Cadena De Favores
Enviado por luis_larc • 4 de Octubre de 2012 • 2.055 Palabras (9 Páginas) • 429 Visitas
"La anorexia empezó en mí a los 12 años"
La anorexia empezó en mí desde muy chica, cuando tenía 12 años y pesaba 64 kilos. A esa edad, los amigos y amigas son muy crueles, y yo me sentía marginada.
Soy la mayor de tres hermanos, por lo que en mi familia yo debía ser la que diera el ejemplo en todo: como estudiante, ejemplo de excelencia. Como deportista, también la mejor; y además tenía que ser ejemplo de liderazgo en todo cuanto emprendiera. Yo lo sentía así. Siempre fui muy autoexigente, quería ser perfecta. Tal vez por esa exigencia, yo sentía culpa todo el tiempo. Sentía culpa de comer, de verme al espejo, de todo. Y empecé a obsesionarme, más que con mi peso, con la perfección que yo quería alcanzar.
De chica nunca tuve amigas, y yo quería ser perfecta creyendo que era la manera de que la gente me aceptara. Lo que recuerdo es que nunca nadie me invitaba a ningún lugar, que yo era una niña solitaria. Hasta que de pronto eso cambió. Empecé a perder peso, y mi teléfono comenzó a sonar. Entonces me dije: "Era eso, che, no me querían con ellos porque estaba gorda", y así comencé con las dietas. Asocié la delgadez con la personalidad, con el éxito social. Y eso mismo exactamente es lo que les pasa a muchas chicas, creen que cuanto más flacas estén, mejores personas van a ser y más van a ser aceptadas por la sociedad y por sus amigos.
Pero hay algo más, algo que fue terrible y se convirtió en la causa verdadera de todo lo que vino después. Os tengo que contar que fui víctima de malos tratos. Tuve un desengaño amoroso con un hombre 10 años mayor que yo. Se llamaba Alejo. Yo estaba enamorada, obsesionada con él, y él no quería estar conmigo. Él fue el detonante de la enfermedad. Esto es un aviso para que los padres sepan que en Internet hay muchos perversos.
Yo chateaba con casi cincuenta personas. Una noche nos juntamos todos y conocí a Alejo personalmente. Poco después me fui a vivir sola a Buenos Aires. Se suponía en mi familia que me fui allá para estudiar periodismo, pero en realidad yo sabía que era para estar más cerca de él, aunque él no quisiera estar cerca mío... Yo estaba muy enamorada y él no parecía estarlo, no tanto. Y entonces fue cuando me puse a pensar que yo no era lo suficientemente linda para él, o lo suficientemente flaca. Sentía que, si adelgazaba, Alejo me iba a querer más. Pero me engañaba, fue un error... y así comenzó el infierno.
Vomité por primera vez después de haber ido a cenar a un local de comida rápida. Después del vómito me sentí aliviada. Pero con el tiempo, en lugar de comer y vomitar, como esa vez y luego muchas veces, dejé de comer. Porque vomitar me lastimaba la garganta; entonces, ¿para qué sentir ese dolor si podía directamente no comer nada? Lo máximo que estuve sin comer fueron 11 días; los demás días, durante tres meses, sólo comía una manzana o tomaba mucha agua... En esos tres meses bajé 10 kilos.
Yo no lo sabía, pero realmente estaba ciega. Ana me manipulaba. Luego os cuento quién es Ana, aunque vosotras, las chicas, ya lo sabéis.Llega un momento en que la comida te repugna. Cuando pasas el umbral del hambre, te llegas a olvidar de cómo se masticaba. A mí me costaba la maniobra de abrir la mandíbula. Llegué a pesar 47 kilos y me tatué la muñeca con esa cifra, para tener un recordatorio permanente. Cada vez que iba a comer me decía a mí misma: "¿Vas a comer?".
Estuve casi muerta, tuve los primeros intentos de suicidio, vi el mundo distorsionado, sentía olores que nunca había conocido. Kate Moss era el referente obvio para mí. Y, entre las argentinas, Celeste Cid. Me parecía superarmoniosa, flaquita, y a Alejo le encantaba. Después de un tiempo me invadió Ana (así es como las anoréxicas llaman a la enfermedad), y quise investigar. Me metí en Internet, busqué información sobre la anorexia, y de repente me apareció Pro Ana. Visité el sitio y descubrí a chicas que defendían la anorexia y la bulimia como un estilo de vida: Pro Ana y Pro Mía son los nombres que le dieron para hablar libremente, y así evitar que los sitios fueran cancelados. Había miles de chicas a las que les pasaba lo mismo.
Por eso abrí una página Pro Ana, una página que llamé Me como a mí. Las creencias básicas de esa pá¬gina que escribí son (porque siguen siendo, aunque ahora están en mi computadora y ya no en la Red): que cada uno puede hacer de su vida lo que desee, siempre y cuando no moleste a otros (y esa molestia sea justificada) y mientras no atente contra su propia vida. Me como a mí fue la primera página Pro Ana en castellano. Fue un éxito. Me escribían cientos de chicas para agradecerme el haber creado Me como a mí. Con mis lectoras hacíamos competencias todas las semanas para ver quién había adelgazado más. Me volví obsesiva, contaba las calorías y había días en los que sólo ingería un sobrecito de sacarina. Una persona necesita cada día alrededor de 1.200 calorías para sobrevivir, y yo como máximo ingería 300. Era una locura, y hoy me doy cuenta de lo que fui, de lo que hice, de lo que me hice. Cuando estás así te vuelves loca... No puedes estudiar, no puedes pensar. Mi analista no tuvo tiempo de nada porque ya estaba muy mal y traté de suicidarme.
Quiero contaros cómo me recuperé. No voy a mentir. Es bastante difícil, la recuperación absoluta en este tipo de desórdenes no existe, sobre todo cuando se llega a un punto tan profundo. Además, el tema de la dieta es constante en los medios. Te lo recuerdan cada día, cada minuto. No creo que esté del todo recuperada, aunque así lo sienta muchas veces. Sé que siempre vuelves a caer, quizá no como en algún momento caí, pero...
Mi psicólogo fue una pieza fundamental para
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