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Renta Nacional

arturosarmineto16 de Septiembre de 2012

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LA DETERMINACIÓN DE LA RENTA NACIONAL

Renta nacional, en teoría económica, ingresos netos totales obtenidos por la población de un país al producir el output nacional de bienes y servicios durante un periodo de tiempo, normalmente el año natural.

Las cifras de la renta nacional provienen de la cifra básica denominada producto nacional bruto (PNB), y son el resultado de una serie de sumas y restas a partir de esa cifra. Los economistas suelen calcular las cifras de renta desde dos perspectivas distintas. En una de ellas las cifras de renta son la suma total anual pagada a los factores de producción: la renta de la tierra, los salarios del trabajo, los intereses del capital y los beneficios de los empresarios.

Una segunda perspectiva para el cálculo de la renta nacional es el valor monetario total neto de la producción nacional de bienes y servicios. La igualdad entre renta nacional y producto nacional se debe a que la renta y el producto son dos caras de la misma actividad de producción.

Una preocupación de índole estadística se refiere al cálculo del valor. La dificultad deriva del hecho de que el valor de un producto final incluye el de sus partes integrantes. Se tiene por lo tanto que evitar la doble contabilización de forma que se incluya únicamente el valor del producto final.

De la cifra que expresa el valor de la renta nacional se excluye el valor de las transacciones que no reflejan un pago a los factores de producción o que no añaden valor al producto nacional, como pueden ser las herencias, los regalos o las ganancias de capital provenientes de los activos.

Las estadísticas de la renta nacional pueden tomarse como un índice de la prosperidad de una nación si los precios utilizados para calcular la renta y el producto son un indicador razonable del bienestar económico del país y de los cambios en los precios y en la calidad de los bienes. Al comparar los totales de la renta nacional para varios años hay que prestar atención al poder adquisitivo de los valores que representan estas cifras o, como se suele denominar, a la renta nacional real.

Derivada de las cifras de renta nacional, la renta personal es la cantidad de dinero recibida por los individuos para su uso particular. Se compone de todo tipo de ingresos: sueldos y salarios, ingresos de los propietarios y rentistas, dividendos, cobro de intereses y transferencias recibidas. Este último concepto incluye pensiones, seguros de desempleo y pagos provenientes de los servicios sociales.

En los últimos años las transferencias recibidas han sido una parte creciente de la renta personal. Cuando se restan la totalidad de impuestos pagados, el remanente se denomina renta disponible, que se puede gastar o ahorrar. A través de la medición de estas cifras de ingresos, el Gobierno determina cuánto dinero de la renta es disponible y cómo se tiene que distribuir.

Una medida habitual de la prosperidad económica de una nación es su renta anual per cápita. Según un informe del Banco Nacional del Trabajo de Italia, la renta per cápita en 2001 iba desde los 38.600 dólares estadounidenses de Suiza (la más alta del mundo) hasta los 180 de la República Democrática del Congo, desde esta perspectiva el país más pobre de la Tierra.

Macroeconomía, rama de la economía especializada en el análisis de variables agregadas, como la producción nacional total, la renta, el desempleo, la balanza de pagos y la tasa de inflación. La diferencia principal con la microeconomía es que ésta se encarga de estudiar la composición de la producción, así como los factores determinantes de la oferta y demanda de bienes y servicios, cómo se intercambian en los mercados y cómo se determinan sus precios relativos.

En macroeconomía es crucial tener claro el concepto de producto nacional, o renta nacional, es decir, lo que se conoce como producto nacional bruto (PNB), que mide en términos monetarios lo que se produce en un país, la producción final, que se tiene que corresponder, por definición, con la demanda final. Es importante evitar la doble contabilidad de la producción: no se debe contabilizar la producción de bienes intermedios, porque aparecerían dos veces; como bienes intermedios y como parte del valor de los bienes finales.

Sin embargo, existen distintas interpretaciones sobre los acuerdos internacionales relativos a lo que se puede considerar como bien intermedio y sobre lo que se considera actividad productiva. Estas diferentes interpretaciones requieren, sin embargo, un análisis muy específico que queda muy lejos del núcleo de la teoría macroeconómica. Ésta se centra en estudiar la composición del PNB, con independencia de los convenios internacionales y su interpretación, y del análisis de los determinantes de la estabilidad económica, así como de las relaciones entre variables agregadas.

El PNB “potencial” en determinado momento depende de la cantidad de factores de producción disponibles —trabajo y capital— y de la tecnología. Estos tres elementos cambian con el tiempo; el análisis de su modificación a largo plazo constituye el núcleo de una rama de la macroeconomía conocida como teoría del crecimiento.

Pero, para un momento concreto, en un análisis estático en el que el capital, la formación profesional, la formación de la mano de obra y la tecnología vienen dados, la producción corriente dependerá de la utilización del capital y de la mano de obra disponible.

Así, esta producción podrá ser inferior a la potencial si existe desempleo o subutilización del capital disponible. Y al contrario. Un PNB superior a la renta potencial creará tensiones en el mercado de trabajo e inflación, porque la demanda de factores de trabajo y capital de las empresas superará la oferta disponible.

TEORÍA KEYNESIANA Y DESEMPLEO

Desaprovechar o utilizar por debajo de sus posibilidades la mano de obra origina problemas sociales, por lo que la teoría macroeconómica se ha centrado en estudiar las causas y consecuencias del desempleo. Hasta la publicación en 1936 de La teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes, la explicación clásica de las causas del paro o desempleo afirmaba que éste se debía a estructuras rígidas en el mercado de trabajo que impedían que los salarios bajaran hasta el nivel de “equilibrio”.

La idea que subyace en este modelo afirma que cuando existe desempleo masivo en el mercado de trabajo, la disponibilidad de los trabajadores sin empleo debe reducir los salarios hasta el punto de que algunos no estarían dispuestos a trabajar (por lo que se reduciría la oferta de mano de obra) y que las empresas estarían dispuestas a aumentar su plantilla a medida que el menor coste a pagar (el salario) hiciera rentable la contratación.

Sin embargo, si existe rigidez o inflexibilidad que impida que los salarios caigan hasta ese punto en el que la oferta y la demanda se igualen, el desempleo no se reducirá. Entre éstas se pueden citar, por ejemplo, la acción de un sindicato que obliga a imponer un salario mínimo, o la legislación que obliga a que exista dicha remuneración.

La principal innovación de Keynes consistió en afirmar que el desempleo puede deberse a una insuficiencia de la demanda y no a un desequilibrio en el mercado de trabajo. Esta insuficiencia se puede producir porque la inversión planeada (la inversión que quisieran realizar los empresarios) es menor que el ahorro disponible.

Éste constituye una “salida” de dinero del flujo circular de la renta, creada mediante la producción de bienes y servicios y utilizada para comprar esos mismos bienes y servicios. Esta salida de ingresos reduce el nivel de demanda agregada.

La inversión real (también llamada formación de capital), que es la que permite producir maquinaria, fábricas o viviendas, tiene el efecto contrario —supone una entrada de dinero en el flujo circular de la renta— por lo que tiende a incrementar la demanda total de bienes y servicios.

En los primeros modelos “clásicos” sobre desempleo, como el antes descrito, no se tenía en cuenta la posible insuficiencia de la demanda agregada en el mercado de bienes y servicios. Se pensaba que cualquier diferencia entre el ahorro planeado y la inversión planeada se eliminaría mediante un ajuste de los tipos de interés.

Por ejemplo, si el ahorro planeado era superior a la inversión planeada los tipos de interés disminuirían. Además, esto reduciría la oferta de ahorro y al mismo tiempo aumentaría la demanda de inversión porque las empresas estarían dispuestas a endeudarse con menores costes para comprar maquinaria u oficinas. En otras palabras, las variaciones de los tipos de interés serían la fuerza que equilibraría el mercado de bienes, al igual que las variaciones de, por ejemplo, el precio de las manzanas serían la fuerza que equilibraría la oferta y demanda de este producto.

Por el contrario, el modelo keynesiano subraya la importancia de las variaciones en el nivel de producción y empleo como movimientos equilibradores que permitirían igualar la inversión y el ahorro, determinándose así el nivel de equilibrio de la renta nacional total y de la producción nacional. Pero éste no tiene por qué corresponderse con el punto en que la oferta de trabajo es igual a la demanda.

Es más, según Keynes, una disminución de los salarios en esta situación no ayudaría a reducir el desempleo por toda una serie de razones que expuso, fundamentalmente, en el capítulo 19 de La teoría general. Por supuesto, Keynes no fue el primer economista que señaló como causa del desempleo la insuficiencia de la demanda agregada en el mercado de bienes.

Como él mismo reconocía,

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