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Manuel De Falla


Enviado por   •  11 de Octubre de 2013  •  3.339 Palabras (14 Páginas)  •  292 Visitas

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Manuel de Falla

(Cádiz, 1876 - Alta Gracia, Argentina, 1946) Compositor español. Con los catalanes Isaac Albéniz y Enrique Granados, el gaditano Manuel de Falla es el tercero de los nombres que conforman la gran trilogía de la música nacionalista española. Fue también uno de los primeros compositores de esta tradición que, cultivando un estilo tan inequívocamente español como alejado del tópico, supo darse a conocer con éxito en toda Europa y América, y con ello superó el aislamiento y la supeditación a otras tradiciones a que la música hispana parecía condenada desde el siglo XVIII.

Recibió sus primeras lecciones musicales de su madre, una excelente pianista que, al advertir las innegables dotes de su hijo, no dudó en confiarlo a mejores profesores. Tras trabajar la armonía, el contrapunto y la composición en su ciudad natal con Alejandro Odero y Enrique Broca, ingresó en el Conservatorio de Madrid, donde tuvo como maestros a José Tragó y Felip Pedrell.

La influencia de este último sería decisiva en la conformación de su estética: fue él quien le abrió las puertas al conocimiento de la música autóctona española, que tanta importancia había de tener en la producción madura falliana. Tras algunas zarzuelas, hoy perdidas u olvidadas, como Los amores de Inés, los años de estudio en la capital española culminaron con la composición de la ópera La vida breve, que se hizo acreedora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a conocer su partitura, y ello ni siquiera fue en Madrid sino en Niza.

Francia, precisamente, iba a ser la siguiente etapa de su formación: afincado en París desde 1907, allí entró en relación con Debussy, Ravel, Dukas y Albéniz, cuya impronta es perceptible en sus composiciones de ese período, especialmente en Noches en los jardines de España, obra en la que, a pesar del innegable aroma español que presenta, está latente cierto impresionismo en la instrumentación.

La madurez creativa de Falla empieza con su regreso a España, en el año 1914. Es el momento en que compone sus obras más célebres: la pantomima El amor brujo y el ballet El sombrero de tres picos (éste compuesto para cumplimentar un encargo de los célebres Ballets Rusos de Serge de Diaghilev), las Siete canciones populares españolas para voz y piano y la Fantasía bética para piano. Su estilo fue evolucionando a través de estas composiciones desde el nacionalismo folclorista que revelan estas primeras partituras, inspiradas en temas, melodías, ritmos y giros andaluces o castellanos, hasta un nacionalismo que buscaba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que responden la ópera para marionetas El retablo de maese Pedro, una de sus obras maestras, y el Concierto para clave y cinco instrumentos. Mientras que en sus obras anteriores Falla hacía gala de una extensa paleta sonora, heredada directamente de la escuela francesa, en estas últimas composiciones su estilo fue haciéndose más austero y conciso, y de manera especial en el Concierto.

Los últimos veinte años de su vida, el maestro los pasó trabajando en la que consideraba había de ser la obra de su vida: la cantata escénica La Atlántida, sobre un poema del poeta en lengua catalana Jacint Verdaguer, que le había obsesionado desde su infancia y en el cual veía reflejadas todas sus preocupaciones filosóficas, religiosas y humanísticas. El estallido de la guerra civil española le obligó a buscar refugio en Argentina, donde le sorprendería la muerte sin que hubiera podido culminar su última obra. La tarea de finalizarla según los esbozos dejados por el maestro correspondió a su discípulo Ernesto Halffter.

Contexto cultural e histórico:

Falla, que había iniciado su formación musical en su Cádiz natal, estudió piano a partir de 1897 con el ilustre concertista y pedagogo José Tragó, quien había sido alumno en el Conservatorio de París de un discípulo de Chopin, Georges Mathias. Que en las obras tempranas de Falla la impronta de Chopin sea la más evidente, particularmente en piezas para piano como el Nocturno o la Mazurca, escritas en los últimos años del siglo XIX. Entre 1902 y 1904 estudió composición con el compositor y musicólogo catalán Felipe Pedrell, quien le mostró no sólo la vía de un nacionalismo musical basado en el empleo de la música popular, sino también el camino, más universal, que parte de un profundo conocimiento de la tradición musical culta española. Esta enseñanza actuó como un catalizador y el primer gran fruto del magisterio de Pedrell fue, en 1905, una obra maestra, a la que Falla consideraba su primera composición: La vida breve, drama lírico premiado en noviembre de 1905 por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero que sólo se estrenaría en 1913, en Francia. En La vida breve, la música popular, en este caso andaluza, desempeña un papel esencial, pero en su utilización Falla rechaza los tópicos y la utilización textual del documento folclórico, regla que aplicará en adelante a toda su obra: «Pienso modestamente que en el canto popular importa más el espíritu que la letra», escribiría en 1917 en la revista Música.

Falla se instaló en París durante el verano de 1907. Su estancia de siete años en la capital francesa fue muy provechosa: recibió el apoyo y los consejos –sobre todo en el campo de la orquestación– de dos de los máximos músicos de la época, Claude Debussy y Paul Dukas; terminó la composición de sus Cuatro piezas españolas (1906-1909), escribió las Trois mélodies (1909-1910) y las Siete canciones populares españolas (1914), y emprendió la composición de Noches en los jardines de España (1909-1916), una de las cumbres de la música para piano y orquesta del siglo XX; trabó amistad con algunos de los más brillantes compositores de su generación, como Stravinsky o Ravel, y comenzó a ser reconocido internacionalmente.

En 1914, debido al desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial, regresó a Madrid donde inició una intensa colaboración con el matrimonio formado por Gregorio Martínez Sierra y María de la O Lejárraga, cuyo Teatro de Arte fue uno de los principales focos de renovación escenográfica de España. Esta fructífera colaboración desembocó en la composición, entre otras obras, de la gitanería El amor brujo (1915), obra que transmite la esencia trágica y el carácter mágico del cante flamenco, y de la pantomima El corregidor y la molinera (1916-1917), divertida comedia de enredo que se inspira en algunos de los arquetipos fundamentales de la música popular española.

Los años 1918-1919 fueron

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