Costumbre Comercial

COSTUMBRE COMERCIAL

Partimos de la antigüedad, en donde las sociedades se regían por la costumbre y las tradiciones que se transmitían de generación en generación, es decir, que no existía la norma escrita para regular la conducta de las personas, así surgió lo que se llama derecho consuetudinario. Luego, las sociedades comenzaron a crecer y las relaciones humanas se volvieron más complejas y se hace necesaria la existencia de la norma escrita para regular la conducta de las personas, se hace necesaria la ley. El mayor avance social en cuanto a la norma escrita es la codificación.

La costumbre es una forma de actuar constante y uniforme, por un largo período de tiempo con la convicción de que dicha forma de actuar responde a una necesidad jurídica y es obligatorio.

De este concepto surgen los elementos de la costumbre. Existen elementos objetivos y un elemento subjetivo. Los elementos objetivos son: la constancia, uniformidad, largo uso y generalidad. Constancia, porque dicho actuar no tiene interrupciones, uniforme, porque dicho actuar es siempre igual en las mismas circunstancias, largo uso en cuanto a la duración, que se traduce en un tiempo más o menos prolongado y finalmente la generalidad, es decir, que debe ser practicado por toda la comunidad.

El elemento subjetivo o psicológico, es la convicción de obligatoriedad, es decir, la convicción de que dicho proceder es obligatorio, distinguiéndose así de los usos sociales, como por ejemplo, el saludo o la propina que se le deja a un mozo, ya que estos comportamientos, si bien son costumbre, no son obligatorios diferenciándose así de la costumbre jurídica.

Existen distintos tipos de costumbre. Una de ellas es la costumbre secundum legem, ella es reconocida por la ley y de ella deriva. Hacemos mención del artículo 17 del Código Civil que dice: “Los usos y costumbres no pueden crear derechos sino cuando las leyes se refieran a ellos…”, esto quiere decir, que la ley se refiere a la costumbre, remite a ella, por ejemplo, el contrato de locación de servicios, en el cual a falta de convención respecto al precio, se establece el precio de costumbre.

La costumbre mercantil al ser fuente de derecho adquiere la misma autoridad de la ley comercial. Esto significa que una vez se prueban los requisitos que la ley exige para que una práctica se considere como tal, podrá aplicarse siempre que así se requiera y tendrá el mismo poder vinculante de la ley.

La costumbre mercantil ocupa un lugar de especial importancia en el Derecho Comercial, dado que puede adquirir la misma autoridad que la Ley Mercantil siempre que cumpla ciertos requisitos y las cámaras de comercio las certifiquen como Costumbre Mercantil.

Por consiguiente, la costumbre mercantil certificada por las cámaras de comercio ofrece seguridad jurídica y agilidad a los negocios mercantiles por cuanto evita la presentación de demandas ante los

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