Caso Dora
Enviado por morzapia • 19 de Mayo de 2013 • 2.362 Palabras (10 Páginas) • 630 Visitas
Fragmento de análisis de un caso de Histeria (1905), también conocido como el caso Dora, pertenece al volumen VII de las obras completas de Sigmund Freud. También puedes hallar este breve texto en el volumen Estudios sobre la histeria publicado por Alianza editorial. Es el primer relato de terapia que Freud publica. Es también la historia de un fracaso, pues Dora abandona el tratamiento a los tres meses de haber empezado y sin haber alcanzado la curación.
Con este caso Freud quiere aportar pruebas definitivas sobre el origen sexual de los síntomas histéricos y la utilidad de la interpretación de los sueños para acceder a los traumas inconscientes.
El círculo familiar de Dora, cuyo nombre real era Ida Bauer, estaba formado por su padre, Philip Bauer, un próspero industrial que había sido tratado por Freud de sus dolencias sifilíticas. Además, su madre, Katharina Gerber, a quien Freud diagnostica la “psicosis del ama de casa” que consiste en la obsesión neurótica por la limpieza, y un hermano mayor, Otto Bauer, del que Dora siempre tendrá muy buena opinión. Resulta interesante leer la descripción que hace Freud del trastorno del ama de casa:
… y así ofrecía el cuadro de lo que puede llamarse la «psicosis del ama de casa». Carente de comprensión para los intereses más vivaces de sus hijos, ocupaba todo el día en hacer limpiar y en mantener limpios la vivienda, los muebles y los utensilios, a extremos que casi imposibilitaban su uso y su goce. No se puede menos que incluir este estado, del cual bastante a menudo se encuentran indicios en las amas de casa normales, en la misma serie que las formas de lavado obsesivo y otras obsesiones de aseo; no obstante, tales mujeres, como sucedía en el caso de la madre de nuestra paciente, ignoran totalmente su propia enfermedad, no la reconocen y, por tanto, falta en ellas un rasgo esencial de la «neurosis obsesiva».
El padre pide a Freud que trate a su hija pues presenta los síntomas de una pequeña histeria: dificultades para respirar o disnea, tos nerviosa, afonía, migrañas, desazón, insociabilidad, tedio vital y amagos histriónicos de suicidio. El padre le informa que hace años que mantienen relaciones con el señor y la señora K. Aparentemente se trataba de una relación convencional entre familias burguesas: La señora K. había cuidado de Philip Bauer durante su enfermedad por lo cual le estaba muy agradecido, Dora cuidaba con cariño de los dos hijos del matrimonio K y el señor K. sentía un afecto muy grande por Dora. Sin embargo, en la residencia de verano de los K. ocurrió un suceso que desencadenó los síntomas de Dora: según ella, el señor K. había intenta abordarla sexualmente a lo que ella respondió con una bofetada y, a consecuencia de ello, pide a su padre que rompa toda relación con los K.
Una vez que comienza el tratamiento Dora relata otro episodio con el señor K. Cuando tenía catorce años este se había aprovechado de que estaban a solas para besarla en la boca lo que produjo en ella una reacción de asco. Así, Freud concluye que ya con catorce años era Dora una histérica pues…
Yo llamaría «histérica», sin vacilar, a toda persona, sea o no capaz de producir síntomas somáticos, en quien una ocasión de excitación sexual provoca predominante o exclusivamente sentimientos de displacer. Explicar el mecanismo de este trastorno de afecto sigue siendo una de las tareas más importantes, y al mismo tiempo una de las más difíciles, de la psicología de la neurosis.
Freud percibe que Dora es incapaz de aceptar la relación de la señora K. con su padre, un adulterio manifiesto. Dora cree, además, que ha sido ofrecida por su padre al señor K. de modo que él pueda continuar su relación con la señora K. En este momento de la terapia Freud observa que tras estos reproches aparentemente justificados se encuentran una serie de autorreproches no conscientes.
Los Bauer habían tenido una cuidadora de niños con la que Dora se llevaba muy bien hasta que descubrió que estaba enamorada de su padre. En ese momento sólo pudo verla como una rival y la hizo despedir. Siempre que el padre estaba en casa la cuidadora era amable con los niños pero no mientras el padre estaba ausente. Esto hizo pensar a Dora que ella se comportaba del mismo modo con los hijos del señor K. Aparentemente había cierta atracción además de asco.
Es habitual en la histeria el uso de la enfermedad para llamar la atención. Dora había heredado de la familia de su padre este desagradable trastorno. Atendiendo a las fechas en que padecía ataques de tos con afonía o dolores de estómago era evidente que coincidían con la presencia del señor K., lo cual significaba que utilizaba esos males para atraer su atención.
De todos modos, los trastornos psicosomáticos en el momento de la terapia con Freud y su carta de suicidio tenían por objeto llamar la atención no del señor K. sino de su padre. Freud está convencido de que si el padre le dijese que abandonaba a la señora K. por ella, Dora sanaría por completo. Pero si el padre no cedía Dora no habría de abandonar su enfermedad. El histérico, dice Freud, se acostumbra a la enfermedad, acaba necesitándola:
El que pretenda sanar al enfermo tropieza entonces, para su asombro, con una gran resistencia, que le enseña que el propósito del enfermo de abandonar la enfermedad no es tan cabal ni tan serio. (ver nota) Imagínese a un trabajador, por ejemplo a un albañil, que ha quedado inválido por un accidente y ahora se gana la vida mendigando en una esquina. Un taumaturgo se llega a él y le promete sanarle la pierna inválida y devolverle la marcha. No debe esperarse, yo creo, que se pinte en su rostro una particular alegría. Sin duda alguna, se sintió en extremo desdichado cuando sufrió la mutilación, advirtió que nunca más podría trabajar y moriría de hambre o se vería forzado a vivir de la limosna. Pero desde entonces, lo que antes lo dejó sin la posibilidad de ganarse el pan se ha trasformado en la fuente de su sustento: vive de su invalidez. Si se le quita esta, quizá se lo deje totalmente inerme; entretanto ha olvidado su oficio, ha perdido sus hábitos de trabajo y se ha acostumbrado a la holgazanería, quizá también a la bebida.
Para continuar avanzando en el inconsciente de Dora, Freud se vale de una de sus teorías más peculiares. Afirma que un síntoma corresponde siempre a la figuración de una fantasía sexual. Tomando esta hipótesis como punto de partida Freud intenta explicar las razones de la tos y la afonía de Dora. Dora sabe que su padre es impotente y sospecha, por tanto, que las relaciones con la señora K. incluyen sexo oral. La atracción inconsciente de Dora por su padre había generado el síntoma
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