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PROCESO DE DUELO DE MUERTE (DESPEDIDA)


Enviado por   •  2 de Octubre de 2018  •  Tarea  •  5.822 Palabras (24 Páginas)  •  131 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela
Universidad Bicentenaria de Aragua
Vicerrectorado Académico
Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales
Escuela de Psicología
Psicología Clínica III.
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PROCESO DE DUELO DE MUERTE (DESPEDIDA)

Tutor                                                                                                       Integrantes
Cristina Alfonzo                                                   Leonor Colmenares C.I 25.447.489
Sección: “S”                                                                  Albany López C.I 26.652.429
                                                                        Leonardo Monterrosa C.I 26.320.724

San Joaquín de Turmero, Marzo 2018

INDICE

  • Tanatología
  • Criterios para el Diagnóstico (DSM)
  • Psicoanálisis y Duelo
  • Humanismo, Gestalt y Duelo
  • Enfoque Cognitivo Conductual

Tanatología

Proviene del vocablo Griego formado por dos elementos: Thanatos (“muerte”) y Logía (“sazonar, decir, estudio, tratado”). Según D´Hyver y Kraus (2006) la tanatología: “Integra a la persona como un ser biológico, psicológico, social y espiritual para vivir en plenitud. Es una disciplina que proporciona ayuda profesional al enfermo terminal y a sus familiares. Es una alternativa para revalorar la vida; descansa en el principio de la condición mortal de cualquier individuo”.

La tanatología, es el estudio científico que estudia el proceso de muerte con todas las implicaciones médicas (mecanismos fisiológicos para enfrentarla), sociológicas (las circunstancias que la rodean) y psiquiátricas como el  tratado de los efectos de la muerte sobre el moribundo, así como la forma de minimizar el sufrimiento del mismo y encarar las necesidades del enfermo terminal y sus familiares. Dicha disciplina, tiene como meta orientar al enfermo terminal hacia la aceptación de la realidad que incluye una mejor calidad de vida, la muerte digna y en paz. De igual forma, tiene como propósito educar para la muerte, ayudando a crear en las personas su propio sistema de creencias acerca de la vida y la muerte, ésta última como una revelación intima del sentido de la muerte que implica la aceptación de la misma como algo natural.

Elizabeth Kübler Ross en su obra de 1969 “Sobre la muerte y el moribundo” plantea cinco estados por los que transita el moribundo en el proceso de muerte, cuando sucede de manera más o menos gradual, posteriormente se definieron para las personas que viven la pérdida de un ser querido o pasan por una circunstancia semejante. Según D´Hyver y Kraus (2006) tenemos las siguientes:

Negación: Es un mecanismo de autodefensa, natural, fuertemente arraigada, forma parte de nosotros a lo largo de  toda nuestra existencia. Mediante la negación se pretende aplazar, alargar e ignorar la verdad dando falsas esperanzas, haciendo que la persona busque nuevas opciones o pruebas que evidencien que se trata de un error. La negación  es la que hace que la persona ante la noticia de que sufre una enfermedad mortal exprese la frase “No puede ser” y es allí donde la tanatología le ayuda a entender las etapas por las cuales ha de pasar, cuales son los síntomas, qué problemas y de qué manera le pueden afectar si se queda atrapado en una de ellas.

Ira o enojo: En esta etapa el enfermo al ver la realidad se rebela contra ella, se hace la pregunta ¿Por qué yo?,” qué injusto que me toque a mi morir”. Se encuentra molesto ante todo, incluyendo recordar su estado de salud, nada le conforta, es característica la negación de Dios, es necesario que exprese esta carga emocional para que pueda asimilarla.

Negociación: Por lo general la persona trata de negociar con el tiempo o el médico, comprometiéndose a cuidar su alimentación u otros hábitos solo por tener más tiempo de vida. Al parecer asume la condición de su enfermedad.

Depresión: Experimenta o toma conciencia de que la enfermedad continúa su desarrollo, aparecen o se agravan una serie de  elementos como el dolor físico, los aspectos psicosociales (imposibilidad para trabajar), problemas económicos  y familiares, así como, la sensación de ser un inútil o una carga para los demás.

Aceptación: En esta etapa la persona se prepara para morir, renunciando a la vida en paz y en armonía, duermen la mayor parte del tiempo y prefieren estar solas. El dolor y la tristeza se encuentran en los familiares, amigos en lugar de la persona misma.

Es importante resaltar que estas etapas no siempre pasan en el mismo orden, no todas las personas viven todas las etapas, al menos dos de ellas, y pueden repetirse en diferentes momentos del tiempo. Para el caso de un duelo la Dra. Elizabeth manifiesta que se trata de un marco que nos permite iniciar un proceso de aprendizaje donde finalmente comprenderemos que es posible convivir con esta pérdida y continuar en una realidad en la que este familiar ya no estará.


Según el DSM y CIE10

El duelo complicado no aparece en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), por lo que no hay un criterio estándar oficial para su diagnóstico. El DSM-IV incluye el duelo en problemas adicionales que pueden ser objeto de atención clínica y lo define como la reacción ante la muerte de un ser querido.

Sin embargo, en la sección III dedicada a los diagnósticos que requieren mayor investigación del DSM-V. Tiene una categoría diagnóstica denominada “Trastornos por duelo Complejo Persistente”. Los criterios diagnósticos son:

Criterio A: Es especifico: El duelo se debe a la muerte de una persona con la que se ha tenido una relación cercana. No contempla los duelo por ruptura de relaciones afectivas importantes u otras, por ejemplo trabajo, etc.

Criterio B: Desde el fallecimiento ha experimentado al menos uno de estos sintomas de forma intensa y perturbadora casi al menos diariamente al menos por 12 meses (en los niños 6 meses):

1. Anhelo/añoranza persistente del fallecido. En niños pequeños, la añoranza puede expresarse mediante el juego y el comportamiento, incluyendo comportamientos que reflejan la separación y también el reencuentro con un cuidador u otra figura de apego.

2. Pena y malestar emocional intensos en respuesta a la muerte.

3. Preocupación en relación al fallecido.

4. Preocupación acerca de las circunstancias de la muerte. En los niños, esta preocupación con el fallecido puede expresarse a través de los contenidos del juego y del comportamiento, y puede extenderse a una preocupación por la posible muerte de otras personas cercanas.

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