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Demasiado Tarde


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2011  •  3.013 Palabras (13 Páginas)  •  641 Visitas

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Esta es una pequeña obra de teatro representada por el segundo año grupo 402, titulada:

DEMASIADO TARDE

PERSONAJES:

Soledad: mujer humilde y tímida pero amorosa y trabajadora.

José y Juanita: padres de Soledad, personas humildes y nobles.

Daniel: hombre de dinero, serio y trabajador pero mujeriego

Martina: esposa de Daniel, celosa y caprichosa.

Ernesto: hijo de Soledad y Daniel, superficial y poco amoroso.

Julián: segundo hombre en la vida de Soledad, borracho, déspota e irresponsable.

José Rosendo: hijo de Soledad y Julián, amable, amoroso y justo.

Norma: Novia de Ernesto, amigable y comprensiva.

Socorro: servidumbre en la casa de Daniel y Martina, confianzuda y metiche.

NARRADOR: En un pequeño poblado vivía una familia humilde y numerosa, a la cual le hacía mucha falta el dinero, así que un día Soledad la hija mayor de José y Juanita decidió sacar adelante a su familia yéndose a trabajar a la ciudad pues amaba a sus hermanitos y deseaba el bienestar a su familia pero primero habló con sus padres, pues sabía que a ellos no les parecería bien la idea.

SOLEDAD: Madre, padre. Necesito hablar con ustedes.

JUANITA: Que pasa hija. No me salgas con que te vas a juntar.

SOLEDAD: no mamá como cree. Creo que ya tengo edad para salir del pueblo e irme a trabajar a la ciudad. Nos hace mucha falta el dinero y mis hermanitos tienen que ir a la escuela. Que dicen.

JOSÉ: Yo no quiero que te vayas hija. En la ciudad corres mucho peligro, aquí viviremos humildemente pero unidos.

Déjala José. Nos hace mucha falta el dinero y además ella no estaré para siempre con nosotros. Mejor que nos ayude.

SOLEDAD: si papá comprende que nos hacen falta muchas cosas.

JOSÉ: Esta bien mijita. Pero cuídate mucho. Llévate estos centavos que para algo te servirán.

SOLEDAD: Me voy ahorita para que no se me haga tarde.

JUANITA: nos mandas tu primer dinerito si hija?

NARRADOR: Soledad se fue a la ciudad con la esperanza de encontrar un buen trabajo y con la ilusión de sacar adelante a su familia. Llegó a la ciudad y enseguida buscó trabajo de casa en casa pero nadie la aceptaba por su aspecto de pueblo. Y anduvo así durante una semana, desesperada, cansada y triste se sentó y se puso a llorar.

SOLEDAD: Yo no creí que esto sería tan difícil, ¿ahora qué hago? Extraño a mi familia y ya no tengo dinero para regresar.

DANIEL: Hola muchacha, ¿te puedo ayudar en algo? ¿Te pasó algo? ¿Por qué lloras?... muchacha no me oyes? Bueno ya me voy.

SOLEDAD: Espere… necesito ayuda. Vine de un pueblo a buscar trabajo pero nadie me lo da. Y no tengo dinero para comer.

DANIEL: Hay muchacha… yo no tengo un trabajo que ofrecerte, pero te puedes quedar en mi casa el tiempo que tu quieras.

SOLEDAD: Si está bien, gracias.

NARRADOR: Se dirigían a la casa de Daniel, platicaban y se reían y sólo eso bastó para que se enamoraran perdidamente. Pero al llegar a su casa…

DANIEL: Mi amor, ya estoy aquí.

MARTINA: ¿Quien es ella? ¿Qué hace aquí?

DANIEL: Es Soledad, una muchacha de pueblo y necesita trabajo, nos puede ayudar en algo no crees?

MARTINA: No. Ya hay mucha servidumbre. Y no me da buena espina.

DANIEL: Socorro… lleva a la muchacha al jardín.

SOCORRO: si patrón.

DANIEL: Martina, ella es una muchacha buena y necesita ayuda, hay que darle una oportunidad.

MARTINA: No, desconfió de ella, ha de ser una zorra como tus otras amigas. Quieres que se quede para tenerla como amante verdad?

DANIEL: Cállate no la ofendas. Y si es así, que? Tal vez ella pueda darme los hijos que tu no me das.

NARRADOR: y siguió la discusión hasta que decidieron que Soledad se quedara. Ella y Daniel se amaban, así que tuvieron una relación prohibida a escondidas del mundo. Y con el paso del tiempo su amor dio fruto, y nació Ernesto, pero la identidad del padre causaría problemas así que decidieron mantenerla en secreto. El muchachito creció al igual que la inquietud de saber quién era su padre, así que un día…

ERNESTO: Ya llegué mamá. Quiero comer.

SOLEDAD: que bueno mijito, siéntate

ERNESTO: mamá, porque te vistes así?,

SOLEDAD: cómo hijo, si yo siempre me he vestido así.

ERNESTO: no me gusta como te vez, me da pena que me vean contigo, porque mis amigos se burlan de mi.

SOLEDAD: hay hijo, no hagas caso a las burlas, además soy tu madre y me tienes que respetar. Pero dime, como te fue en la escuela.

ERNESTO: Muy mal mamá. Hoy nos preguntaron el oficio de nuestro padre, y como yo no respondí todos se burlaron de mi. Y hace rato la patrona me preguntó quién era mi papá. Porqué nunca me has hablado de él?

SOLEDAD: hay hijo ya te dije que no hagas caso a las burlas.

ERNESTO: pero porque no me quieres hablar de él.

SOLEDAD: Mira no tengo tiempo de platicar, estoy haciendo la comida para los patrones, mejor vete a hacer tu tarea.

ERNESTO: No entiendo porque te enojas, porque no me quieres hablar de él. Quizás te metías con cualquier hombre por eso no sabes quién es mi padre.

SOLEDAD: Cállate. No me ofendas. Tú no tienes derecho de juzgarme.

ERNESTO: Por esto y por muchas cosas más te odio.

DANIEL: que fueron todos esos gritos? Qué pasó?

SOLEDAD: ya no puedo más Daniel, ya no puedo callar.

DANIEL: no puede ser. Le dijiste que soy su padre?

SOLEDAD: no aún no, pero lo tiene que saber porque sufre mucho y no soporto verlo así.

DANIEL: tú sabes que habrá problemas si se entera. Trataré de hablar con él.

MARTINA: maldita ramera.

SOLEDAD: señora!

MARTINA: lo escuché todo Soledad, eres una zorra. Ahora entiendo porque tantas atenciones contigo, pero todo esto se acabó, porque tu y ese bastardo se me largan de mi casa. Lárgate y deja en paz a mi marido.

SOLEDAD: Señora…

MARTINA: lárgate, lárgate a la maldita ratonera de donde jamás debiste haber salido.

SOCORRO: señora que pasó.

MARTINA: nada, chismosa, lárgate a la cocina.

NARRADOR: la pobre soledad salió huyendo en busca de su hijo, triste y con lágrimas en los ojos pensaba en qué le diría a su amado hijo, pero al encontrarlo.

SOLEDAD: hijo despídete nos tenemos que ir.

ERNESTO: a donde vamos? Yo no me quiero ir.

SOLEDAD: después te explico pero vámonos.

DANIEL: soledad, él ya sabe quién soy yo.

SOLEDAD: qué? Porqué le dijiste?dejame hablar con él.

ERNESTO: Ya sé que él es mi padre,

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