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Documento De Jung


Enviado por   •  30 de Abril de 2012  •  3.351 Palabras (14 Páginas)  •  390 Visitas

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jung

Sincronicidad

A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los procesos psicológicos se

establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que

las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a

una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es

la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y

demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología

está relacionada con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara.

Es todavía común en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuesto también, en

algunos teóricos de la personalidad.

Con respecto a los autores que revisamos en este libro, los freudianos y los conductuales

tienden a ser mecanicistas, mientras que los neofreudianos, humanistas y existencialistas

tienden a la postura teleológica. Jung cree que ambos juegan algún papel, pero añade una

última alternativa ideológica llamada sincronicidad.

La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente

ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. Una vez, un paciente

me describía un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del

despacho pasó volando un escarabajo muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces,

las personas soñamos con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos

encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora en que lo

soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con

él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones

coincidencias o intentan demostrarnos lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones

eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general

a través del inconsciente colectivo.

Jung nunca se aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de

sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde

este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados

a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que

estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas.

El otro mundo es llamado maya, que significa ilusión y se considera un sueño de Dios o como

un baile de Dios; esto es, Dios lo ha creado, pero no es real en sí mismo. Nuestros Yo

individuales reciben el nombre de jivatman o almas individuales, siendo también algo parecido

a una ilusión. Todos nosotros somos extensiones del único y supremo Atman o Dios, el cual se

permite olvidarse un poco de su identidad para volverse aparentemente separado e

independiente volviéndose cada uno de nosotros. Pero de hecho, nunca estamos separados

del todo. Cuando morimos, nos despertamos siendo lo que realmente fuimos desde el

principio: Dios.

Cuando soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro inconsciente personal,

acercándonos cada vez más a nuestra esencia: el inconsciente colectivo. Es precisamente en

estos estados cuando somos más permeables a las “comunicaciones” de otros Yo. La

sincronicidad hace de la teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatible con los

fenómenos parapsicológicos, sino que incluso intenta explicarlos.

Introversión y extroversión

Jung desarrolló una tipología de la personalidad que se ha vuelto tan popular que mucha gente

cree que él no hizo nada más. Esta empieza con la diferencia entre introversión y

extroversión. Las personas introvertidas prefieren su mundo interno de pensamientos,

sentimientos, fantasías, sueños y demás, mientras que las extrovertidas prefieren el mundo

externo de las cosas, las actividades y las personas.

Estos términos se han confundido con vocablos como timidez y sociabilidad, debido en parte a

que los introvertidos suelen ser tímidos y los extrovertidos tienden a ser más sociables. Pero

Jung se refería más a cuán inclinados estamos (nuestro Yo) hacia la persona y la realidad

externa o hacia el inconsciente colectivo y sus arquetipos. En este sentido, el sujeto

introvertido es un poco más maduro que el extrovertido, aunque bien es cierto que nuestra

cultura valora más al extrovertido…y Jung ¡ya nos avisó de que todos nosotros tendemos a

valorar nuestro propio tipo por encima de cualquier otra cosa!.

En la actualidad, encontramos la dimensión de introversión-extroversión en varias teorías, de

las cuales destaca de forma notable la de Hans Eysenck, aunque esta dimensión se esconda

bajo los nombres alternativos de “sociabilidad” y “surgencia”.

Las funciones

Aún cuando seamos introvertidos o extrovertidos, está claro que necesitamos lidiar con el

mundo, tanto interno como externo. Y cada uno de nosotros posee su propia manera de

hacerlo, de manera más o menos cómoda y útil. Jung sugiere que existen cuatro maneras o

funciones de hacerlo:

La primera es la de las sensaciones, que como indica la propia palabra supone la acción de

obtener información a través de los significados de los sentidos. Una persona sensible es

aquella que dirige su atención a observar y escuchar, y por tanto, a conocer el mundo. Jung

consideraba a esta función como una de las irracionales, o lo que es lo mismo, que comprende

más a las percepciones que al juicio de la información.

La segunda es la del pensamiento. Pensar supone evaluar la información o las ideas de forma

racional y lógica. Jung llamó a esta función como racional, o la toma de decisiones en base a

juicios, en vez de una simple consideración de la información.

La tercera es la intuición. Este es un modelo de percepción que funciona fuera de los procesos

conscientes típicos. Es irracional o perceptiva como la sensación, pero surge de una bastante

más compleja integración de grandes cantidades de información, más que una simple visión o

escucha. Jung decía que era como “ver alrededor de las esquinas”.

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