Globalización
Enviado por emmanuel0330 • 27 de Mayo de 2013 • 2.070 Palabras (9 Páginas) • 286 Visitas
Introducción
En los últimos años, la globalización se ha instalado como un concepto clave para comprender a nuestra época. Sin embargo, no hay consenso en torno a la dimensión de este fenómeno ni sobre cómo abordarlo. Hay quienes la defienden a fardo cerrado y tienden a verla como un proceso natural y generador de beneficios al que hay que dejar desarrollarse sin restricciones; están también aquellos que reconocen sus beneficios potenciales y reales, pero que están conscientes de sus limitaciones y, por lo tanto, luchan por reorientar el proceso haciéndose cargo de éste en toda su complejidad; y por último, hay quienes sólo ven en ella un artificio de los países desarrollados para defender sus intereses, que perpetúa las desigualdades y conduce a un caos generalizado.
Hasta la actualidad, la globalización se ha manifestado principalmente en el aspecto económico y, sobre todo, en el ámbito financiero. El dinero ha sido el principal agente que ha adquirido en este proceso una libertad de movimiento prácticamente ilimitada a través de las fronteras. Por eso, hay quienes sostienen que en verdad sólo ha habido globalización de la economía.
Etapas de la globalización
Como fenómeno histórico, la globalización se ha desarrollado en el tiempo. Para algunos, impresionados por los cambios en pleno desarrollo y carentes de perspectiva histórica, se trata de un fenómeno exclusivo de la época contemporánea o del mundo actual. En cambio, hay quienes comparten la visión de la globalización como un proceso de larga duración que ha atravesado y caracterizado a varias épocas históricas, aún cuando reconocemos que en nuestra época ha adquirido una dimensión, fuerza y aceleración antes desconocida. Las raíces de la globalización entendida como un proceso largo, se encuentran en la tendencia a la interacción y el intercambio entre las comunidades humanas que ha estado presente desde el comienzo de la historia.
Esa tendencia se ha expresado en los grandes imperios de la Antigüedad, los contactos comerciales entre Oriente y Occidente, la llegada y el establecimiento de los europeos en América, el imperio español del siglo XVI, el imperio británico y el avance del libre comercio durante el siglo XIX, así como en el establecimiento de instituciones y normas globales tras la Segunda Guerra Mundial que, a su vez, han alcanzado mayor vigencia desde el fin de la guerra fría.
Para comprender la globalización como un proceso de larga duración, podemos recurrir a Braudel, quien ya había establecido la existencia de varias mundializaciones históricas, correspondientes a la antigua Fenicia, Cartago, Roma, la Europa cristiana, el Islam, China e India. En todas ellas se conjugarían cuatro aspectos u órdenes: económico, social, cultural y político. Este autor subraya además el hecho de que “estos órdenes, aunque son útiles para analizar el fenómeno, no funcionan y no deben considerarse por separado, sino que forman en cierto sentido un sistema y no se puede aislar la economía de los otros aspectos”.
Por otra parte, la globalización es un proceso ligado íntimamente al desarrollo del
capitalismo como modo de producción intrínsecamente expansivo respecto de territorios, poblaciones, recursos, procesos y experiencias culturales.
Desde el siglo XVI, la dinámica expansiva del naciente capitalismo europeo, asociada al nuevo espíritu intelectual y político de la época, impulsó la apertura de nuevas fronteras. El desarrollo de la ciencia y su aplicación a la producción favoreció la conquista de nuevas fuentes de materias primas y de mercados, así como el dominio político y militar de territorios y poblaciones que fueron sometidas a las principales potencias europeas.
Como un proceso de mediana duración, podemos decir que en el último tercio del siglo XIX la llamada Segunda Revolución Industrial, impulsada por el desarrollo a escala mundial de nuevos medios de transporte terrestre y naval, el surgimiento y expansión de nuevas tecnologías de comunicación, la aplicación de la energía eléctrica a la producción industrial y las nuevas técnicas de conservación de alimentos, entre otros, multiplicó las relaciones económicas internacionales. También dio un nuevo impulso a la expansión imperial global europea, a la que comenzó a sumarse Estados Unidos. Asimismo, estimuló masivos desplazamientos de población, principalmente desde Europa hacia América. Así, a los crecientes flujos de capital y de comercio se sumaron las grandes corrientes de población.
Ya en 1848, se había caracterizado este proceso, que “merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de
los medios de comunicación”, no haría más que intensificarse en las décadas siguientes: “En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal”.
Pero esta tendencia globalizadora ha tenido desde entonces, como suele suceder en los procesos históricos, avances y retrocesos. Mientras que la última parte del siglo XIX y la primera década del siglo XX fue un período de gran expansión del proceso globalizador; a partir de 1914 y hasta la década de 1940, éste sufrió una fuerte contracción.
Según Ferrer, “la situación actual tiene antecedentes importantes en el proceso de globalización que culminó en las vísperas de la Primera Guerra Mundial (...) Por otra parte, las migraciones fueron relativamente mayores en aquel entonces y los regímenes nacionales más permisivos que en nuestros días.
De hecho, después de 1945, tras la anterior interrupción del proceso de globalización de la economía mundial, ni el comercio internacional, ni las corrientes de capitales y los movimientos migratorios, volverían a recuperar los niveles alcanzados con anterioridad a la Primera Guerra Mundial.
En este sentido, el período que va entre 1914 y 1945, aparece como un gran paréntesis entre dos grandes
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