácter se refiere a la integridad como el valor que nos asignamos a nosotros mismos, Madurez se define como un equilibrio entre la valentía y la consideración y mentalidad de abundancia.
Cuando la fuente fundamental de la definición que uno tiene de sí mismo es el espejo social, uno puede confundir la imagen que refleja el espejo con su verdadero yo; puede, en realidad, comenzar a creer en la imagen del espejo y aceptarla hasta el extremo de rechazar otras visiones más positivas de su persona, a menos que esas visiones muestren las distorsiones que ha llegado a aceptar.
Las soluciones perdurables a los problemas, la felicidad y el éxito duraderos vienen de adentro hacia afuera. El resultado de lo que viene desde afuera hacia adentro son personas infelices que se sienten víctimas y paralizadas, con ojos tan sólo para las debilidades de los otros y para las circunstancias, factores a los cuales atribuyen la culpa de su propia situación de estancamiento.
Para educar a nuestra conciencia debe ser de adentro hacia fuera, y se debe realizar como practicar algún deporte si se practica se puede realizar con mayor facilidad.
Cuando se hacen buenos cimientos se pueden alcanzar los objetivos si es en el área industrial se alcanzan los objetivos de la empresa y ganan todos ya que aumenta la productividad y si la empresa esta bien entonces todos están bien.
5. UNA RUPTURA CON EL PASADO
El verdadero poder de liderazgo emana de poseer un carácter honorable y del ejercicio de ciertas reglas y principios del poder. La mayoría de las teorías sobre el tema explican por qué surgió y sobrevivió determinado líder pero no ayudan a prever futuros líderes ni a cultivar la capacidad de dirigir. Hay un enfoque más fructífero: observar a los partidarios de los líderes, y valorar el liderazgo preguntando por qué razón hay quienes les siguen.
Tanto Copérnico como Einsten y muchos otros que produjeron avances significativos en las ciencias, tuvieron que romper con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los antiguos paradigmas. La democracia surgió de un cambio de paradigma, se cambió de "el derecho divino de los reyes", a "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo".
No todos los cambios de paradigmas son positivos. El paso de la ética del carácter a la ética de la personalidad, que se produjo a partir de la posguerra, nos alejó de
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