Conferencia 23, Sigmund Freud
Enviado por nidyaag • 5 de Febrero de 2014 • 963 Palabras (4 Páginas) • 648 Visitas
Los síntomas constituyen la esencia de la enfermedad; para ellos, la curación equivale a la supresión de los síntomas. Entonces, desentrañar los síntomas equivale a comprender la enfermedad.
Los síntomas son actos perjudiciales o inútiles para la vida en su conjunto; Si la formación de síntomas es extensa se puede tener como consecuencia un extraordinario empobrecimiento de la persona en cuanto a energía anímica disponible y, por tanto, su parálisis para todas las tareas importantes de la vida.
La libido es como atajada y tiene que intentar escapar
a algún lado; Tiene que sustraerse del yo. Le permiten tal escapatoria las fijaciones dejadas en la vía de su desarrollo, que ahora ella recorre en sentido regresivo, y de las cuales el yo, en su momento, se había protegido por medio de represiones.
El síntoma se engendra como un retoño del cumplimiento del deseo libidinoso inconsciente, desfigurado de manera múltiple; es una ambigüedad escogida ingeniosamente, provista de dos significados que se contradicen por completo entre sí.
La libido halla las fijaciones que le hacen falta para quebrantar las represiones en las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil, en los afanes parciales abandonados y en los objetos resignados de la niñez. El periodo infantil es importante porque en él se manifestaron por primera vez las orientaciones pulsionales que el niño traía consigo en su disposición innata; además de que en este periodo se le despertaron y activaron por vez primera otras pulsiones. Algunas vivencias de la infancia son capaces de dejar como secuela fijaciones de la libido.
La fijación libidinal del adulto se descompone en la disposición heredada y la predisposición adquirida en la primera infancia; la indagación analítica muestra que la libido de los neuróticos está ligada a sus vivencias sexuales infantiles.
Las neurosis de los niños son muy frecuentes, mucho más de lo que se supone, en la mayoría de los casos se presentan en la forma de una histeria de angustia.
La fijación que suponemos en determinados puntos de la vía del desarrollo sólo cobra valor si la hacemos consistir en la inmovilización de un determinado monto de energía libidinosa.
El síntoma repite de algún modo la modalidad de satisfacción de su temprana infancia, desfigurada por la censura que nace del conflicto, por regla general volcada a una sensación de sufrimiento y mezclada con elementos que provienen de la ocasión que llevó a contraer la enfermedad.
En la formación del síntoma han cooperado los mismos procesos inconcientes que contribuyen a la formación del sueño: la condensación y el desplazamiento. Un hecho sorprendente es que escenas infantiles no siempre son verdaderas; Si las vivencias infantiles que el análisis saca a la luz fueran reales en todos los casos, tendríamos la sensación de movernos en terreno seguro; las vivencias infantiles construidas en el análisis son en la mayoría de los casos, una mezcla de verdad y falsedad.
Las fantasías del enfermo poseen realidad psíquica,
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