Coeficiente Intelectual Coeficiente Emocional
Enviado por jakaski • 2 de Marzo de 2013 • 2.355 Palabras (10 Páginas) • 766 Visitas
OEFICIENTE EMOCIONAL FRENTE A COEFICIENTE
INTELECTUAL
Daniel Goleman, psiquiatra y autor del libro Inteligencia emocional asegura que estamos asistiendo, en este final de siglo, a la revancha de los sentimientos sobre la inteligencia. El pensamiento frío y calculador impuesto en los años ochenta, durante la era del yuppismo, está siendo desbancado por la inteligencia emocional, que engloba cualidades tan intangibles como la conciencia de uno mismo, la capacidad de poder comunicarse con los demás, la receptividad a los sentimientos ajenos o la autoestima.
Fruto de este nuevo enfoque es la justa valoración que se le empieza a dar a la intuición, como forma de conocimiento no formada en la razón, pero igualmente válida. Valoración bastante alejada de la expresada por Darwin, hace tan solo un siglo y medio y relacionada con la mujer: "Se admite que en la mujer los poderes de la intuición, la percepción y quizás la imitación son más señalados que en el hombre, pero algunas de estas facultades, al menos, son características de razas inferiores y, por consiguiente, de un estado de civilización menos desarrollado". Por aquel entonces abundaban las teorías que mostraban a las mujeres esclavizadas a sus sentimientos o histéricas -recordemos a Freud- y, por tanto, con menor capacidad para el raciocinio y la ciencia que sus colegas varones.
Sin embargo hoy se ha demostrado que la intuición, el sexto sentido y lo emocional, cualidades todas ellas acompañadas con el adjetivo femenino, no son sólo necesarias para asegurar la supervivencia de la especie, sino que también son muy recomendables para efectuar algo tan genuinamente masculino como una inversión en bolsa.
La inteligencia emocional, que postula
que el coeficiente intelectual por sí solo es un factor
que no garantiza el éxito en la vida
Muchas veces sorprende enterarse que personas que parecían destinadas a convertirse en exitosos profesionales y que tendrían matrimonios felices, con el tiempo fracasaron paulatinamente en sus trabajos o en sus relaciones de pareja, y terminaron desempeñándose en labores mediocres y con sus vidas arruinadas.
Otros, en cambio, que nunca destacaron en el colegio, llegaron a ser personas felices, plenas y realizadas.
¿Por qué algunas personas parecen dotadas de un don especial que les permite vivir bien, aunque no sobresalgan por su inteligencia?
¿Por qué unos son más capaces que otros para enfrentar los contratiempos, superar obstáculos y ver las dificultades bajo una óptica distinta?
Un nuevo concepto de la sicología está tratando de dar respuestas a estas interrogantes. Al parecer, para tener éxito en la difícil vida moderna, tanto o quizás más importante que las habilidades intelectuales son las capacidades para expresar y manejar sentimientos y emociones: la inteligencia emocional.
Daniel Goleman, doctor en Filosofía y redactor científico del The New York Times, resumió muchas de las teorías y propuestas al respecto en su libro Emotional Intelligence (La Inteligencia Emocional), superventas en Estados Unidos. A principios de octubre saldrá a la venta en Chile la edición en español. En el texto
se afirma que tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, manejar las presiones y frustracioneslaborales y acentuar el trabajo en equipo, son habilidades simples pero cruciales para desenvolverse con propiedad en la sociedad actual.
Estas habilidades parten desde los primeros años de la infancia.
Goleman cita un estudio realizado por el sicólogo Walter Mischel en la década del sesenta. El investigador invitaba a niños, uno a uno, a una sala de juegos y les ofrecía un bombón. Pero si esperaban a que Mischel regresara luego de un momento, podrían recibir no uno sino dos bombones.
Con este desafío ponía a prueba a los niños para evaluar su autocontrol, es decir, si eran capaces de postergar la gratificación inmediata para así lograr beneficios mayores en el futuro. En efecto, algunos niños agarraban el obsequio al minuto que Mischel salía de la habitación, pero otros esperaban. A estos últimos, cuando
regresaba, Mischel les daba sus dos bombones duramente ganados.
Entonces, el investigador esperó que crecieran.
Cuando estos mismos niños llegaron a la enseñanza media, sucedió algo revelador. Aquellos niños que supieron esperar eran adolescentes más adaptados, populares, seguros y responsables.
Los que cedieron rápidamente a la tentación eran más solitarios, obstinados, con mayor facilidad para frustrarse y temerosos de los desafíos. Este experimento demuestra cómo la capacidad para controlar la impulsividad rinde beneficios en la vida.
El sicólogo Howard Gardner señala que en el mundo cotidiano ninguna otra inteligencia es más importante que la intrapersonal, la del autoconocimiento. Si uno no la tiene, elegirá inadecuadamente con quién casarse o qué trabajo aceptar. Por eso, uno de los secretos a voces de la sicología es la relativa incapacidad de las notas, el coeficiente intelectual (CI) o las pruebas de aptitud académica para predecir de manera infalible si alguien tendrá éxito en la vida. En el mejor de los casos, apunta Goleman, el CI contribuye con sólo un 20 % a los factores que determinan el éxito en la vida. En el 80 % restante, caben elementos tan alejados del CI como la clase social e, incluso, la suerte. Pero, sobre todo, juegan un papel relevante las habilidades emocionales, tales como:
Conocer las propias emociones: La conciencia de uno mismo -el reconocer un sentimiento mientras ocurre- es la clave de la inteligencia emocional para ser nuestro propio guía en la vida. La incapacidad de advertir nuestras auténticas emociones nos deja a merced de las mismas.
Manejar las emociones: Quienes carecen de esta destreza luchan constantemente contra sentimientos de aflicción, mientras que quienes la tienen desarrollada se recuperan más rápidamente de reveses y trastornos de la vida. El objetivo de esto es el equilibrio, no la supresión emocional: cada sentimiento tiene su valor y su
significado. Cuando las emociones son demasiado apagadas crean aburrimiento y distancia.
Pero lo que se requiere es la emoción adecuada, el sentir de manera proporcionada a las circunstancias, ya que cuando están fuera de control y son persistentes, las emociones se vuelven patológicas, como en la depresión inmovilizante, la ansiedad abrumadora, la furia ardiente y la agitación maníaca.
La automotivación: Ordenar las emociones al servicio de un objetivo es esencial para prestar atención a la automotivación y la creatividad.
Manejar las relaciones: El arte de las relaciones es, en gran medida, la habilidad de manejar emociones en los demás.
Reconocer
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