Coeficiente Intelectual Y Emocional
Enviado por zarver • 29 de Octubre de 2012 • 5.265 Palabras (22 Páginas) • 862 Visitas
COEFICIENTE INTELECTUAL
¿Qué es el Coeficiente Intelectual?
El coeficiente intelectual o también conocido como IQ es la medida estandarizada que permite conocer las capacidades generales de una persona a razonar y adaptar de manera eficaz, todo tipo de situaciones, además de conocer su inteligencia
¿Qué pruebas existen para medir el CI?
Para medir el coeficiente intelectual con mayor precisión existen tres pruebas: Wipssi, para niños de tres hasta los seis años de edad; Wisc, para niños de los seis hasta los 18 años; y Wais; para jóvenes de los 18 y adultos.
¿En qué consisten las pruebas?
Las pruebas se desarrollan en dos escalas, una verbal y la otra de ejecución, en donde cada una de éstas se subdividen en cinco hasta siete según sea el caso. En las verbales se realizan pruebas de: comprensión de lenguaje, semejanzas, memoria, entre otras. Mientras que en las de ejecución: pruebas de razonamiento matemático, razonamiento lógico, capacidad de análisis y síntesis, entre otras.
¿Cómo se clasifica la puntuación?
Un puntaje que sea de 50 o menos es considerado como deficiencia mental.
Si es de 90 hasta los 100 como normal.
De 100 hasta los 110 como normal brillante.
De 120 o más como brillante.
¿Qué puntuación se utiliza?
A través de una tabla estandarizada la puntuación se normaliza, la cual se conoce como CI, que va desde los cero hasta los 200 puntos aproximadamente.
¿Cómo puedo conocer mi coeficiente intelectual?
Para acceder a la aplicación de un instrumento como éste es necesario acudir con un especialista en el área de la salud, como psicólogos, o psiquiatras. En primer lugar porque son las personas capacitadas para aplicar, calificar e interpretar los resultados y en segundo lugar para su venta es necesario la presentación de la cedula profesional.
¿Qué aplicaciones tiene?
Actualmente se aplica en diferentes lugares; siendo los más socorridos las empresas como medida de selección de personal y en las escuelas para determinar el CI para la ubicación de los futuros profesionistas.
¿Es posible mejorar el CI? ¿Cómo?
Claro, a través con la adecuada estimulación de las diferentes áreas de aprendizaje, ya sea como leer un libro para aumentar nuestro bagaje cultural, practicar ejercicios de memoria para estimular esta área. Actualmente existen aparatos de tecnología de punta como el neurofeedback o biofeedback que son un software en el que el sujeto realiza algunos ejercicios, que ayudan a que su nivel de CI se incremente.
Inteligencia emocional: la prioridad perdida
Cada vez es mayor el número de empresas cuya filosofía reconoce la importancia del desarrollo de las habilidades relacionadas con la inteligencia emocional. Según explicaba un directivo de Telia, la empresa sueca de telecomunicaciones: «ya no se trata de competir en tomo a un determinado producto sino que también debemos tener en cuenta el modo en que tratamos a las personas» y, por su parte. Linda Keaan, vicepresidente» de desarrollo ejecutivo de Citibank, me comentaba que «la inteligencia emocional se ha convertido en la premisa fundamental de cualquier programa de formación en gestión empresarial». En muchas ocasiones he escuchado frases semejantes a las siguientes: • El presidente de una empresa ligada a la industria aeroespacial que da trabajo a un centenar de personas me contó que Allied Signal, una de las principales compañías aéreas a las que provee de suministros, exigía que tanto él como sus empleados estuvieran adiestrados en el hoy en día omnipresente abordaje de los "círculos de calidad". «Querían que funcionáramos mejor como equipo, lo cual resulta, por cierto, muy loable —me decía— pero no tardamos en descubrir que era algo sumamente complicado porque ¿cómo puede usted formar un equipo si antes no ha constituido un grupo? Y el hecho es que, para poder crear este vínculo grupal, necesitábamos desarrollar previamente nuestra inteligencia emocional.» • «Hemos sido muy eficaces —me explicaba un directivo de Siemens AG— en aspectos tales como el aumento de la productividad gracias a la remodelación y agilización del proceso de fabricación. Pero, aun cuando hayamos cosechado un cierto éxito, nuestra curva de desarrollo sigue bajando. Necesitamos aprovechar mejor las capacidades de nuestro personal —maximizar nuestro potencial humano— para lograr invertir esta tendencia. Es por esto por lo que no cejamos en nuestro empeño de tratar de fomentar la inteligencia emocional de nuestra empresa.» • Y un antiguo jefe de proyectos de la Ford Motor Company relataba cómo utilizó los métodos de "formación empresarial" desarrollados en la Sloan School of Management del MIT [Massachusetts Institute of Technology] para rediseñar el Lincoln Continental. Según afirmaba este ejecutivo, el aprendizaje de la inteligencia emocional había sido para él una suerte de revelación: «éstas son precisamente las aptitudes que debemos fomentar si queremos consolidar una estructura de aprendizaje realmente eficaz». Una encuesta realizada en 1997 por la American Society for Training and Development sobre las prácticas más usuales de las principales empresas demostró que cuatro de las cinco empresas consultadas no sólo tratan de alentar el aprendizaje y el desarrollo de la inteligencia emocional entre sus empleados sino que también la tienen en cuenta a la hora de evaluar el rendimiento de éstos y en su política de contratación. Tal vez el lector se pregunte, a esta altura, por el sentido del presente libro. Y habría que contestar, a este respecto, que la mayor parte de los esfuerzos invertidos por casi todas las empresas que tratan de promover la inteligencia emocional no sólo han sido insuficientes sino que también han representado un coste muy elevado en términos de tiempo, energía y dinero. Por ejemplo, el estudio más sistemático realizado sobre la rentabilidad de la inversión realizada en el aprendizaje del liderazgo demostró (como veremos en la cuarta parte) que un conocido seminario de una semana de duración para ejecutivos de alto nivel tenía en realidad un efecto levemente negativo en el posterior desempeño laboral de los participantes. El mundo empresarial está comenzando a despertar a la evidencia de que hasta los programas de formación más caros pueden funcionar mal, como ocurre con más frecuencia de la deseada. Y esta insuficiencia resulta patente en un momento en que la inteligencia emocional, tanto a nivel individual como colectivo, se revela como el ingrediente fundamental de la competitividad.
Por qué este tema resulta hoy en día tan importante
El
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