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Enviado por   •  24 de Agosto de 2011  •  6.361 Palabras (26 Páginas)  •  566 Visitas

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Artesanía de Piura

En Piura existen dos centros artesanales muy importantes por la calidad de sus trabajos y tradición que estos pueblos cultivan de generación en generación. Estos dos pueblos son Catacaos y Chulucanas.

Catacaos, es considerada como la capital artesanal de Piura y Chulucanas muy conocida por los finos trabajos de su cerámica de barro que han dado la vuelta al mundo conquistando mercados extranjeros.

Centro artesanal de Catacaos:

Catacaos este pintoresco pueblo se encuentra a 12 km. de la ciudad de Piura, su raíz se encuentra principalmente en la cultura Tallán y se caracteriza por la producción de algodón, de gran calidad por su textura y largas fibras, es sumamente cotizada tanto en el país como en el extranjero.

Algo muy característico de Catacaos es la habilidad innata de sus artesanos que hacen maravillas de oro y plata, así como también de paja, madera, cuero, barro y prendas codiciadas por los cientos de turistas nacionales y extranjeros que llegan a estas soleadas tierras.

La artesanía de Catacaos es única y a sido reconocida a nivel nacional e internacionalmente, a tal grado que el Estado le ha concedido el título de Capital Artesanal con la ley 25132 en el año 1989.

Los artesanos de Catacaos cuentan con una habilidad sorprendente para confeccionar joyas de oro y plata en filigrana (hilos muy finos), los que artísticamente adornan collares y sortijas, y confeccionan todo tipo de objeto que sea solicitado. Destacan también sus tejidos de paja toquilla, famosa por su calidad, finura y delicadeza; por su artesanía en madera dura (hualtaco), que asombra por su belleza, perfección y diseño.

En sus cerámicas los pobladores de Catacaos hacen representaciones de sus actividades diarias

Los trabajos en madera realizados por los pobladores piuranos de Catacaos son hechos con madera de zapote.

Panamá es uno de los países que aprovecha las bondades en la producción de sombreros de paja, provenientes de los artesanos de este tradicional pueblo piurano.

En sus cerámicas los pobladores de Catacaos hacen representaciones de sus actividades diarias

Calle Comercio en Catacaos:

Catacaos presenta a todos los turistas su histórica y bella calle Comercio, arteria principal cuya antigüedad de dos siglos ha recibido a miles de mercaderes que han comercializado principalmente sus productos de paja y junco.

El Distrito de Catacaos es uno de los nueve distritos que conforman la Provincia de Piura en la Región Piura. Está situado en la costa norte del Perú, a 25 metros sobre el nivel de mar. Es conocido por su artesanía y gastronomía. El pueblo, con más de 54.171 habitantes, es predominantemente agrícola y artesano, ya que está rodeado por un valle fértil, con una importante producción de algodón de gran calidad por su textura y largas fibras. Este pueblo forjó su futuro con chimeneas y pesados ferrocarriles, con algarrobo y sombreros de paja, con su filigrana de oro y plata.

Toponimia: Etimológicamente la palabra Catacaos deriva de las voces sec "catac" (valle grande) y "ccaos" (exuberante). Esta zona fue poblada por los Tallanes, quienes luego de instalarse y dirigidos por Mecnon y luego por Nariwalac se organizaron y formaron la nación Tallán (Tacllán por el uso de la taclla, herramienta de trabajo agrícola). Su dios fue Walac y en su honor edificaron un enorme santuario, que actualmente se encuentra en restauración (Templo Narihualá). Posteriormente fueron invadidos por Mochicas y Chimúes. Durante la colonia, Catacaos fue "Encomienda de indios", recibiendo el nombre de San Juan de Catacaos. Durante el proceso de emancipación del Perú, aportó muchos contingentes para la liberación.

Generalidades

Situado a 12 kilómetros de la ciudad de Piura, es el rincón más tradicional del departamento por su festividad religiosa de la Semana Santa, por las costumbres de sus habitantes, sus chicherías, sus comidas, sus indias pollerudas, su industria de sombreros de paja, su áurea orfebrería y su alegría. Es además, la fuente obligada de los piuranos. Bajo la bandera blanca se sus chicherías, aplaca el rigor de las horas aceradas y bullentes del mediodía así como el de las horas plateadas de la tarde.

Catacaos es la obra de la filantropía. Levanta sus casas modestas y sus chozas de caña de guayaquil y de “pájaro bobo”, sobre los terrenos del año de 1645 obsequió a los indígenas de la región el Bachiller Don Jerónimo de Mori Alvarado, Vicario de la parroquia. Su vida transcurrió como la del resto de los pobladores piuranos, en el medio del silencio, sin protagonizar acontecimientos trascendentes. Es a principios de este siglo que Catacaos toma importancia, con su producto de sombreros de paja de toquilla.

Sus sombreros se exportaban a Alemania por el comerciante Don Manuel Oliva, abuelo de Don Humberto Requena Oliva. Otro de los exportadores fue el ciudadano español Don Bonifacio Cabredo. La fibra de los sombreros tejió fortunas, como la de la firma Romero, entre otras. Ahora esta artesanía se encuentra en declive, pero con posibilidades de un futuro reverdecer.

Los sombreros que antes armaban verdaderas ferias los días domingos en la abandonada calle Comercio de la Villa, se clasifican según la textura, brillo, unión de la paja. La leyenda afirma que hubo tiempos en que los mejores sombreros de Catacaos podían colocarse en el bolsillo superior del saco como si fuera un pañuelo, por los blancos, ligeros y finos. Lo cierto es que ahora se teje pocos sombreros finos.

Catacaos es también la tierra de las chicherías, en cuyas puertas se levantan las banderas blancas que anuncian la chicha fresca, espumante y generosa. Sobre el suelo de tierra de la chichería se amontonan los cantaros de simbilá, con su espirituoso contenido. Sobre las mesas rústicas de madera, se llenan “los potos” –calabazas pulidas y vacías- que levantan la espuma del “claro” y “del destilado”. Y en torno a los cántaros pequeños, -“chirihuacos”- y el poto que debe llenarse cuando se encuentra bien seco, para que la chicha levante su espuma sedosa y fresca, se sientan los piuranos a calmar su sed. Allí se pasan el poto de mano en mano y de boca en boca, los “blancos” piuranos que humedecen sus paladares con la bebida del indio. Allí los cholos en mangas de camisa, los indios del campo, de la comunidad, “secan” los potos de un solo “bebe”, para limpiar la garganta reseca con el polvo del algodonal y la fatiga de la rigurosa “paña” de las motas blancas

Cada año miles de turistas recorren la calle Comercio para adquirir joyas, sombreros y otras

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