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¿Por qué es tan importante que las organizaciones obtengan utilidades?


Enviado por   •  25 de Octubre de 2016  •  Apuntes  •  944 Palabras (4 Páginas)  •  258 Visitas

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Foro de Discusión 4

Daniel Zúñiga C.

¿Por qué es tan importante que las organizaciones obtengan utilidades?

 ¿Esta razón aplica a las organizaciones sin fines de lucro?

La empresa es una organización diseñada para obtener utilidades, y éstas proporcionan la pauta principal para juzgar su comportamiento. Los criterios sociales de desempeño del sistema empresarial se refieren comúnmente a la calidad de los productos, al ritmo del desenvolvimiento y a las tendencias de los precios. Estos criterios, sin embargo, proporcionan elementos para juzgar las bondades del régimen de utilidades. Aceptado éste, los niveles de utilidades constituyen la prueba fundamental del comportamiento de cada empresa. En otras palabras, la empresa tiene que tender a que sus utilidades sean máximas. No obstante, existen limitaciones evidentes a la maximización de utilidades. Entre ellas pueden destacarse las siguientes: desalentar competidores potenciales, puesto que niveles muy altos de beneficio ocasionan el establecimiento de empresas competidoras, que tienden a comprimir los niveles de utilidad; eludir críticas del público e insinuaciones de control monopólico; restringir demandas de aumentos de salarios de los sindicatos; mantener satisfecha a la clientela. Estas y otras consideraciones semejantes, sin embargo, no destruyen la finalidad fundamental del empresario de obtener los máximos beneficios; lo único que pasa, es que las orientaciones de plazo largo son las que determinan los criterios de acción. Se procura maximizar utilidades, no en el corto, sino en el largo plazo. La empresa, por ejemplo, a fin de no alentar el establecimiento de nuevos competidores que, eventualmente, reducirían sus beneficios, procura obtener tasas de utilidades que no sean demasiado atractivas. Ello entraña sacrificar beneficios de corto plazo con la mira de que las pérdidas sean compensadas ampliamente por las ganancias de plazo largo. Este es un comportamiento lógico y es, sin duda, el que se sigue en la gran mayoría de las empresas. En algunas organizaciones existen, no obstante, otras consideraciones que tienden a suavizar el objetivo de obtener utilidades máximas. Una de ellas se inspira en el deseo de no diluir el control de la empresa, con el resultado de que, en ocasiones, se decide no ampliar el campo de operaciones, pese a que podría ser provechoso, porque la empresa carece del financiamiento interno necesario, y endeudarse significaría mitigar los controles. Otra limitación estriba en la actitud de los empresarios de asumir funciones de servicio público, procurando suavizar todo lo posible el impacto que sus decisiones podrían tener, por ejemplo, en los consumidores, en los trabajadores o incluso en la economía nacional. Estas consideraciones, si bien de validez más dudosa que las mencionadas en el párrafo anterior, todavía pueden justificarse, sin afectar mayormente el criterio rector fundamental de utilidades máximas en los sectores empresariales. Estas limitaciones operan usualmente por igual en los países avanzados y en las naciones en desarrollo. En estas últimas, no obstante, existen comúnmente otras adicionales. Los controles de precios constituyen, sin duda, una de las más destacadas. En estos países la protección comercial, bien a base de tarifas o de cuotas de importación, constituye uno de los pilares de la política de industrialización. Sin embargo, como es frecuente que la protección comercial, en vez de ser temporal, se prolongue permanentemente, las empresas beneficiadas se convierten, de hecho, en monopolios y las autoridades han tenido entonces que poner topes al aprovechamiento de su situación de mercado. El problema es que, si bien en este caso los controles de precios podrían tener alguna justificación (aunque la eliminación de la protección comercial a las empresas establecidas sería, sin duda, un camino mejor), su aplicación muchas veces se ha generalizado. Esto limita considerablemente la libertad empresarial de adoptar las decisiones más apropiadas. Más aun, el hecho de que los precios de venta sean rígidos no implica que los costos, en particular la mano de obra, sean también constantes. Resulta así que el margen de utilidades se comprime paulatinamente, lo que desalienta nuevas inversiones e impide un aprovisionamiento adecuado del mercado de que se trate. Esto incluso repercute, como es natural, en las perspectivas generales de utilidades y tiende a desalentar las nuevas inversiones.

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