PEc Desarrollo I.

DATOS IDENTIFICATIVOS DEL ALUMNO

 Apellidoso:

 Nombre:

 DNI o Pasaporte:

 Centro Asociado:

Procedimiento:

Para la realización de la práctica me desplacé el día 12 de diciembre de 2015 hasta un parque situado cerca de mi casa, en la plaza Luca de Tena de Madrid, acompañado por mis dos hijos un niño de 10 años y una niña de 7 años. En dicho parque localizamos a otros niños con los que poder compartir juegos.

Antes de proceder a la observación de la investigación de la práctica me dirigí a los padres con la intención de comunicarles mi intención de observar y elaborar un informe para esta práctica, explicándoles en qué consistía y la posibilidad de interactuar con los niños en el juego que estuvieran practicando. Una vez obtenido el consentimiento me dediqué a observar el juego de los niños antes de unirme a ellos. En total eran 4 niños, 3 niñas y un niño, Ángel (10 años), Ana (8 años), Carmen (8 años) y Natalia (7 años).

Mientras observaba a que estaban jugando pude comprobar que el juego al que jugaban era el llamado “Escondite inglés” al que jugábamos en mi época. Me acerqué al grupo de niños con la intención de interactuar y de jugar con ellos.

Yo: Hola ¿qué tal?, ¿puedo jugar con vosotros?

Todos: Siiiii. ¿Cómo te llamas?

Yo: Me llamo Marcos y soy el papá de Ángel y Natalia, ¿podéis explicarme como jugar? Yo jugaba de pequeño a un juego parecido a este pero ya no me acuerdo muy bien de las reglas.

Todos se atropellaron intentando explicarme las reglas, así que les pedí que hablasen de uno en uno y me fueran explicando en qué consistía el juego.

Carmen: Se llama el escondite inglés, uno se pone allí (señalando una pared del parque) de espaldas y los otros se ponen en esta línea de aquí (me señala con el dedo una raya marcada en el suelo)

Ana: El que está de espaldas tiene que decir: 'un, dos, tres al escondite inglés sin mover las manos ni los pies' y los demás tienen que acercarse corriendo a tocarle, pero cuando termina de decir la frase se dará la vuelta y a los que pille moviéndose los elimina y tienen que volver a empezar desde el principio.

Como pude ver por las explicaciones que me dieron, el juego era exactamente igual al que yo había jugado en mi infancia.

Yo: ¿Y quién empieza quedándose? ¿Yo que soy el nuevo?

Ángel: No, tú empiezas en la línea con el resto, yo “quedo” primero.

Pude observar que mi hijo, al ser el mayor se imponía al hecho de “quedarse” en primer lugar, algo que en principio desconcierta puesto que siempre que había jugado al escondite normal todos intentábamos no “quedar” nunca, pero en el caso del “Escondite Inglés” todos preferían “quedar” ya que indudablemente es la parte más divertida del juego. Una vez aclarado como se debería jugar nos colocamos todos en nuestras posiciones de partida, Ángel de espaldas a la pared y el resto de los jugadores en la línea inicial, pude ver como algunos de los niños se colocaban un paso por delante de la línea inicial aprovechando que Ángel estaba de espaldas y no había empezado a decir la frase.

Ángel: ¡un, dos tres al escondite inglés sin mover las manos ni los pies!

Todos nos movimos rápido hacia él, pero dijo la frase muy deprisa y se giró un poco antes de terminarla con lo que indicó a todos que nos había visto movernos y nos mandó a la posición de inicio. Ana protestó diciendo que no se había movido, pero de poco le sirvió, el que estaba contra la pared tenía todas las de ganar y aún a regañadientes se fue para el final. Esta es una de las razones por las que quizá en el escondite inglés los niños se pelean por ser los primeros en “quedar”, ya que les otorga un nivel de dominio y de mando sobre el resto de los niños. También es curioso ver como el resto de niños a los que han pillado apoyan la decisión del que “queda”:

Natalia: ¡Es verdad! ¡Te estabas moviendo!

Carmen: ¡Yo también he visto que te movías!

Indudablemente todos quieren ganar (que en este caso es “quedar”), así que al resto de niños siempre les interesa que pillen al resto.

Dado que me otorgaba una ventaja grande ser más mayor y tener un control motor mejor que el de los niños, no me resultaba complicado acercarme mucho más rápido que ellos y Ángel según se daba la vuelta y me veía más cerca aceleraba más la frase con el fin de pillarme, incluso en algunas ocasiones recortaba la frase para evitar que yo llegase.

...