Siutico
Enviado por joaquin96 • 28 de Abril de 2013 • Tesis • 950 Palabras (4 Páginas) • 1.024 Visitas
Óscar Contardo no tiene nada de siútico, de manera que su reciente ensayo Siútico, arribismo, abajismo y vida social en Chile, es en un 70 por ciento un texto pulcro, documentado y a ratos tan lejano, como suelen serlo los sabanazos del cuerpo cultural dominical del decano de la prensa. Del Artes y Letras deEl Mercurio. Del "Artes y Latas", como lo denominó en su momento un ácido cínico.
Pero en el 30 por ciento restante, cuando el periodista que hace unos años escribió en tándem La era ochentera, un libro generacional y muy pop, deja salir al Yerko que hay en él la letra cobra otro cariz. Se pone definitivamente sabrosa. Son suculentos todos sus comienzos de capítulo, donde a partir de un personaje ficticio ejemplifica un rasgo propio de la siutiquería.
Cito: "La casa de Luis Catalán tenía un living con mucho fleco. Flecos en la alfombra, en los pañitos de crochet sobre la tele, la radio y la mesita de centro; flecos en la cenefa de tonos damasco, que hace juego con la cortina color vino, que a su vez combina con los sillones de felpa. En una pared, abanicos; en la otra un gobelino de la torre Eiffel enmarcado con flecos de terciopelo negro. En la mesa de centro, chiches de loza: tres elefantes con la trompa curvada en dirección a oriente, junto a las cucharitas de souvenir de Mendoza, México y Río de Janeiro".
Este sería un ejemplo de siutiquería decorativa chilena clásica, donde la palabra 'cenefa' es clave, aunque se le olvidó 'borla'.
Otro: "Un día de invierno Pamela Matus dio el primer paso sin retorno rumbo a lo incierto: se tiñó el pelo. No fue más que una mecha, algo más clara; la misma con la que esculpía una chasquilla vigilante y erguida. Poco a poco continuó la faena del blanqueamiento, abusando de la base de maquillaje y oxigenándose cada vez con menos pudor la cabellera".
Esta vez la descripción alude a lo siútico aplicado al look: blondor intensivo más "chasquilla Ladeco", como se le llamaba en otros tiempos a ese artilugio capilar que usaban las azafatas de la desaparecida línea aérea del cobre, son dos clásicos en la materia.
Yo he escrito mucho sobre siúticos y siutiquerías, he comparado el término -tan único, pequeño y nuestro- con el mucho más moderno "status", con el castizo "cursi", el alemán 'kitsch', y con otros aledaños, como "arribista", "aspiracional" y "desclasado". He hecho crónica social, describiendo usos y abusos de cuicos, pitucos, pirulos, cuafos, flaites, peloláis, pokemones, en fin... y el tema siempre funciona. A todos nos gusta reconocer a otros en estas clasificaciones sociales; nunca a uno mismo. Por eso aparezco entrevistada en el texto de Óscar Contardo, tal como también figura Totó Romero, mi socia en un libro que reflejó cómo estaba el panorama social recién estrenada la democracia,
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