EL NERVIOSISMO Y SUS EFECTOS
Enviado por patoca33 • 28 de Octubre de 2014 • 1.302 Palabras (6 Páginas) • 416 Visitas
EL NERVIOSISMO Y SUS EFECTOS
MAR10, Pp. 38-41
En nuestra vida cotidiana, ante determinadas circunstancias, experimentamos algo que de forma popular conocemos como "ponerse nervioso". Lo hacemos ante distintas situaciones: si tenemos que realizar un examen, antes de una entrevista de trabajo, cuando nos enfrentamos a una situación tensa o incómoda con otra persona, ante algo que esperamos con impaciencia como una noticia importante, al acercarse determinadas fechas, cuando vamos a reencontrarnos con alguien, etc.
Como vemos, son muchas las situaciones en las que nos podemos poner nerviosos y, cuando esto ocurre, experimentamos reacciones y sensaciones tanto físicas como psíquicas. Sentimos que se "nos acelera el corazón", que se nos "seca la boca" o que un sudor frío invade nuestro cuerpo. También podemos sentir a una especie de "hormigueo en el estómago", una sensación de "falta de aire", cierta debilidad muscular, temblores, etc. A nivel psicológico nos sentimos inseguros, inquietos, estamos más irritables, ansiosos, miedosos, etc.
¿Por qué nos ponemos nerviosos?
El nerviosismo es el término popular con el que nos referimos a las formas menores de angustia y ansiedad. Ponerse nervioso es en realidad una respuesta adaptativa de nuestro organismo, un mecanismo que nos permite mantener nuestro nivel de alerta ante situaciones que podrían resultar amenazantes. Si el cuerpo percibe los estímulos externos como un desafío o una amenaza, se producen unos cambios en nuestro organismo que resultan en una situación de estrés. Es natural que esto ocurra, aumenta nuestro nivel de alerta, nuestra tensión, nuestra capacidad de concentración y, por lo tanto, nuestra eficacia para responder correctamente ante cualquier situación. Por lo tanto, experimentar cierto nivel de nerviosismo ante determinadas situaciones no tiene porqué ser nada negativo. Podríamos decir que es algo natural y en parte necesario. Por otra parte, tampoco nos conviene relajarnos en exceso, ya que también eso puede restarnos eficacia en algún momento.
Las causas del nerviosismo se relacionan principalmente con situaciones concretas de la vida diaria que causan preocupación, miedo o impaciencia, como aquellas en que la persona a la que le suceden no se siente segura, o bien a conflictos personales, familiares o laborales que le sobrepasan, produciendo primero desasosiego (intranquilidad) luego excitación del sistema nervioso (nerviosismo) y si no se soluciona llegando a provocar estados de ansiedad (angustia).
Nerviosismo crónico
Cuando sistemáticamente nos ponemos nerviosos de forma puntual ante situaciones más bien concretas, el trastorno se cronifica, es decir, se alarga en el tiempo. Esto se puede llegar a generalizar, ocurriendo incluso ante hechos que no son amenazantes y en los que no existe estímulo alguno que justifique la aparición del nerviosismo, e incluso ante las situaciones más rutinarias. En este caso, el sistema nervioso está respondiendo exageradamente ante todos los estímulos y, en ocasiones extremas, puede prolongarse en el tiempo y dar lugar a estados de ansiedad más generalizados o incluso provocar crisis de ansiedad. En general, los nervios suelen jugarnos malas pasadas, dejándonos en blanco ante una prueba o examen, haciéndonos tartamudear si tenemos que hablar en público, no permitiéndonos concentrarnos en lo que estamos haciendo... Pueden interferir no sólo en nuestra eficacia ante diversas tareas sino también en nuestra salud, ya que pueden provocar problemas de insomnio, taquicardia, ansiedad, cansancio físico, etc.
Síntomas
Una persona que sufre nerviosismo puede manifestar síntomas asociados como temblor de manos, exceso de sudoración, tics nerviosos en los ojos, inseguridad y miedo. El lenguaje corporal cambia, la voz se eleva y se habla más rápido. Las personas nerviosas tienen la sensación de estar ajetreadas y siempre bajo presión, pierden la calma con facilidad.
El nerviosismo también puede ser un síntoma de una enfermedad, por ejemplo, el hipertiroidismo o la cirrosis hepática, o manifestarse en caso de hipoglucemia en la diabetes tipo I. La menopausia suele provocar un estado de agitación
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