Globalización y violencia transnacional: dinámicas, costes y propuestas
Enviado por personante • 2 de Septiembre de 2021 • Ensayo • 10.319 Palabras (42 Páginas) • 153 Visitas
Globalización y violencia transnacional: dinámicas, costes y propuestas
Manuela Mesa Peinado
Directora del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ)
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La violencia transnacional, que está ligada a otras formas de violencia social y las actividades y redes ilícitas que actúan más allá de las fronteras, es un fenómeno cuya incidencia es cada vez mayor. Este hecho es a la vez causa y consecuencia de la globalización, un proceso que al reducir o eliminar las barreras económicas, y debilitar a los Estados, hace más fácil la interconexión entre diferentes gru- pos armados que realizan actividades ilícitas ligadas al narcotráfico, al tráfico de armas y de perso- nas, y otras formas de violencia social. Los cuantiosos beneficios que obtienen, y el aumento del poder de estas redes, plantean un serio desafío para la gobernabilidad, que afecta tanto a los gobier- nos como a las organizaciones internacionales. En este artículo se analizan los nexos entre la glo- balización y la violencia transnacional, y se examinan posibles estrategias para afrontar esa realidad desde una perspectiva de gobernanza democrática cosmopolita del sistema internacional. A modo de caso de estudio se analiza América Latina, una de las regiones cuya estabilidad democrática está amenazada por la vinculación, cada vez más fuerte, entre la violencia social y la violencia transna- cional. Para terminar, se examinan las diferentes respuestas que se han dado a este fenómeno des- de la comunidad internacional.
Globalización y violencia transnacional
La globalización también
ha supuesto una erosión
de la soberanía nacional
y ha agravado la desigual distribución de la riqueza
que caracteriza al sistema internacional
La creciente importancia de las actividades ilícitas y de la violencia transnacional se explica, en gran medida, por la aceleración del pro- ceso de globalización y por cambios económicos, políticos y socia- les que son causa y/o consecuencia de dicho proceso. Como explica Moisés Naim, las fuerzas que impulsa el auge económico y político de las redes mundiales del crimen organizado y otras actividades ilí- citas, son las mismas que las que impulsa la globalización1. Las polí- ticas de liberalización económica y la transnacionalización de la producción y las finanzas ha creado condiciones más favorables para la actuación de las redes delictivas organizadas internacionalmente, cuya actividad se ha incrementado y, con ella, su poder económico. La globalización también ha supuesto una erosión de la soberanía nacional, al situar a los Estados en redes de interdependencia que restringen su autonomía, tanto en el ámbito interno como en el inter- nacional. En ocasiones, esas interdependencias han debilitado a los Estados y sus capacidades para ejercer sus competencias al interior de las fronteras, y para desarrollar una cooperación internacional efi- caz, en especial en los llamados “Estados frágiles”. Finalmente, la glo- balización también ha agravado la desigual distribución de la riqueza que caracteriza al sistema internacional, y ha acentuado la polariza- ción socieconómica al interior de muchos países. Se puede argumen- tar que ninguno de estos factores explicaría, por sí solo, el crecimiento de las actividades ilícitas transnacionales, ni de la violen- cia que ello comporta. Pero lo que sí lo explica es la funesta combi- nación de crisis social, debilidad del Estado y crisis de gobernabilidad, liberalización y menor control en las transacciones y flujos transfronterizos, y la creciente interconexión y poder de las organizaciones delictivas.
La intensificación del proceso de globalización en todos sus ámbitos, sea el cultural, el económico, el social o el político, es probablemen- te el factor de cambio más importante en la sociedad internacional contemporánea. La globalización es un concepto de contornos muy amplios y de difícil definición. Según David Held, se refiere a un con- junto de procesos que crean un mundo caracterizado por relaciones y redes humanas cada vez más extensas, más veloces, y con mayor propensión a tener impacto en múltiples facetas de la vida social2. El más visible de estos procesos es el económico y financiero, que ha llevado a la aparición de una economía planetaria dominada por un mercado financiero transnacional que opera las 24 horas del día, y con empresas transnacionales cuyo volumen de facturación a menu- do supera el producto interior bruto de muchos países de renta media. Ahora bien, hay distintas maneras de vincularse a ese proce-
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- Moisés Naim. Ilícito. Debate, Barcelona 2006
- David Held, “La globalización tras el 11 de septiembre”, El País, 8 de julio de 2002.[pic 2]
[pic 3]so según países, regiones, sectores productivos, y grupos sociales, y en esa economía planetaria también hay un “lado oscuro”. Este se caracteriza por la aparición de redes económicas ilícitas que surgen cuando existe oferta y demanda de un producto, cuya prohibición genera rentas extraordinarias y hay grupos que pugnan por el con- trol de la producción, tránsito y comercialización del mismo. Estos grupos tratan de sortear el control del Estado y, si son lo suficiente- mente fuertes, trataran de debilitarlo para que no pueda imponer la ley, creando de manera deliberada “vacíos de poder” en los que el Estado no puede actuar, y esas actividades pueden desarrollarse sin impedimentos.
Las políticas de liberalización han tenido un papel importante en este proceso. De hecho, en su dimensión económica la globalización se asienta sobre la eliminación de barreras a la circulación de bienes, servicios y capitales, y en muchos países ello se ha llevado a cabo a través de la aplicación de las políticas del llamado “Consenso de Washington”. En cualquier caso, cuando la liberalización y el incre- mento de los intercambios no se ha producido de forma lícita, de iure, ha ocurrido de facto, a menudo a través de mecanismos ilega- les, como ocurre con las drogas, las armas, o los emigrantes.
La globalización también supone una reestructuración global de la producción y del trabajo, en la que hay ganadores y perdedores. Se han generado extraordinarios beneficios para ciertos países, regio- nes, sectores productivos, y grupos sociales, al mismo tiempo que otros se han empobrecido y se han visto empujados a la exclusión. Como afirma Castells la globalización divide el mundo y las nacio- nes, entre ellas y al interior de cada una de ellas, en zonas polariza- das de opulencia y pobreza, de inclusión y exclusión, de poder y vulnerabilidad, generando una fragmentación cada vez más profun- da del orden social, sea nacional, o internacional3. No se trata sólo de un problema de distribución desigual de los recursos, pues supone negar todo un conjunto de derechos, en especial los derechos eco- nómicos y sociales4. En la actualidad, según cálculos del Banco Mundial, casi la mitad de la población del planeta tiene que malvivir con unos ingresos per cápita inferiores a dos dólares diarios, y las diferencias entre ricos y pobres no dejan de aumentar. La pobreza y la desigualdad impiden la consolidación de la democracia y la plena realización de la ciudadanía. La participación política supone la auto- nomía del individuo, y ésta no existe allí donde no se dan unas con- diciones mínimas de vida sin las que no es factible el disfrute real de los derechos políticos.
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