Elogio De La Locura

INTRODUCCION

Erasmo en nombre de la estupidez reclama para ella todo la felicidad que el hombre en su vida pueda disfrutar y no le falta razón ya que "imaginamos ver la vida de un hombre desde que nace hasta que muere, doloroso y sórdido es su nacimiento, su educación trabajosa, llena de peligros su infancia, problemática su juventud, la vejez pesada, la muerte dura e inexorable. Le asedian ejércitos de enfermedades, le acechan infortunios, sin recordar los males que los hombres de infieren entre si: pobreza, cárcel, infamia, vergüenza, torturas, zancadillas, traición, bajezas, luchas, fraudes".

Para Erasmo, la Locura (que pronuncia su propio elogio) cumple una gran cantidad de funciones y tiene numerosos aspectos. Está presente en la creación y es capaz incluso de convertir en idiotas a los dioses cuando retozan en la cama, declarando ser el «principio y fuente de la vida». Desde la concepción hasta la tumba, la presencia halagadora de la Locura nos proporciona una vida agradable y libre de problemas, puesto que, según dice, citando a Sófocles, «la existencia más placentera consiste en no reflexionar».

La Locura enumera las muchas actividades insensatas en las que incurren los seres humanos. En primer lugar, la guerra, para la que «hacen falta hombres macizos y vigorosos, en los que haya un máximo de audacia y un mínimo de reflexión».

Aunque la Locura puede ser, y en muchos casos es, equivalente a la ignorancia y la brutalidad, nos recuerda que esa emoción también puede hacernos capaces de cierta insensatez heroica que nos libera de los grilletes del pensamiento escolástico y el comportamiento convencional. Esa característica le daba a la Locura (en tiempos de Erasmo) una suerte de cualidad privilegiada, casi sagrada. En el mejor de los casos, la Locura se presenta en determinados momentos de demencia sublime, en el acto de amor más profundo, cuando nos sentimos capaces de hacer cualquier cosa por el ser

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