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La Antiguedad No Es Un Grado


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2014  •  1.045 Palabras (5 Páginas)  •  223 Visitas

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La antigüedad no es un grado

(Caso tomado de blog de RRHH)

Hace tiempo leí en un diario un caso que me gustó mucho.

La historia es la siguiente

La antigüedad de un empleado dentro de la empresa no tiene valor por sí mismo. La experiencia que nos dan los años de trabajo tiene que ejercitarse, porque si no, carece de valor y puede llegar a ser una carga.

Otras veces he escrito sobre el valor de la experiencia y la importancia de mantener a los veteranos, pero ¡cuidado!, que nadie se equivoque:

La antigüedad por sí misma no es un grado.

El entorno competitivo en el que nos ha tocado vivir tiene, como todo en la vida, su lado malo y su lado bueno. Malo en cuanto a que no vale bajar el listón, a que los méritos del pasado tienen poco valor en el presente y nunca se pueden bajar los brazos. Bueno porque eso ofrece oportunidades a los mejores, porque se aprecia a los que aportan valor, independientemente de la edad, sexo y situación familiar.

Un empleado con muchos años en una importante empresa de conservas se acerca al dueño y le dice:

“Señor García, quería comentarle un tema que creo que no es justo. Se nos ha anunciado una reestructuración y ¿por qué Ana, que lleva poco más de un año en la empresa gana más si tenemos un puesto equivalente y yo llevo casi veinte años aquí?”.

El dueño le miró unos segundos, alzó la vista y tras mirar por la ventana de su despacho le dijo:

“¿Ve ese barco que está llegando al puerto? Acérquese y hable con ellos, por si tienen algo que nos interese”.

Una hora más tarde, el empleado regresó y dijo:

”He hablado con uno de los marineros y me ha dicho que tienen la bodega llena y están de regreso a su lugar de origen, aquí sólo van a hacer una parada para repostar”.

García le contesta:

“Vaya y entérese si estarían dispuestos a vender su carga”.

Unos minutos más tarde el leal empleado regresa:

“Lo veo difícil, me ha dicho que tienen un comprador en su pueblo y que paga muy bien”.

El dueño le comenta:

“Entérese cuál es la oferta que tienen y por cuanto estarían dispuestos a vender”.

El empleado les contesta:

“Bien, lo intentaré, pero tendrá que ser después de comer, porque se marchaban ya a la cantina”.

Esa misma tarde el empleado vuelve y le trae a García nueva información:

“Dice que se lo compran a veinte, y que consideran que es un buen precio. Si queremos la mercancía tendríamos que mejorar la oferta”.

“Bien, y ¿tú cuál crees que sería una buena oferta?”, le preguntó García.

“Yo les ofrecería veintitrés de entrada, y a partir de ahí entraría en el tira y afloja de siempre, pero en ningún caso pasaría la oferta final de veintiséis. De todas formas no les veo muy receptivos”.

Sr. García “¿Te atreves a intentar cerrar un trato con ellos?”.

Empleado “Hombre, atreverme por supuesto, mañana a primera hora me acerco a negociar con ellos, si aún están aquí, porque tienen mucha prisa en volver a su casa”.

El dueño pidió al empleado

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