Autoinstrucciones

Un mal control de los impulsos también puede construirse como resultado de una inadecuada atención selectiva.

Las intervenciones terapéuticas han tratado de aumentar la latencia de respuesta de un niño, viendo la necesidad de enseñarlos a “detenerse, mirar y escuchar”. Uno tiene que decir algo más específico que “tomate tu tiempo”.

En la prueba de la impulsividad MFF (Matching Familiar Figures) inventada por Kegan (1956) se instruye seleccionar la pareja exacta de un estímulo estándar entre una serie de ejemplares muy similares. El desempeño se mide por el tiempo de respuesta y el número de errores. La respuesta impulsiva se define por un alto número de errores y un breve tiempo de respuesta, el niño “reflexivo” se define por pocos errores y un tiempo de respuesta relativamente largo en la prueba.

Palkes, Stewart y Kahana (1968) investigaron si se puede ayudar a mejorar el desempeño enseñándoles a los niños impulsivos órdenes verbales autodirigidas. La prueba de Laberinto de Porteus proporciona una estimación de la inteligencia general y una puntuación cualitativa que hace distinción entre grupos que difieren en cuanto a la impulsividad. Para entrenar a los niños con órdenes verbales autodirigidas se utilizaron auxiliares de entrenamiento visual que combinan instrucciones escritas con ilustraciones de la orden de “detenerse, escuchar, mirar y pensar” en 4 tarjetas de recordatorio. Antes de darle una tarea al niño, se le pide leer en voz alta las instrucciones en la primera tarjeta de recordatorio. Se colocó al niño frente a la tarea, el experimentador nuevamente pedía que se dijera en voz alta la orden de escuchar. Luego se expuso la tarea, pero antes de que el niño comenzara tenía que leer en una de las tarjetas de recordatorio “miraré y pensaré antes de contestar” y antes de voltear la página tenía que decir en voz alta “detente y escucha” después de que el experimentador presentaba la figura siguiente, daba la instrucción adecuada e insistía que el niño dijera “miraré y pensaré para contestar”, el experimentador señalaba la tarjeta de recordatorio respectiva a la tarea e insistía en que el niño pronunciara la orden antes de continuar, cuando una orden había sido producida e manera espontanea, el experimentador reforzaba al niño “bueno, recordaste las órdenes, muy bien”.

Meichenbaum y Goodman utilizaron la autoinstrucción verbal para reducir la respuesta impulsiva en los niños hiperactivos con problemas de aprendizaje, también tuvieron un modelo adulto para resolver y reducir la manera impulsiva de responder.

El entrenamiento tiene que ser relevante a la conducta meta y la evaluación de los resultados deberá ser sobre el efecto de ese entrenamiento en esa meta.

De 260 niños de segundo año a quienes se les aplicó la prueba MFF, Eagland seleccionó a 72 (edades de 6 a 8 años) que los definían como impulsivos

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