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EL YARAVÍ AREQUIPEÑO


Enviado por   •  7 de Julio de 2015  •  1.431 Palabras (6 Páginas)  •  507 Visitas

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EL YARAVÍ AREQUIPEÑO

INTRODUCIÓN

Es el género literario musical típico y originario de la provincia de Arequipa, en el departamento de Arequipa, Perú. Cultivado desde inicios de la Colonia (siglo XVI), ha evolucionado y pasado por varias etapas hasta llegar a ser el “yaraví” actual. Este género proviene de la fusión de dos culturas musicales: la inca, la cual aportó el género “Jarawi”, y la hispánica, que los criollos rebautizaron como “Yaraví”, mezclándola con la trova española del siglo XVI que trajeron los Conquistadores. Se caracteriza por ser de canto melancólico cuya temática fundamental es la fatalidad y la tragedia que revela una eminente queja por el amor perdido o no correspondido. Esencialmente, su interpretación se realiza a dos guitarras y a dos voces. El principal exponente de este género es, sin lugar a dudas, el poeta Mariano Melgar, a quien se le concede el mérito de haberlo recogido de las picanterías, haberle agregado su prolífica poesía y haberlo llevado a la ciudad, permitiendo su difusión en todos los estratos de la sociedad de aquella época.

ETIMOLOGÍA

Yaraví es una deformación castellanizada de la palabra quechua “jarawi” o “harawi” que significa “poema”. A su vez, “harawi” tiene su fundamento en dos raíces: el “arawi” o “araví”, que se refiere a la poesía triste, muy utilizada en las despedidas y entierros incas, que eran cantos melancólicos que se mezclaban con las quejas y los plañidos de las mujeres en el momento de un funeral, y era acompañado por quenas y antaras. Y, asimismo, tiene su raíz en el “qarawi”, que eran cantos más alegres, que acompañaban a los hombres que trabajaban en las siembras y las cosechas. Eran pues, en la época pre-inca, cantos más rituales que temáticos.

ETAPAS DEL YARAVÍ

EL HARAWÍ INCA

El “Yaraví” primitivo, entonces “jarawi” o “harawi”, hasta la llegada de los conquistadores en el siglo XVI, no era un género musical, ni literario, era más bien una expresión espontánea de tristeza que se manifestaba con ayes y lamentos. Uno de los “arawis” más célebres que se conoce es aquél que entonara el pueblo cusqueño en el éxodo obligado por Huáscar hacia el Paititi (en la selva de Madre de Dios) en 1533, conformado por hombres, mujeres y niños que cantaban y lloraban al unísono el “arawí”: “Ama llakikuichischu, ama huaccacuichischu, kallanc’an paikikin jinan, Ccosco jinan, paikikin joj llacta, joj jatun llacta” que traducido al castellano dice: “No sientan pena, no lloren, ha de haber uno igual al otro, como el Cusco, igualito al Cusco, una gran ciudad”. Según el testimonio de los cronistas Cristóbal de Molina, Martín de Morúa, Bernabé Cobo, Huamán Poma de Ayala, Inca Garcilazo de la Vega y otros, los “harawis” eran expresiones de todo aquello que significara una pena profunda, tanto individual como colectiva. Asimismo, cuenta la historia que la conquista terminó por someter a los pueblos autóctonos a las más duras penas de la servidumbre y otras formas de explotación. Los “harawis” de los sometidos fueron constriñendo su temática para expresar la pesadumbre y la tristeza de sus creadores. Esta reducción de su temática expresiva fue acompañada por el cambio morfológico de la palabra “harawi” que se convirtió en la castellanizada “Yaraví”. En la actualidad aún superviven algunos Jarawis que han terminado por asociarse con la música litúrgica andina, como el APU YAYA JESUCRISTRO, o el APU TAYTAYKU, canciones de mucho sentimiento cantadas en toda la serranía, no sólo del Perú, sino de Bolivia y Argentina.

EL YARAVÍ CRIOLLO

Con la llegada de los españoles en 1540 y la castellanización de la ciudad de Arequipa en el siglo XVII, la concepción del “arawí”, y más propiamente del “jarawi”, cambió al ser absorbida totalmente por la música trovadoresca española que trajeron principalmente los soldados de Diego de Almagro que se afincaron en los alrededores de la ciudad, situación que dio origen paralelamente a los criollos del campo o “lonccos” y al “yaraví” como expresión musical propia de esta clase social. Con el destierro casi absoluto de los indios hacia las minas, Arequipa, se convirtió, según apunta Víctor Andrés Belaúnde, en el primer centro de población blanca en el Perú durante la Colonia, cosa que propició en mejoramiento de la técnica en la interpretación de este género: Se convierten en canciones amorosas que adoptan formas métricas y estróficas específicas, cuya melodía, generalmente pentafónica en compases de 3/4 y 3/8 y en tonos menores, armonizan para expresar el fatalismo y la tristeza de sus creadores, y son cantadas ad libitum por dúos de voces. Los criollos españoles o “lonccos” avecindados en el campo, fueron los que aportaron entonces a este nuevo género el canto versado y el acompañamiento con guitarra, vihuela o bandurria. Dado que la mayoría provenían de la región española de Andalucía, como Granada,

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