La construcción de la identidad de género, es decir, la identidad que recoge los imperativos sobre el ser hombre o mujer
Enviado por Jorge.Azael • 16 de Mayo de 2016 • Ensayo • 2.516 Palabras (11 Páginas) • 390 Visitas
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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEÓN
FACULTYAD DE PSICOLOGIA
BASES PSICOSOCIALES DEL COMPORTAMIENTO HUMANO
GÉNERO E IDENTIDAD
NOMBRE DEL FACILITADOR: NAYRA LUNA MEDINA
NOMBRE DEL ALUMNO: JORGE AZAEL FRANCO DE LA ROSA
SEMESTRE: 1° MATRICULA: 1628855
GRUPO: 1D
Guadalupe, Nuevo León, 30 de Noviembre de 2014
Introducción.
La construcción de la identidad de género, es decir, la identidad que recoge los imperativos sobre el ser hombre o mujer, es un proceso complejo que involucra factores biológicos, sociales, culturales y psicológicos. Existen diferentes modelos que pretende conceptualizar la manera en la cual desde la infancia las personas desarrollan un sentido personal de sí mismo, empero, existen algunas dificultades en torno a la conceptuación de este término y en gran medida dichas aproximaciones sólo enfatizan un aspecto particular del desarrollo de la identidad de género dejando de lado su complejidad y multifactorialidad. En el presente trabajo tengo como propósito proporcionar un encuadre general de la conceptuación teórica de la identidad de género desde la psicología, así como ofrecer un panorama general sobre los elementos que configuran su desarrollo tanto en lo individual como en lo social haciendo uso de hallazgos relevantes.
La construcción del género comprende la red de creencias, rasgos de personalidad, actitudes, sentimientos, conductas y actividades que se esperan de las personas de acuerdo al sexo biológico; se dividen en mujeres y hombres como un producto de un proceso histórico.
El género es una actuación reiterada y obligatoria que las personas realizamos como parte de la práctica social para estar en congruencia con las normas sociales que se imponen a los cuerpos. Esto significa que estamos en un performance constante en el que se negocian posibilidades abiertas de expresión, algunas mas apegadas a lo tradicional y otras más alejadas. Es decir, un cuerpo biológicamente más cercano a un varón no necesariamente adopta todo el esquema construido de la masculinidad tradicional; y un cuerpo biológicamente más cercano a una mujer no necesariamente adopta todo el esquema de la feminidad tradicional construido socialmente.
De hecho los estudios de género comienzan cuando no coincide el cuerpo biológico con el comportamiento que la sociedad espera de una mujer y un hombre, por lo que se va descubriendo que se trata de un proceso no natural, sino aprendido. Por lo tanto, cualquier generalización en términos de identidad, sobre la vida de las niñas y de los niños, puede no ser cierta para algunas de ellas y de ellos, ya que las personas son el resultado de su propia circunstancia, y pueden o no apegarse a las normas sociales.
Las personas se constituyen por el cuerpo que poseen, porque el sexo con el que se nace marca las experiencias de vida, así como el color de la piel y la apariencia, las edades por las que transitan, la clase social, la orientación social y la religión o ausencia de la misma, entre otras. Estos elementos dan una imagen de sí mismas/os y colocan simbólica y materialmente en un lugar de la estructura social que entraña desigualdades sociales porque se privilegian unas condiciones sobre otras, lo que implica que las relaciones humanas están mediadas por el poder.
Analizar el género incluye considerar las relaciones entre mujeres y hombres, pues la feminidad y la masculinidad no son constructos unitarios. Concebirlos así, significa hacer un reduccionismo que niega la diversidad inherente a la condición humana.
El género también analiza relaciones entre las mujeres y entre los hombres. Es indispensable considerar la diversidad en las expresiones de lo femenino y de lo masculino, que funciona como el principal constructo articulador con otros sistemas como la edad, la clase social, la ideología, la etnia o la orientación sexual. Esto permite apreciar las relaciones intergénero y las relaciones intragénero, para dar cuenta de una mayor especificidad en las poblaciones.
La forma de concebir la realidad nos habla de la identidad, que define quienes somos, y es la forma como la persona se representa ante sí misma y ante los demás. Si la identidad de género está compuesta fundamentalmente por elementos culturales, políticos, económicos, sociales y psicológicos. La representación que los “otros” tengan del género, es lo que construye la identidad social, ya sea en la aprobación de la persona o en su rechazo.
La identidad no es una condición finita, está en constante transformación. La identidad de género está directamente relacionada con las características corporales, sociales y subjetivas.
La lógica de la identidad de género limita las posibilidades de ser, hacer y desear. Desde el nacimiento, niñas y niños reciben mensajes con los que introyectan el mundo externo, que implica dinámicas complejas en las que interactúan los pensamientos, las emociones, los comportamientos, las formas de tratar y conducir el propio cuerpo.
Nombrar cada parte del cuerpo es fundamental desde los primeros años de vida pues genera la oportunidad de que niñas y niños se conciban como seres íntegros y aprendan a temprana edad que las niñas son niñas porque tienen vulva, ovarios y útero; y los niños son niños porque tienen pene y testículos. Así, les resultara más fácil comprender que se puede ser niño y ser niña de muchas formas, lo que reduce temores y evita ver en su propio sexo restricciones que les pueda durar la vida entera.
Los aprendizajes sobre feminidad y masculinidad se adquieren a través de la socialización, que implica procesos psicosociales en los que nos desarrollamos históricamente como integrantes de una sociedad en un tiempo y espacio. Esta definición sostiene tres afirmaciones: 1) La socialización es un proceso histórico; 2) Es un proceso de desarrollo de la identidad personal; 3) Es un proceso de desarrollo de la identidad social.
A lo largo de la historia hay registros de diferentes significados de ser mujeres y hombres. Por lo tanto es fundamental revisar los contenidos de los sistemas de creencias donde esta incrustado y sedimentado el género en las ideologías, los valores, las representaciones sociales que circulan en los discursos, en las narrativas cotidianas, donde coexisten las ideas tradicionales con las ideas novedosas o que pugnan por los cambios. La socialización moral es sin duda el proceso de socialización por excelencia, ya que las normas que definen lo bueno y lo malo y los hábitos correspondientes constituyen la materialización de un orden social que influye en la afectividad y subjetividad de las personas. Por ello, para no sentirnos culpables de nuestros actos, hay que vivirlos desde la legitimidad y aceptación de uno mismo.
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