Coeficiente Intelectual Y Coeficiente Emocional
Enviado por lboteo • 20 de Febrero de 2014 • 2.666 Palabras (11 Páginas) • 235 Visitas
INTRODUCCION
El cociente intelectual, más comúnmente conocido como coeficiente intelectual o coeficiente de inteligencia, es conocido por ser el número que arroja como resultado la realización de un test estandarizado que es el que sirve para medir las habilidades cognitivas que posee una persona, es decir, la inteligencia en relación con su grupo de edad. Coeficiente intelectual, Es una forma de interactuar con el mundo, que tiene en cuenta las emociones, los sentimientos y algunas habilidades como la autoconciencia, la motivación, el control de sus impulsos, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, y otras más, indispensables para una buena y creativa adaptación e interacción social.
Es una destreza que nos permite conocer y manejar nuestros propios sentimientos, interpretar y enfrentar los sentimientos de los demás, sentirse satisfechos y ser eficaces en la vida a la vez que crear hábitos mentales que favorezcan nuestra propia productividad.
COEFICIENTE INTELECTUAL
El cociente intelectual, más comúnmente conocido como coeficiente intelectual o coeficiente de inteligencia, es conocido por ser el número que arroja como resultado la realización de un test estandarizado que es el que sirve para medir las habilidades cognitivas que posee una persona, es decir, la inteligencia en relación con su grupo de edad.
Este tipo de resultados se expresa de forma normalizada para que el Coeficiente Intelectual medio dentro de un grupo de edad sea 100, esto quiere decir que si una persona supera esos 100, está por encima de la media entre las personas de su edad. Es muy común que “la desviación típica de los resultados sea de 15 o 16, y los test se diseñan de tal forma que la distribución de los resultados sea aproximadamente una distribución normal o gaussiana, es decir, que siguen la curva normal”.
Coeficiente intelectual, aunque aún se emplea habitualmente el término CI para referirse al resultado de un test de inteligencia, la puntuación de los test empleados hoy día, como el Wechsler Adult Intelligence Scale, se basa en la proyección del rango medido del sujeto en una campana de Gauss formada por la distribución de los valores posibles para su grupo de edad, con un valor central (inteligencia media) de 100 y una desviación estándar de 15. Los valores por encima de 100 están por encima de la media, los valores por debajo de 100 están por debajo de la media.
Distintos test pueden tener distintas desviaciones estándar. Se ha demostrado que los valores de CI están relacionados con factores como la probabilidad de sufrir ciertas enfermedades,
• el estatus social de los padres,
• y de forma sustancial, el Ci de los padres Aunque los mecanismos de herencia de la inteligencia han sido investigados durante casi un siglo, aún existe controversia al respecto de hasta qué punto la inteligencia es hereditaria, y los mecanismos de dicha herencia son aún tema de debate
• Las puntuaciones medias para muchas poblaciones han tendido a subir una media de tres puntos por década desde principios del siglo XX, con la mayoría del incremento acumulado en la mitad inferior de la curva de CI: este fenómeno se conoce como efecto Flynn. Existe controversia sobre si este incremento estable se produce por un aumento real de las habilidades intelectuales en dichas poblaciones, o si se debe más bien a problemas metodológicos con los tests pasados o presentes.
Las puntuaciones de CI se usan en muchos contextos distintos: como predicativos de rendimiento escolar, indicadores de necesidades especiales educativas, predicativos de rendimiento laboral, o por parte de sociólogos que estudian la distribución de CI en poblaciones y las relaciones entre el CI y otras variables.
Se denomina superdotados a aquéllos que se encuentran por encima del 98% de la población; es decir, que su resultado se encuentra en la parte derecha más extrema de la curva de resultados.
Hay una evidencia reciente que demuestra que la tendencia al alza de las puntuaciones en tests de inteligencia ha remitido en algunos países del primer mundo. En 2004, Jon Martin Sundet (de la Universidad de Oslo) y algunos colaboradores publicaron un artículo documentando puntuaciones en tests de inteligencia administrados a reclutas noruegos entre la década de 1950 y 2002, mostrando que el incremento en las puntuaciones en tests de inteligencia general se detuvo después de mediados de la década de 1990, y que incluso disminuyó en subtests de razonamiento numérico.
Thomas W. Teasdale (de la Universidad de Copenhage) y David R. Owen (del Brooklyn College de la ciudad de Nueva York), descubrieron resultados similares en Dinamarca, donde los resultados de los tests de inteligencia mostraron que no hubo aumento durante la década de los noventa.
También hay indicaciones provenientes del Reino Unido de que las puntuaciones en los test de inteligencia no están siempre subiendo. Michael Shayer (un psicólogo del King's College de la Universidad de Londres) y dos colaboradores informaron de que el rendimiento en los tests de razonamiento en Física que se administraron a adolescentes británicos de las escuelas secundarias disminuyó considerablemente entre 1976 y 2003.
COEFICIENTE EMOCIONAL
La expresión " Inteligencia Emocional " fue acuñada en 1990 por el psicólogo Peter Salovey, de Yale, y por John Mayer, de la Universidad de Yale de New Hampshire, para describir cualidades como la comprensión de los propios sentimientos, la comprensión de los sentimientos de otras personas y "el control de la emoción de forma que intensifique la vida".
Aunque la psicología conoce desde siempre la influencia decisiva de las emociones en el desarrollo y en la eficacia del intelecto, el concepto concreto de la inteligencia emocional, en contraposición al de coeficiente intelectual, fue planteado hace unos años por el psicólogo Peter Salovey. Y si bien no existen test para medirla con exactitud, varias pruebas o cuestionarios que valoran este aspecto pueden ser muy útiles para predecir el desarrollo futuro de una persona.
Hace treinta años, un psicólogo de la Universidad de Stanford realizó un experimento con niños de cuatro años, le mostraba a cada uno una golosina y le decía que podía comerla, pero que si esperaba a que volviera le traería dos; luego lo dejaba solito con el caramelo y su decisión algunos chicos no aguantaban y se comían la golosina; otros, elegían esperar
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