Determinantes De Comportamiento
Enviado por brunibello • 7 de Junio de 2013 • 1.180 Palabras (5 Páginas) • 369 Visitas
UNIDAD I DETERMINANTES DEL COMPORTAMIENTO
A CAPITULO UNO ¿RETORNO A LA MENTE Y AL CUERPO?
- LECCION UNO
Conciencia de Estado alterados:
Para poder definir, o tal vez, “comprender fenomenológicamente” la conciencia tenemos que recurrir a la descripción de todo un proceso. No podemos tomar la conciencia como un objeto concreto que se ofrece a los sentidos individualizado o claramente delimitado. Por el contrario, la conciencia es una constelación compleja de acciones y reacciones encadenadas y holísticas que en conjunto la conforman. Los elementos que estructuran dicho proceso, son en sí mismos altamente complejos y representan a su vez un proceso particular. Es por ello, que fenómenos como la percepción, el aprendizaje, la memoria, que pueden tomar parte en el proceso de la conciencia, serán tomados por aparte a lo largo de este primer capítulo.
Como venimos afirmando, la conciencia es un complejo de elementos encadenados. Esos elementos se pueden presentar de forma continua y en estricto orden o por el contrario, expresarse en forma discontinua, paralela, con rupturas, confusa o ambigua. Para nuestra exposición vamos a seguir un orden ideal, vale decir, bajo un criterio eminentemente teórico que no necesariamente se cumple universalmente.
Si tomamos la conciencia como el proceso mediante el cual percibimos, discernimos y respondemos, tendríamos que decir que no existe gran diferencia entre el ser humano y otros mamíferos e incluso con respecto a otras familias animales. Como nuestro objeto de estudio es el ser humano y su comportamiento, debemos recurrir a aquello que lo especifica dentro de la naturaleza que le rodea. Pronto vemos que esta tarea, lejos de ser
insuperable o de requerir una construcción altamente sofisticada, se vuelve asequible si observamos con detenimiento a los seres humanos de nuestro entorno y a nosotros mismos y, sobre todo, se hace accesible, si se les interroga bajo las preguntas adecuadas.
Podemos constatar de inmediato esa diferencia que particulariza al ser humano en este tema de la conciencia específicamente. Tal diferencia radica en la amplitud de variables que el ser humano puede considerar durante el proceso. No solo se trata de un campo más amplio de variables, sino que éstas, por sí mismas, pueden llegar a ser de mayor complicación si se las compara con el animal. Sabemos bien que el águila tiene un sentido ocular más desarrollado comparado con el del homo sapiens, el perro tal vez un olfato más aguzado y fino, o el zorro un oído de mayor alcance. Pero no es allí donde radica nuestra diferencia, no se trata de un factor cuantitativo, sino cualitativo; se trata del repertorio y el grado de respuestas posibles y susceptibles de ser emitidas frente a esas percepciones. Conocemos con propiedad las ricas reacciones de un animal en su dinámica instintiva o llamada por los etólogos “pauta motora fija -P.M.F.-, más aún, su respuesta puede llevar componentes nuevos e inesperados, pero lo cierto es que tal reacción obedece, fundamentalmente, al desencadenamiento instintivista y adaptativo.
Lo planteado en el párrafo anterior no desconoce conductas instintivas en las personas, sin embargo, el aprendizaje y nuestra capacidad de ajuste -que no de adaptación- permite elaborar, en gran medida, los comportamientos pertinentes a la situación estimuladora. La P.M.F. en las personas no es suficiente y además de imperfecta puede llegar a ser caótica como cuando en un terremoto las víctimas operan por impulso instintivo y no bajo mecanismos previamente aprendidos. El ser humano puede agregar a esa base general instintiva, entre otras acciones, una memoria, una fantasía, un imaginario cultural, una posibilidad política más elaborada, mediatizando efectivamente las conductas o respuestas de
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