De Que Hablamos Cuando Hablamos De Educacion
Enviado por nicolas2 • 1 de Julio de 2015 • 9.400 Palabras (38 Páginas) • 190 Visitas
De qué hablamos cuando hablamos de educación?
La educación: un fenómeno de toda la humanidad
Todos nos educamos; a todos nos enseñaron cosas, dentro de la escuela y fuera de ella. Hay educación cuando una
madre enseña a su hijo a hablar, cuando el maestro enseña a escribir y cuando un amigo indica qué ropa usar en una
determinada ocasión. Desde esta perspectiva, todos sabemos de educación, porque todos vivimos la educación.
Si se reuniera a un grupo de personas de diferentes edades y se les preguntara, rápidamente, qué entienden por
educación, es probable que asocien este concepto con los de escuela y enseñanza. En muchos casos, hablarían
también de buena y mala educación. En otros, podrían llegar a responder, también, que ella tiene que ver con el
desarrollo de las potencialidades humanas o de la personalidad.
Tal sería la variedad de las respuestas —y todas ellas verdaderas, por lo menos, en cierta medida— que se generaría
la sensación de que el concepto educación significa algo más abarcador que cada una de esas respuestas en
particular. En este primer capítulo, nos proponemos, entonces, presentar algunos aspectos básicos para comprender
el fenómeno educativo, y revisar algunas definiciones y cuestiones que se han escrito sobre el tema.
¿Por qué educamos? La necesidad social de la educación
Seguramente, alguna vez, a lo largo de nuestras vidas como estudiantes, en especial, frente a algún examen, nos
apareció este pensamiento: “Si tal filósofo, científico o artista no hubiera existido, yo no estaría estudiando esto”, o
frases como la siguiente: “Si Platón no hubiera nacido, yo estaría haciendo otra cosa”. Estos pensamientos nos
inquietan porque, a veces, nos es difícil entender por qué estudiamos algo determinado; a veces, realmente, parece
no tener ningún sentido. Pero todo eso que hacemos o estudiamos posee un origen, una genealogía: es el producto
de múltiples procesos, por lo general, desconocidos por nosotros. Si tal o cual filósofo, científico o artista no hubiera
existido, no estaríamos estudiando su obra. Esto es cierto; sin embargo, careceríamos de algunos descubrimientos o
ideas que hacen nuestra vida más confortable o interesante. Y además, probablemente, estaríamos estudiando otra
cosa o educándonos de otra manera.
La educación es un fenómeno necesario e inherente a toda sociedad humana para la supervivencia de todo orden
social. Sin educación, cada individuo, cada familia o cada grupo social tendría que reconstruir por sí solo el
patrimonio de toda la humanidad: volver a descubrir el fuego, inventar signos para la escritura, reconstruirla fórmula
para elaborar el papel, reconquistar los saberes para edificar una casa o para curar ciertas enfermedades. Hacer esto,
en lo que dura una sola vida, es materialmente imposible.
Si bien, por razones éticas, no se realizan experimentos sobre los efectos dela carencia de educación en un individuo,
a lo largo de la historia, entre los siglos XIV y XIX, se conocieron más de cincuenta casos de niños que vivían
completa-mente aislados de la sociedad, niños abandonados en selvas que lograron sobre-vivir a las inclemencias de
la naturaleza, llamados niños lobos. A partir de ellos, fue posible observar algunas consecuencias de la falta de
educación.
Por ejemplo, en 1799, en los bosques del sur de Francia, a orillas del río Aude, se encontró a un niño de 11 ó 12 años
completamente desnudo, que buscaba raíces para alimentarse. Tres cazadores lo atraparon en el momento en que
se trepaba a un árbol para escapar de sus captores. Este niño fue llevado a un hogar, al cuidado de una viuda. Se
escapó, fue recapturado y conducido a París, a la Escuela Central del Departamento de l’Aveyron para ser estudiado;
por eso, se lo conoce como el salvaje de Aveyron.
Los primeros informes indicaban que este niño se encontraba en un estado muy inferior al de algunos de los
animales domésticos de la época. El médico francés, Jean Marc Gaspard Itard, realizó el siguiente diagnóstico:
Sus ojos sin fijeza, sin expresión, erraban vagamente de un objeto a otro sin detenerse nunca en
ninguno, tan poco instruidos por otra parte, y tan poco ejercitados en el tacto, que no distinguían un
objeto en relieve de un cuerpo dibujado; el órgano del oído, insensible a los ruidos más fuertes como
a la música más conmovedora; el de la voz, reducido a un estado completo de mudez y dejando
solamente escapar un sonido gutural y uniforme; el olfato, tan poco cultivado, que recibía con la
misma indiferencia el aroma de los perfumes y la exhalación fétida de los desechos que llenaban su
cama; por último, el órgano del tacto, restringido a las funciones mecánicas de la aprehensión de los
cuerpos (Merani, 1972: 94).
En un principio, quienes lo investigaban creyeron que este niño, abandonado en el bosque por sus padres, era
sordomudo y sufría de idiocia. Durante un tiempo, fue tratado como a un incurable. No obstante, Itard reconoció
que el problema de este niño era de educación, en la medida en que había sido privado, desde su infancia, de
cualquier contacto con los individuos de su especie. A partir de este nuevo diagnóstico, Itard comenzó a trabajar con
el niño y llegó a una serie de conclusiones. Aquí transcribimos dos de ellas:
• (...) el hombre es inferior a un gran número de animales en el puro estado de la naturaleza, estado de
nulidad y de barbarie que, sin fundamentos, se ha revestido con los colores más seductores; estado en el
cual el individuo, privado de las facultades características de su especie, arrastra miserablemente, sin
inteligencia, como sin afecciones, una vida precaria y reducida a las solas funciones de la animalidad.
• (...) esta superioridad moral, que se dice es natural del hombre, sólo es el resultado de la civilización que lo
eleva por encima de los demás animales con un gran y poderoso móvil. Este móvil es la sensibilidad
predominante de su especie (Merani, 1972: 139).
Las reflexiones de Itard muestran que el ser humano no posee una genética que lo diferencie del resto del mundo
animal. De hecho, el ser humano, alejado de la influencia de sus congéneres, vive muy cercanamente al mundo
animal. Los niños lobosno sabían hablar, apenas emitían algún sonido, pues el lenguaje, es decir, el reconocimiento
verbal de los objetos culturales, es una
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