Caso Del Tomo X De Freud
Enviado por stewie1420 • 20 de Noviembre de 2013 • 2.187 Palabras (9 Páginas) • 503 Visitas
En la introducción Freud aclara que fue el padre del niño quien llevó a cabo el análisis y quien le remitió las notas con sus diálogos, sueños y fantasías. A partir de estas notas, incluidas en la primera parte del texto con breves comentarios de Freud, este lleva a cabo un examen del desarrollo del caso mostrando cómo la evolución de corrobora los descubrimientos expuestos en La interpretación de los sueños y Tres ensayos de teoría sexual.
Las primeras observaciones sobre Juanito datan de la época en que no había cumplido aún los tres años. Manifestaba por entonces, con diversas ocurrencias y preguntas, vivo interés por una cierta parte de su cuerpo a la que llamaba “la cosita de hacer pipí”. Así, una vez dirigió a su madre la pregunta siguiente:
Juanito: -Oye, mamá, ¿tienes tú también una cosita de hacer pipí?
Mamá: -Naturalmente. ¿Por qué me lo preguntas?
Juanito: -No sé. Por este mismo tiempo entró una vez en un establo en ocasión en que estaban ordeñando a una vaca, y observó: “Mira, mamá. De la cosita de la vaca sale leche”.
Ya estas primeras observaciones justifican la esperanza de que gran parte de lo que Juanito nos descubría demostrara ser típico del desarrollo sexual infantil.
El interés de Juanito por la cosita de hacer pipí no es exclusivamente teórico. Como era de esperar, le incitaba también a tocamientos del miembro. Teniendo tres años y medio le sorprendió su madre con la mano en el pene, le amenazó: “Si haces eso llamaré al doctor para que te corte la cosita, y entonces, ¿con qué vas a hacer pipí?”
Juanito: -Con el “popó”.
Juanito responde aún sin consciencia de culpabilidad, pero adquiere en esta ocasión el “complejo de castración”. Ha descubierto, pues, una característica esencial para la distinción entre lo animado y lo inanimado .El ansia de saber y la curiosidad sexual parecen ser inseparables. La curiosidad de Juanito recae especialmente sobre sus padres.
Juanito (a los tres años y nueve meses) -Papá, ¿tienes tú también una cosita?
Padre: -¡Naturalmente!
Juanito: -Pues no te la he visto nunca al desnudarte. Otra vez contempla interesado cómo se desnuda su madre al acostarse.
La madre le pregunta:-¿Qué me miras?
Juanito: -Para ver si también tú tienes una cosita de hacer pipí.- ¡Naturalmente! ¿No lo sabías?
Juanito: -No. Pensaba que como eres tan mayor tendrías una cosita como un caballo.
Pero el magno acontecimiento en la vida de Juanito es el nacimiento de su hermanita Hanna, teniendo él exactamente tres años y medio (octubre de 1906). Su conducta en esta ocasión fue inmediatamente anotada por el padre: A las cinco de la mañana siente mi mujer los primeros dolores y Juanito es trasladado en su camita a una habitación contigua. A las siete despierta, oye los quejidos y pregunta: “¿Por qué tose mamá?” y después de una pausa: “Hoy viene seguramente la cigüeña”.
En los últimos días le habíamos dicho que la cigüeña nos iba a traer pronto un niño o una niña y Juanito enlaza exactamente los quejidos inhabituales con la venida de la cigüeña. Más tarde se lo llevan a la cocina. Al pasar por la antesala ve el “trousseau” del médico y pregunta: “¿Qué es eso?” Le responden: “Un maletín”. Y vuelve a asegurar convencido: “Hoy viene la cigüeña”. Después del parto, la comadrona va a la cocina y encarga que hagan una taza de té. Juanito lo oye y dice: “Mamá tose y por eso le dan té”. Le llevan luego a la alcoba, pero en lugar de mirar a su madre contempla una palangana medio llena aún de agua sanguinolenta y dice extrañado: “Yo no echo sangre por la cosita”.
Juanito se muestra luego muy celoso de la nueva hermanita y cuando alguien la alaba en su presencia, objeta en el acto con acento de burla: “Pero no tiene dientes”. Cuando la vio por primera vez, le sorprendió mucho que no pudiese hablar y se figuró que era porque no tenía dientes. Durante los primeros días pasó, naturalmente, muy a segundo término. De pronto, cayó enfermo de anginas. En la fiebre se le oía decir: “No quiero ninguna hermanita”.
Cuando Juanito tenía cuatro años y estaba de paseo por el parque con la criada contempló una escena aterradora: un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento padece una grave fobia hacia los caballos, y más específicamente a que los caballos con algo negro en la boca lo muerdan. El pánico es tan grande que le impide salir de casa. En un primer momento, su padre interpreta que la fobia de Juanito se debe a los excesivos cariños de su madre y al miedo al gran “hace-pipí” del animal. Freud orienta el análisis del padre hacia la angustia que provocó en Juanito el nacimiento de su hermanita Hanna y al misterio recurrente en las fantasías y preguntas de Juanito sobre el origen de los bebés. A partir de estas indicaciones el material necesario para interpretar la fobia de Juanito va saliendo a la luz.
“En la noche del 27 al 28, Juanito nos sorprende levantándose a oscuras de su cama y viniéndose a la nuestra. Su cuarto está separado de nuestra alcoba por un gabinete. Le preguntamos por qué se ha levantado y si es que le ha dado miedo. Dice: “No; mañana lo diré”. Se duerme en nuestra cama y lo llevamos dormido a la suya.”
“Al día siguiente le someto a un interrogatorio para averiguar por qué se ha levantado por la noche, después de alguna resistencia por parte suya se desarrolla el siguiente diálogo, que anoto en el acto, taquigráficamente:
Él: “Por la noche había en mi cuarto una jirafa muy grande y otra toda arrugada; y la grande y otra arrugada; y la grande empezó a gritar porque le quité la arrugada. Luego dejó de gritar y entonces yo me senté encima de la jirafa arrugada.”
Yo (extrañado): “¿Cómo? ¿Una jirafa arrugada? ¿Qué es eso? Él: “Sí.”
(Busca apresuradamente un papel, lo arruga todo y dice): “Así estaba de arrugada.”
Yo: “¿Y tú te sentaste encima de la jirafa arrugada? ¿Cómo?”
“Juanito me lo muestra sentándose en el suelo.”
Yo: “¿Y por qué viniste a nuestra alcoba?”
Él: “No lo sé.”
Yo: “¿Y tenías miedo?”
Él: “No. Ninguno.”
Yo: “¿Soñaste con jirafas?”
Él: “No; no lo soñé. Lo pensé. Lo pensé todo. Estaba ya despierto.”
Yo: “¿Qué puede ser eso de una jirafa arrugada? Tú sabes muy bien que no se puede arrugar una jirafa como un pedazo de papel.”
Él: “Sí; lo sé. Es que me lo figuraba. Es una cosa que no hay en el mundo. La jirafa arrugada
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