Capitalismo Fase Superior Del Capitalismo
Enviado por nextok • 27 de Noviembre de 2013 • 1.833 Palabras (8 Páginas) • 714 Visitas
Es así que, nacionalismo y orgullo racial se alimentaban con los progresos de la economía, que inducía a la expansión y al mismo tiempo se ponía a su servicio. El desarrollo industrial fue tal que, si bien en 1870 en Gran Bretaña podía ser considerada como la potencia que detentaba la hegemonía económica de Europa y de todo el mundo, sólo diez años después se encontraba igualada y superada en algunos sectores por naciones como Alemania y los Estados Unidos. En este magno proceso de crecimiento y reestructuración del sistema económico occidental deben buscarse las causas profundas de la expansión colonial. Los últimos treinta años del siglo XIX conocieron un gran desarrollo productivo, pero al mismo tiempo se caracterizaron por una relevante y prolongada crisis, que bajo el nombre de "gran depresión "se prolongó hasta principios del siglo XX. En este período, aunque el volumen de la producción, de los intercambios y de las inversiones fue superior en mucho al de los años precedentes, se registró sin embargo una clara disminución de las tasas de incremento en todas las ramas de la actividad económica, debida esencialmente a la falta de salidas suficientes para absorber las mercancías y los capitales acumulados. El sistema productivo occidental se encontró por tanto frente a la necesidad de reestructurar por completo sus bases, condición indispensable para no incurrir en un auténtico desastre económico. La reconversión del sistema capitalista ante la crisis de superproducción de 1873, hizo perder la esperanza a muchos, de que, ante su contradicción básica, el sistema capitalista se tambaleara y estuvieran las condiciones para su desaparición. Es así que, nada de esto sucedió, al contrario, se operó el tránsito del capitalismo premonopolista, con el dominio de la libre empresa, al capitalismo monopolista o imperialismo. El capitalismo premonopolista, con el dominio de la libre competencia, alcanzó su punto culminante en las décadas del 60 y el 70 del siglo XIX. Durante el último tercio del siglo XIX se operó el tránsito del capitalismo premonopolista al capitalismo monopolista. El capitalismo monopolista o imperialismo representa la fase superior del capitalismo; su rasgo distintivo fundamental es la suplantación de la libre competencia por la dominación de los monopolios. Es entonces que, según la clásica definición de V. I. Lenin, los rasgos económicos fundamentales del imperialismo son: 1) la concentración de la producción y del capital llega hasta un grado tan elevado de desarrollo, que crea los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, en el terreno de este "capital financiero", de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) se forman asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) ha terminado el reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes.La crisis, planteada por primera vez en 1873, estimuló en ciertos sectores, la concentración de la producción en pocas pero gigantescas empresas industriales. En los países europeos, esencialmente en Alemania y en Gran Bretaña, en los Estados Unidos y en el Japón empezaron a formarse a un ritmo cada vez más rápido los trusts y los grandes cárteles de las industrias, los cuales, acaparando el aprovisionamiento de materias primas, los transportes y la mano de obra, y bajando metódicamente los precios, provocando la ruina o la sumisión a su supremacía de las empresas ajenas a ellos. Nacían así, auténticos imperios económicos que controlaban completamente las principales ramas de la actividad productiva, como las del acero, de los productos químicos, de los tejidos, de las fuentes energéticas. Paralelamente al sector industrial, el bancario experimentaba un fenómeno similar. Los principales bancos se anexionaban o controlaban gran número de instituciones menores y tendían acaparar progresivamente la totalidad del aparato financiero del Estado. La industria perdió entonces su libertad de movimiento en la búsqueda de créditos y empezó a depender estrechamente de los capitales de los bancos. La división entre capital bancario e industrial iba desapareciendo dando lugar, con la unión de los bancos y las industrias, a un nuevo capital mucho más pujante, el financiero. Eran los principios del monopolio y no los de la libre competencia los que se estaban convirtiendo en la base de las economías de los diferentes Estados, los cuales, decretando al mismo tiempo la desaparición del librecambismo y la adopción del sistema proteccionista, contribuyeron a cambiar definitivamente el aspecto del capitalismo. La gran producción de cereales a bajo precio que había ido desarrollándose en los países extraeuropeos, como los Estados Unidos y Argentina, y el miedo a que su exportación masiva pudiera minar completamente el equilibrio económico de los Estados europeos incitó a adoptar el proteccionismo. Pero estas medidas defensivas se hicieron muy pronto necesarias también en el campo industrial, donde, a pesar de la creciente expansión, existían todavía notables desniveles en el grado de desarrollo y de competencia entre las grandes industrias nacionales. El proteccionismo, además de fomentar la industria existente, potenció la aparición de otras, contribuyendo así, a su vez, a prolongar
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