Caso Dora
Enviado por janethrojero • 30 de Octubre de 2013 • 1.008 Palabras (5 Páginas) • 558 Visitas
Después de haber mostrado en mi Interpretación de los sueños (1900) que los
sueños son, en general, interpretables y que una vez llevada a término la labor
interpretadora pueden ser reemplazados por ideas irreprochablemente estructuradas,
susceptibles de ser interpoladas en un lugar determinado y conocido de la continuidad
anímica, quisiera presentar, en las páginas que siguen, un ejemplo de aquella única
aplicación práctica de que hasta ahora parece susceptible el arte onirocrítico. En mi obra
antes citada expuse ya cómo llegué a encontrarme ante el problema de los sueños. Se alzó
de pronto en mi camino, cuando intentaba lograr la curación de las psiconeurosis por medio
de un procedimiento psicoterápico especial, y los enfermos comenzaron a comunicarme,
entre otros procesos de su vida anímica, sueños por ellos soñados que parecían demandar
un lugar entre las relaciones del síntoma patológico con la idea patógena. Aprendí por
entonces a traducir al lenguaje vulgar el idioma de los sueños, y actualmente puedo afirmar
que tal conocimiento es indispensable para el psicoanalítico, pues los sueños nos muestran
el camino por el que puede llegar a la conciencia aquel material psíquico que, a causa de la
resistencia provocada por su contenido, ha quedado reprimido y confinado fuera de la
conciencia, haciéndose con ello patógeno. O más brevemente, los sueños son uno de los
rodeos que permiten eludir la represión; uno de los medios principales de la llamada
representación psíquica indirecta.
La presente comunicación fragmentaria del historial clínico de una muchacha
histérica intenta mostrar cómo la interpretación de los sueños interviene en la labor
analítica. Me procura, además, una ocasión de propugnar públicamente y por vez primera,
con toda la amplitud necesaria para su mejor comprensión, una parte de mis opiniones
sobre los procesos psíquicos y sobre las condiciones orgánicas de la histeria. Reconocido,
ya, en general, que para aproximarse a la solución de los grandes problemas que la histeria
plantea al médico y al investigador es preciso un fervoroso y profundo estudio y errónea la
anterior actitud de despreciativa ligereza, no creo tener que disculparme de la amplitud con
que he tratado el tema. Ya que: Nicht Kunst und Wissenschaft allein, Geduld will bei dem
Werke sein (La ciencia y el arte a solas no sirven, en el trabajo debe mostrarse la paciencia;
del Fausto, de Goethe).
Ofrecer al lector un historial clínico acabadamente preciso y sin la menor laguna
supondría situarle desde un principio en condiciones muy distintas a las del observador
médico. Los informes de los familiares del enfermo —en este caso los suministrados por el
padre de la paciente— suelen no procurar sino una imagen muy poco fiel del curso de la
enfermedad. Naturalmente, yo inicio luego el tratamiento, haciendo que el sujeto me relate
su historia y la de su enfermedad; pero lo que así consigo averiguar no llega tampoco a
proporcionarme orientación suficiente. Este primer relato puede compararse a un río no
navegable, cuyo curso es desviado unas veces por masas de rocas y dividido otras por
bancos de arena que le quitan profundidad. No puede menos de producirme asombro
SIGMUND FREUD
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encontrar en los autores médicos historiales clínicos minuciosamente precisos y coherentes
de casos de histeria. En realidad, los enfermos son incapaces de proporcionar sobre sí
mismos
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