Economia Y Estado
Enviado por mofapaju • 7 de Abril de 2013 • 4.217 Palabras (17 Páginas) • 269 Visitas
ECONOMIA Y ESTADO
RESUMEN:
La ética natural y católica establecen como finalidad específica del Estado el bien común. La Doctrina Social de la Iglesia no sólo admite la existencia del bien común, distinto del bien particular de los gobernados, sino también lo ha explicitado en las palabras de Juan XXIII que dijo “el bien común abarca el conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo conveniente y pleno de su propia perfección”.
De lo expuesto precedentemente se deduce que los gobernantes deben procurar dicho bien común por las vías necesarias y adecuadas, de tal forma, que respetando
una recta escala de valores, permitan que el ciudadano se realice integralmente en el campo de lo material y de lo espiritual.
El Estado debe legislar, administrar y juzgar conforme con la recta razón y el ordenamiento natural de las cosas, por lo tanto, las relaciones económicas dentro de una sociedad, implican la intervención de la autoridad política por ser parte trascendente del bien común general y permitir que los principios que regulan la actividad económica, deben estar al servicio del desarrollo humano, no sólo en la producción de bienes y servicios, sino, en la justa distribución de los mismos.
El estado puede definirse como un ente natural y necesario, integrado por personas y entidades, política y jurídicamente organizado, dentro de límites territoriales, con plena soberanía interna y externa, constituyendo de esta manera una categoría histórica, jurídica y filosófica.
Desde la visión aristotélica el Estado es la mejor organización de la sociedad para afirmar el ideal de justicia, y en la concepción jurídica moderna se definiría como la nación jurídicamente organizada.
Cabe destacar que la vida en sociedad del hombre es un impulso natural, querido por el Creador de la naturaleza, permitiendo que las partes integrantes, conserven su propia acción, uniéndose con la intención natural de procurarse un orden y un “bien común” que le permita realizarse espiritual como materialmente.
El hombre tiende a vivir organizado, no importa cual es el grado de eficiencia de esa organización, por lo tanto, el Estado ( bajo las distintas formas que adopto históricamente) es naturalmente necesario para la vida en sociedad.
El Estado debe ser la expresión genuina de la sociedad a la que debe servir y debe representar los intereses comunitarios, sin tener en cuenta que forma de gobierno adopta, ni los apremios circunstanciales.
Es importante destacar la relación exacta que existe entre Estado y comunidad, ya que no es un episodio externo a la misma, el mismo es el núcleo central, el cerebro, el sistema nervioso de la sociedad; es decir que una comunidad sin Estado, no tendría conciencia en sí misma y carecería integralmente de dimensión histórica.
El Estado es el heredero de esa conciencia social, es el hilo conductor de la misma en el presente hacia el futuro.
La ética católica establecen como finalidad específica del Estado el bien común, la Doctrina Social de la Iglesia hace una distinción concreta entre el bien particular de los integrantes de la comunidad, del bien común social y así lo explicita Juan XXIII en Pacern in Terris “El bien común abarca el conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo conveniente y pleno de su propia perfección”. El Estado debe estructurar las condiciones necesarias y suficientes para
que cada integrante de la comunidad pueda alcanzar su plena realización personal, no sólo material, sino especialmente espiritual, para recorrer el camino hacia su propia perfección.
El mismo está al servicio de la persona humana y no a la inversa y debe procurar que la prosperidad pública alcance a todos los integrantes de la sociedad y que estos puedan contar con lo necesario para el vivir cotidiano. Dice Santo Tomas en Contra Gentiles “Pues para un perfecta contemplación –felicidad del hombre- se requiere la integridad corporal, que es el fin de todas las cosas artificiales necesarias para la vida. Requiérese también el sosiego de las perturbaciones pasionales, que se alcanza mediante virtudes morales y la prudencia: y también el de las perturbaciones externas que es lo que persiguen en general el régimen de vida social. De modo que, bien advertidas las cosas, todos los oficios humanos parecen ordenarse a favor de quienes contemplan la verdad”
Juan XXII escribe en Pacem in Terris “Hemos de hacer aquí una advertencia a nuestros hijos: el bien común abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como a las del espíritu . De lo cuál se sigue que los gobernantes deben procurar dicho bien por las vías adecuadas y escalonadamente, de tal forma que, respetando el recto orden de los valores, ofrezca al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu”.
De lo expuesto precedentemente se infiere que el bien común que debe procurar el Estado a la comunidad que lo constituye, es aquél, que le permita a cada integrante gozar del conjunto de condiciones que la permitan alcanzar su realización material y la vida superior del espíritu.
Cuando existan intereses contradictorios entre el bien común y el bien particular, sin lugar a dudas debe prevalecer el primero, como nos enseñara Santo Tomas en Suma Teológica “El bien común de la ciudad y el bien singular de una persona no difieren solamente según lo mucho o poco, sino según una diferencia formal. Porque una es la razón del bien común y otra la del bien particular, como una es la razón del todo y la otra la de la parte”
Es importante destacar que el bien común no se opone al bien propio, pero sí, al bien particular, debiendo los integrantes de la comunidad nacional, subordinar su actitud ética y moral a este bien común.
El Estado como custodio de los principios que garantizan a la sociedad toda, su normal desenvolvimiento, debe transitar el permanente camino hacia la perfección del orden público, que entendido en esta concepción, no es otra cosa, que un acabado sinónimo del bien común.
El Papa León XIII en la Encíclica Rerum Novarum señala con claridad meridiana que “una sana teoría del Estado” es indispensable para asegurar el libre desarrollo de las actividades humanas, las espirituales y materiales, entre las cuales debe existir una relación indispensable”.
En un pasaje de la misma Encíclica el Papa se refiere a la organización estructural de la sociedad, haciendo alusión a al división de los poderes del Estado en –legislativo, ejecutivo y judicial-, ordenamiento que refleja sin lugar a dudas, una visión “realista de la naturaleza social del hombre”.
El Estado debe
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