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RESUMEN CRÍTICO DEL ARGUMENTO DE METRÓPOLIS


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2019  •  Trabajo  •  1.990 Palabras (8 Páginas)  •  431 Visitas

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RESUMEN CRÍTICO DE METRÓPOLIS

Metrópolis fue estrenada en Berlín en 1927, dirigida por Fritz Lang e inspirada en la novela homónima de Thea von Harbou. Metrópolis presenta una distopía urbana futurista que tiene lugar en 2026 y que presenta dos grupos antagónicos: la élite de propietarios y pensadores, habitantes de grandes rascacielos y de la superficie, y los obreros y trabajadores, residentes en el subsuelo.

Esta película es una de las obras cinematográficas más importantes del expresionismo alemán. La expresividad emocional y la distorsión formal del expresionismo tuvieron una perfecta traducción al lenguaje cinematográfico y en este filme es perfectamente visible, por ejemplo en las exageradas gesticulaciones de sus protagonistas, y en particular de Freder. El cine expresionista alemán impuso en la[pic 1]

pantalla un estilo subjetivista gracias a la distorsión de decorados y a los maquillajes.

Al comienzo de Metrópolis se nos presenta la ciudad subterránea, hogar de los obreros y las máquinas que coordinan la actividad de la gran megalópolis de la superficie. Las secuencias incluyen el cambio de turno en las máquinas con la salida y la entrada de los obreros, que vuelven apesadumbrados a sus casas. Inmediatamente después se presenta la otra realidad de la ciudad, la de los grandes rascacielos, las aeronaves y los puentes colgantes entre edificios. En ella habita Freder, el hijo del individuo más importante de todo Metrópolis, Joh Fredersen, quien un día recibe una revelación de parte de una mujer de la que queda prendado. Rodeada de niños de clase obrera le transmite que éstos son sus hermanos. Es posible observar aquí una primera vinculación relación con el cristianismo en cuanto al contenido del mensaje que es transmitido a Freder e incluso el nombre de la transmisora: Maria. Sin embargo no podemos aventurarnos a catalogar esto como parte del mensaje cristiano, dado que no se nos asegura que el cristianismo exista en el universo de Lang tal y como lo conocemos en la realidad, pues se introducen modificaciones, no se hace referencia a Dios ni a Jesucristo, centrándose más en figuras apocalípticas como los pecados capitales o la prostituta de Babilonia sobre el monstruo de siete cabezas. No obstante, encontraremos más signos vinculantes con el mismo con el transcurso del largometraje pues constatamos la existencia de un altar con numerosas cruces o de una catedral gótica.

Volviendo a la trama, Freder, mientras busca a la misteriosa mujer, presencia un terrible accidente en una de las máquinas, donde varios obreros resultan muertos, y son repuestos por otros. Esta escena es de gran interés pues es posible contemplar la doble visión que Freder tiene de los sucesos. Lo que él ve es la gran máquina bajo la imagen de un ídolo: Moloch, que se cobra su tributo de víctimas humanas.

Después de ésta terrible experiencia, Freder corre al despacho de su padre, situado en la “nueva Torre de Babel”, a contarle lo sucedido. “La torre de Babel” y su historia son un tema fundamental en la película Metrópolis. El despacho de Fredersen se encuentra en el edificio más alto y más espectacular de todo Metrópolis de nuevo capturando el mito de esta historia bíblica.

Asimismo se establece una comparación entre Metrópolis y Babilonia como ciudades esplendorosas, de una gran belleza, pero que se alejan de la perfección al degradarse con el inferior trato que recibe la clase baja y por la presencia de locales como el cabaret Yoshimara.

Freder le cuenta a su padre lo que ha presenciado en las máquinas subterráneas. Joh Fredersen pide explicaciones a Josaphat, su asistente, de  por qué no ha sido informado de tal suceso, dejándolo sólo para preguntar por el motivo por el cual Freder estaba en las salas de máquinas. Es entonces cuando su hijo explica que todos los hijos de los obreros que viven y trabajan en la ciudad subterránea son sus hermanos y hermanas, los cuales han levantado la ciudad de Metrópolis. Las respuestas de su hijo dejan a Joh Fredersen muy preocupado. No obstante, su preocupación se ve interrumpida por la presencia de Grot, un capataz, que informa de la aparición de unos planos desconocidos en los bolsillos de algunos obreros. Al ser la segunda falta de Josaphat, el secretario es despedido.

Freder sigue al abatido Josaphat, y le ofrece su ayuda, instándole a volver a casa, donde se volvería a reunir con él. Mientras, un empleado de su padre recibe la orden de seguirle en todo momento.

Inmediatamente después, Freder decide entonces bajar de nuevo a la fábrica y sustituir a un obrero de allí, el trabajador 11811. Mientras su padre va a visitar a Rotwang, un científico que vive en una pequeña casita en Metrópolis, vivienda que parece pertenecer al Medievo y supone un clarísimo contraste con los rascacielos que se extienden por toda la ciudad. Rotwang amaba a la misma mujer que Joh, Hel, que fue la madre de Freder y que murió dándolo a luz. A su imagen y semejanza creó al ser-maquina, culminación de todo su trabajo y que le costó una mano. En este momento de la película se presenta uno de conceptos más importantes de la misma: el de ser-máquina como ser

del futuro, como ser que recrea perfectamente las características del hombre, como bien señala Rotwang cuando dice que aunque el hijo se lo ha quedado Joh, la mujer es suya.

Durante ese tiempo, Freder sigue inmerso en el trabajo de las fábricas, sustituyendo al obrero 11811. Al acabar el turno, consigue ir a una de las reuniones que se celebran en las catacumbas, como también hacen paralelamente Rotwang y Fredersen, quienes, escondidos, pretenden averiguar los planes de los obreros. Se descubre que es Maria la que dirige estas reuniones.

Maria, considerada casi mística por los obreros allí reunidos, cuenta la historia de la Torre de Babel: de cómo el proyecto más grande la historia no fue llevado a cabo debido a que no[pic 2]

había entendimiento entre los pensadores y los constructores de mismo, de cómo hubiese sido necesario un mediador, un mensajero que hiciese a las dos partes entenderse y compartir el entusiasmo. En esa obra el relato se ve adulterado, adaptándose mejor al guión y sin terminar de coincidir con la doctrina cristiana.

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