IDEA DE UN NUEVO NEGOCIO
Enviado por hans2010 • 25 de Marzo de 2013 • 12.809 Palabras (52 Páginas) • 663 Visitas
1.La idea de un nuevo negocio
1.1.Introducción
Toda empresa nace de una idea, una idea acerca de la fabricación de un producto o la
prestación de un servicio que permita satisfacer la necesidad de alguien, el futuro cliente.
Cuando se tiene una idea relativa al desarrollo de una actividad empresarial, ya se ha dado el
primer paso para crear una empresa; cuando aún no se tiene, lo primero que se debe hacer es
buscarla. Pero la idea difícilmente se concretará en una empresa si no está apoyada en una
actitud personal: la ilusión; ilusión y entusiasmo por crear algo nuevo, por iniciar una aventura
que para algunos durará y marcará toda su vida.
Así pues, la idea es el germen de la empresa. Sin embargo, no toda idea es susceptible
de materializarse en una actividad empresarial. Es preciso que el proyecto se pueda llevar a la
práctica: que la persona o personas promotoras sean capaces de implantarla, que proporcione
los ingresos suficientes para cubrir todos los gastos e inversión necesarios para su realización,
y que genere un beneficio que compense el esfuerzo y la dedicación. Para evaluar la
factibilidad de la idea, es preciso que ésta se vaya concretando en un plan o proyecto que
analice con rigor los diversos aspectos de la creación de una empresa. Los siguientes módulos
didácticos constituyen una guía para ir elaborando ese proyecto de empresa, pero previamente
es conveniente reflexionar acerca de la idea: cómo buscarla si aún no se tiene y cómo llevar a
cabo una primera evaluación de la misma.
Antes de comenzar el análisis de estas cuestiones, parece necesario hacer algunas
consideraciones acerca de tres aspectos que habitualmente se relacionan con la creación de
empresas o con la actividad empresarial: la suerte, los recursos y el riesgo.
Con bastante frecuencia, se suele atribuir la idea que da lugar a una empresa de éxito
a la suerte; incluso se llega a afirmar que el éxito de los empresarios es sólo consecuencia de
su buena fortuna. Aunque estas afirmaciones pueden ser oídas en numerosas conversaciones,
difícilmente vendrán de boca de un empresario o de alguien que conoce el mundo empresarial.
Ciertamente, la suerte es un aspecto importante de la vida y no es algo ajeno, por tanto, a la
actividad empresarial. En bastantes ocasiones, un negocio ha surgido o se ha desarrollado
gracias a que el empresario se encontraba "en el lugar adecuado en el momento oportuno".
Pero la suerte no consiste más que en saber captar las oportunidades que se presentan y tener
la capacidad de sacar provecho de ellas. Así pues, la suerte sin información, sin conocimiento,
sin capacidad y sin dedicación se asemeja a un tren que pasa de largo; por sí misma no da
lugar al surgimiento de una empresa. En definitiva, al pensar en la idea debemos desechar la
imagen de una persona esperando pasivamente la inspiración de las musas; el nacimiento de
la idea exige trabajo y dedicación. Un ejemplo de esta afirmación se puede encontrar en el
viejo tópico acerca del descubrimiento de la ley de la gravedad. En muchos libros se señala
que la idea le sobrevino a Newton cuando dormitaba debajo de un manzano y uno de sus
frutos cayó sobre su cabeza. La descripción del propio Newton es, sin embargo, muy diferente:
aludiendo a la concepción de su famosa ley, se presenta a sí mismo "pensando en ella noche y
día".
En segundo lugar, también suele ser frecuente escuchar que para crear una empresa
es preciso disponer de una gran cantidad de recursos, sobre todo financieros. Solo las
personas que están respaldadas por un elevado patrimonio pueden lanzarse a la aventura de
la creación de una empresa. La realidad de muchos casos, de muchos empresarios de éxito,
nos dice que tal afirmación no es cierta. Ramón Areces (El Corte Inglés), Pepín Fernández
(Galerías Preciados), Juan José Hidalgo (Viajes Halcón),..., no disponían de muchos recursos
cuando decidieron adentrarse en el mundo empresarial. El desarrollo de una empresa supone
siempre realizar una inversión y soportar unos gastos; pero este capital inicial necesario no
debe contemplarse como una condición de partida, como un obstáculo o impedimento sino
como un requisito mas, entre otros muchos, para concretar la idea. Lo verdaderamente
importante es determinar, con la mayor precisión posible, ese capital necesario, estudiar la
forma de conseguir dichos recursos financieros y evaluar la posibilidad de recuperar la
inversión, cubrir los gastos y obtener beneficios. Esperamos que, al finalizar la lectura de las
páginas de este manual, el futuro empresario se encuentre en condiciones de abordar estas
cuestiones financieras.
El último aspecto al que queremos referirnos es el riesgo. También con bastante
frecuencia se afirma que los empresarios son personas que no tienen miedo al riesgo, aptitud -
y actitud- que les lleva a hacer "apuestas" que las personas normales no asumirían. Pero, ¿de
verdad se piensa que un individuo puede no tener miedo a perder el dinero que ha invertido o
no temer el fracaso y las consecuencias que ello conlleva? Aunque puedan darse excepciones,
normalmente ligadas a experiencias desastrosas (ejemplo de Durand en la GM), los
empresarios no son personas inconscientes, que no perciben los riesgos y se lanzan a la
aventura de explorar una región desconocida sin una brújula o un mapa del territorio. Por el
contrario, los empresarios comprenden adecuadamente los riesgos de sus actuaciones, pero
tienen una fuerte convicción en su capacidad para controlar las situaciones o circunstancias
que pueden producirse en el desarrollo de su empresa. Esta capacidad suele ser una cualidad
del empresario innovador, y está alimentada por la ilusión de esta persona por llevar a la
práctica esa idea que se ha ido forjando en su mente. No obstante, a medida que la empresa
evoluciona, esa cualidad debe ser complementada progresivamente con un atributo más
sistemático que es la capacidad de gestión, la habilidad para abordar los problemas que una
empresa plantea a partir no de la mera intuición, sino de los esquemas de reflexión que la
ciencia de la administración de empresas ha venido desarrollando a lo largo de estas ultimas
décadas. Esto exige que el empresario perciba y comprenda sus propias limitaciones y se dote
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