Mis tardes con Margueritte

Mis tardes con Margueritte.[pic 1]

“En las historias de amor no siempre hay sólo amor. A veces no hay ni un te quiero y sin embargo queremos”

El amor no siempre se manifiesta con besos y caricias, no todas las historias de amor significan romance, no todas las películas de amor terminan en la pareja de enamorados que lograr superar las adversidades, no todas las historias de amor son de amor.

Mis tardes con Margueritte es una película francesa, que plasma el amor más puro que un ser vivo conoce, ese que sin decir te quiero te hace sentir querido, ese que se da sin esperar ser recompensado, ese amor sincero, amor necesitado, el  amor que llega cuando menos lo esperas.

La historia comienza cuando un hombre llamado German acude a un parque a la hora del almuerzo, planeando sentarse en la misma banca para observar a las palomas, como lo hacía todos los días. Para su sorpresa, en su banca estaba sentada una pequeña y frágil anciana de 95 años cuyo nombre es Margueritte, observando a sus palomas. A la mujer le atrajo que un obrero acudiera a ingerir su almuerzo en el parque, por lo que decidió hablarle, y fue ahí donde nació una hermosa amistad entre el hombre y la anciana.

Días después de conocerse, la anciana decidió llevar un libro al parque, sin embargo German no disfrutaba tanto de la lectura como lo hacía Margueritte, es por eso que la dulce mujer decide crear de ese hombre un lector. Sin darse cuenta, Margueritte se había convertido en el ejemplo de madre que German necesitaba, ayudando con su noble tarea a afrontar los traumas infantiles que en él existían.

  Todas las personas debemos tomar el papel de Margueritte, tomando de la mano a alguien más para orillarlo al placer de la lectura, no por hacerlo sentir menos, sino por engrandecerlo. La lectura es el pase de entrada a la imaginación, y no solo puede ser oral o visual, también auditiva tal como nos lo demuestra German en la película.[pic 2]

Para concluir, hay que hacer mención de la forma tan pura en la que una amistad se da, sin necesidad  de ir de fiesta, de presumir de bienes materiales, ni de tener la misma edad. Seamos todos como Margueritte, tengamos una historia de amor como la que ella tuvo con German.

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