UN TRENECITO NOS HIZO VOLAR
Enviado por • 1 de Septiembre de 2013 • 4.415 Palabras (18 Páginas) • 347 Visitas
UN TRENECITO NOS HIZO VOLAR
Nuestra escuela está ubicada en la periferia de la ciudad, donde las familias tienen
un nivel socioeconómico bajo, con un gran porcentaje de desintegración familiar
por: divorcios, alcohol y en algunos casos hasta por drogas, la mayoría de las
madres trabajan, por lo que difícilmente están al pendiente del aprovechamiento
escolar de sus hijos, hay muchos alumnos que llegan a estudiar aquí porque son
rechazados por el turno matutino por diversas razones, causas por las que la
mayoría de los niños le tienen poco aprecio al estudio, la mayoría de nosotros
laboramos en doble turno por lo que se nos hace más arduo trabajar por la tarde,
pues llegamos cansados y con pocas ganas de trabajar y aunque hacemos
nuestro mejor esfuerzo por brindar una educación de calidad no podemos negar
que es desgastante llegar al turno vespertino después de haber laborado por la
mañana y con poco tiempo para comer, sin haber tenido la oportunidad de ir a
nuestra casa, por estas y otras razones evitamos tener comisiones que nos
absorban mas del tiempo destinado a las clases, como es la comisión de
bibliotecario, ya que solo esperamos el toque para salir lo más rápido posible a
nuestra casa para descansar de una larga jornada escolar, por eso nos da gusto
cuando llega un maestro nuevo a nuestra escuela pues a él se le otorga el grupo
más indisciplinado y con mayor rezago educativo, el grupo al que todos los
maestros evitan y por supuesto ¡la comisión de bibliotecario! misma que nadie la
quiere tener a su cargo y debido a esto, somos renuentes a implementar acciones
sobre la lectura y aunque sabemos que los resultados de la prueba enlace nos
ubica en un nivel bajo de comprensión lectora en nuestros alumnos, seguimos
renuentes a crear alumnos que sean lectores autónomos, y cuando nuestro grupo
entra a algún concurso de redacción y expresión literaria como es el caso de los
símbolos patrios, nos damos cuenta de que sí sienten la necesidad de expresarse
pero no tienen la mas mínima idea de cómo hacerlo y lo que es peor, ¡No somos
capaces de brindarles herramientas para que puedan expresarse oralmente y por
escrito! Y alegamos a nuestro favor que si les ayudamos ya no es composición de
ellos, pero hacemos a un lado nuestra responsabilidad, ya que si el niño no sabe
expresarse es por nuestra culpa, pero para nuestra comodidad existe el pretexto
universal de los maestros mediocres ¡Es que el maestro de tal o cual grado no le
enseñó! como si la expresión en todas sus facetas solo se enseñara en uno u otro
grado.
Este año tenemos el gusto de tener un compañero nuevo, el cual nos quitará la
carga de la dicha comisión ¡La de bibliotecario!, nosotros no sabíamos que su
experiencia en bibliotecas casi era nula, que trabajó veintitantos años en la sierra
tarahumara, en una escuelita bidocente a donde casi nunca llegaron los libros de
texto, ¡Menos los libros del rincón! Por lo que él nunca tuvo acceso a una
biblioteca escolar mucho menos a una de aula, él no sabía que estaba a punto de
iniciar más que una experiencia, una odisea como encargado de la biblioteca,
pues le sucedió lo que le sucede a todos los maestros nuevos en una escuela,
quieren integrarse al colectivo y están de acuerdo a todo lo que dicen los demás y
ese inicio, hoy lo cuenta como anécdota:
“Por querer integrarme al colectivo siempre estaba de acuerdo a lo que todos
decían, y me sucedió lo que le sucede a muchos maestros, ¡me hice famoso! Pues
decían:-- ¿Quién hace esto o aquello?— todos contestaban: -- el profe Machado--
--¿Quién picha la carne asada?-- -- El profe Machado, incluso en cierta ocasión en
un acto cívico se les recomendó a los niños que no jugaran en los baños y para
cerrar la plática se les preguntó: --Entonces… ¿Quién va a cuidar los baños?-- Y
al unísono contestaron los niños:-- ¡el profe Machado!, allí comprendí que en
verdad era famoso en toda la escuela”.
Ya en una reunión del Consejo Técnico de la escuela se nos repartieron las
comisiones y la directora hizo la siguiente pregunta:-- ¿A quién ponemos de
bibliotecario?—Todos contestamos muy jubilosos, sabiendo que cuando menos
este año no nos iba a tocar esa comisión: --¡Al profe Machado!--. Él aceptó el reto
pensando que era como cualquier otra comisión, aunque después se dio cuenta
de que es la comisión a la que hay que dedicarle más tiempo e incluso la que lo
enfrentaría directamente contra nosotros.
Como es de esperarse se le citó a una reunión de encargados de la biblioteca y
hubo algo que le pareció increíble, pues la mayoría de los maestros fueron muy
pesimistas al expresarse sobre el apoyo, que sus compañeros maestros brindan a
las actividades propuestas por el programa, que en algunos casos casi era nula y
en otros hasta se podía decir que estaban en contra de la lectura, situación que no
se imaginaba existiera en nuestra escuela.
Se les sugirió (según nos cuenta él) que empezaran por acomodar los libros en
base a las categorías, géneros, colores y niveles lectores (recuerden que él no
sabía ni tenía el más mínimo conocimiento sobre esta forma de clasificar) pero
pensó, ahorita nos van a dar algunas estrategias o algo escrito para iniciar nuestro
trabajo, pero ¡No! ¡No había nada! , --y… ¿entonces?-- Dijo un maestro,
--Empiecen con las acciones del año pasado-- dijo la asesora de la reunión. Él
entre tímido y preocupado, pues no sabía nada de las acciones pasadas, pero
necesitaba cuando menos una acción para ponerla en práctica en nuestra escuela
por lo que le preguntó:-- Maestra ¿Cuál fue la actividad del año pasado que más le
gustó?-- --¡La caja viajera!-- Le dijo y más que quedar complacido quedó con
mil preguntas: --¿Qué es la caja viajera? ¿Qué función desempeña? ¿Cómo se
logra con ella que los niños lean? Y lo más importante ¿Cómo la pongo en
práctica?--. Le sucedió algo parecido al cuento: Caperucita Roja tal y como se
...