Alejandro Moreno Seba

La relación de la Republica Mexicana con los Estados Unidos de América siempre ha sido un tema muy discutido y puede haber muchas opiniones acerca de ello. Lo que si es cierto es que tiene sus pros y sus contras. El hecho de vivir tan cerca de un país tan influyente a nivel mundial ha hecho que México también tome un papel importante en el panorama global. El país tiene muchas prerrogativas gracias a la cercanía de la Unión Americana. Pero vivir cerca de EU también puede llegar a ser un verdadero estigma para los mexicanos.

La relación entre ambas naciones no puede reducirse meramente a un asunto económico, sino que debe contemplar factores fundamentales como el social, cultural, migratorio y de seguridad.

En lo referente a los económicos, sin duda el marco de la relación se refiere particularmente al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pues

éste da lugar a una infinidad de profundas transformaciones e interrelaciones entre ambas naciones.

Históricamente la relación entre Estados Unidos y México no ha sido fácil, México a partir de su independencia, y posteriormente, a principios del siglo XX, fue objeto de diferentes intereses económicos mundiales, e inclusive libraron en nuestro territorio batallas diplomáticas para conseguir posiciones internacionales, favorable a los intereses extranjeros.

Posteriormente, después de la segunda guerra mundial y con el predominio a nivel mundial de los Estados Unidos, se fue dando una mayor integración entre las economías de nuestro país y la del vecino del norte. México ha pasado por distintas políticas públicas emanadas de los distintos sexenios o administraciones que ha tenido nuestro país.

No hace mucho tiempo nuestro país pasó por una etapa de desarrollo conocida por la sustitución de importaciones, donde el Estado fue el principal apoyo para el fortalecimiento de una elite determinada, creando empresas públicas que les proporcionaran insumos baratos por abajo de los costos, y en general, con una política económica de apoyo a la formación de capital, lo que trajo como consecuencia un proceso de industrialización y el crecimiento del mercado interno.

Sin embargo, este modelo no permitió (ante la falta de competencia con el exterior, dado el papel proteccionista del Estado) que la planta productiva se modernizara al ritmo que se estaba haciendo en casi la mayor parte de los países capitalistas desarrollados.

Fue hasta durante la década de los 90’s, cuando la brecha entre ambos países comenzó a “acortarse”, y ésta estuvo marcada principalmente por la entrada en vigor del TLCAN que incluía también a Canadá.

Por su lado, el gobierno norteamericano se percató que el mundo se desarrollaba en bloques comerciales y regionales y debía aprovechar la coyuntura mexicana, en donde sin duda tenía una ventaja comparativa superior

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