Depresión Adulto Mayor
Enviado por karolman • 13 de Junio de 2013 • 7.432 Palabras (30 Páginas) • 825 Visitas
Depresión en el adulto mayor
1. Introducción
2. Justificación
3. Depresión en el adulto mayor
4. Formas clínicas de la depresión en el adulto mayor
5. Suicidio en el anciano
6. Diagnóstico
7. Escala de depresión geriátrica
8. Tratamiento
9. Conclusión
10. Bibliografía
Introducción
Actualmente, ocho de cada cien habitantes de nuestro país son adultos mayores (60 o más años de edad). Nuestro país está en una transición demográfica que inició en 1930 y se espera que concluya en el año 2050 y se compone de tres fases:
• La primera se entre 1930 y 1970, se distinguió por tasas de mortalidad y fecundidad elevadas. Esta fase se definió como de “despegue y rápido crecimiento” y dio origen a un rejuvenecimiento demográfico, que se expresó con un ensanchamiento en la base de la pirámide poblacional.
• La segunda entre 1970 y el año 2000. Con la caída de la fecundidad se inició un proceso de estrechamiento de la base de la pirámide poblacional y el desplazamiento de generaciones numerosas hacia edades centrales (resultado del alto crecimiento demográfico del pasado).
• La tercera se complementará en las décadas venideras y se caracterizará por una reducción de la mortalidad y la fecundidad, lo que generará un crecimiento poblacional cada vez más reducido con un perfil envejecido.
Cuando culmine la última fase la tasa de mortalidad descenderá entre 1990 y el 2010, de 5.21 a 4.57 defunciones por cada mil habitantes. A partir del 2015 al 2050 esta tasa se incrementará de 4.83 a 10.37 defunciones por cada 10 mil habitantes. La esperanza de vida total aumentará. En 1990 una persona vivió en promedio 71.20, para el año 2050 se pronosticó vivirá 81.29 años.
Por su parte, la tasa global de fecundidad descenderá, al pasar de 3.44 a 1.85 hijos nacidos vivos por mujer de 1990 y 2050, respectivamente.
Por grupos de edad, se observa que entre quienes tienen 60 y 69 años representan más de la mitad de los adultos mayores (56%); los de 70 a 79 años menos de la tercera parte (29.9%) y el resto lo conforman aquellos con 80 años y más (14.1%).
En relación a la violencia en el adulto mayor la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006 reporta que 36.9% de las mujeres de 60 años y más casadas o unidas han vivido al menos un incidente de violencia por parte de su cónyuge, durante su relación de pareja; y que 26.8% la ha padecido durante el último año. Asimismo, evidencia que 22.1% de estas mujeres presentan violencia emocional, 12.5% económica, 7.4% registró violencia física y 4.6%, sexual. También experimentan violencia familiar proveniente de otros miembros de la familia o personas que habitan en el hogar.
Tanto la transición demográfica como el aumento en la frecuencia de depresión y a su vez la sintomatología florida de esta patología desencadenan que el adulto mayor consulte en numerosas ocasiones al médico por cuadros clínicos que en gran medida pueden ser desencadenados por el mismo estado depresivo, y muchas veces también ser la causa de que el paciente no se encuentre bien controlado de sus patología de fondo por su mal apego al tratamiento, con este trabajo doy a conocer aspectos relevantes de la depresión en el adulto mayor, que como principal factor de riesgo puede tener origen en una disfunción familiar, crisis del ciclo vital o incluso como se menciona en la literatura por violencia intrafamiliar o cambio en los roles que por naturaleza le tocan.
Justificación
El proceso de envejecimiento es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales que se complican con la aparición de patologías que contribuyen en gran medida a la pérdida de capacidades. Ello representa, en muchos casos, una carga social y económica para quienes los rodean, sobre todo en unidades familiares donde se ha perdido la dimensión del rol tradicional del adulto mayor como consejero y poseedor de experiencia, la cual se ha ido transformando en una aportación asociada al cuidado de los niños y al quehacer doméstico, que en definitiva son contribuciones fundamentales para el desarrollo del hogar pero poco valorados.
En 1996, la Organización Mundial de la Salud daba la voz de alarma "los problemas mentales serán la plaga del siglo XXI", modificando los métodos que, hasta ahora, había utilizado para estimar la gravedad de una enfermedad. En este sentido, insisten los expertos, "el mayor problema de salud en el año 2020 en todo el mundo, países en vías de desarrollo incluidos, no serán las infecciones, las enfermedades cardiovasculares ni el cáncer. Lo que más hará sufrir a la humanidad serán las enfermedades mentales y la depresión estará a la cabeza". Al inicio de este siglo, la OMS emite un informe dedicado a la Salud Mental, centrado en la prevención de la patología psiquiátrica, destacando que la depresión, que actualmente es la quinta causa de discapacidad, será la segunda en el plazo de 20 años.
El adulto mayor no es, ni mucho menos, ajeno a esta realidad y los trastornos del humor son ya un problema de primera magnitud en la población mayor de 65 años. La depresión en el adulto mayor, con sus características especiales y su enorme polimorfismo clínico, mostrará su cruel rostro, cada vez con más presencia, en las consultas de Atención Primaria y Especializada. Será una compañera, gravosa y frecuente, de ingreso hospitalario y de institucionalización, cuando no, su principal causa. Y se mostrará como el paradigma de la atención geriátrica en cuanto a la importancia de la prevención, las diferencias en la etiopatogenia, la complejidad diagnóstica y terapéutica, y el alto riesgo asociado de incapacidad, con grave afectación de la calidad de vida desde el inicio.
La vejez puede ser la época de mayor fragilidad afectiva en el ser humano. A los cambios neurobiológicos que con frecuencia acompañan al envejecimiento cerebral, se suman numerosas e importantes pérdidas que van a afectar al individuo mayor, no sólo a sus emociones sino también a su condición física y a su situación social. El adulto mayor debe adaptarse progresivamente al cambio (pérdida) del rol laboral con la llegada de la jubilación, muchas veces acompañada de pérdidas económicas. Se impone, al tiempo, un cambio en el rol familiar pasando de padres y cabezas de familia al papel de abuelos, generalmente con menor participación autónoma en la dinámica familiar. Estas pérdidas incluyen, por supuesto, duelos frecuentes por amigos, seres queridos, en ocasiones muy dolorosos como la sobrevivencia a los hijos o la viudez y soledad de los más longevos. Todo ello obliga a una restructuración adaptativa
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