El Metodo Psicoanalitico De Freud
Enviado por cali717 • 25 de Septiembre de 2012 • 2.351 Palabras (10 Páginas) • 1.242 Visitas
El método psicoanalítico de Freud (1904 (19031)
Nota introductoria
Este trabajo fue originalmente una contribución al libro de Lowenfeld acerca de los fenómenos obsesivos, considerado por Freud como el «manual canónico» sobre las neurosis
obsesivas, según afirma en su historial clínico del «Hombre de las Ratas» (1909¿), AE, 10, pág. 173, «. 2. Explica Lowenfeld que persuadió a Freud para que hiciera esta contribución a causa de las grandes modificaciones que había experimentado su técnica desde que fuera descrita por él en
Estudios sobre la histeria (1895¿). El prefacio de Lowenfeld data de «Noviembre de 1903», de modo que presumiblemente
Freud escribió el trabajo ese mismo año, antes de esa fecha. La descripción que aquí hace muestra que el único resto que aún quedaba de su método hipnótico primitivo era el requisito de que el paciente permaneciera acostado. En los aspectos externos, su técnica no cambió de aquí en más.
El libro de Lowenfeld fue reseñado por el propio Freud, como descubrió el profesor Saul Rosenzweig, de la Washington University, St. Louis; la reseña apareció en Journal für Psychologie and Neurologie, 3 (1904), págs. 190-1, (Freud, 1904/.)James Strachey
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El peculiar método psicoterapéutico que Freud aplica y define como psicoanálisis proviene del llamado procedimiento catártico acerca del cual informó en 1895, en los Estudios
sobre la histeria, escritos en colaboración con Josef Breuer. La terapia catártica fue un descubrimiento de este último, quien, unos diez años antes, había curado con su ayuda a una
enferma histérica, obteniendo al hacerlo una intelección sobre la patogénesis de sus síntomas. A raíz de una incitación personal de Breuer, Freud retomó después el procedimiento y lo puso a prueba en un número mayor de enfermos.
El procedimiento catártico tenía por condición que el paciente fuese susceptible de hipnosis y se basaba en la ampliación de la conciencia que sobreviene en ese estado. Su meta era eliminar los síntomas patológicos, y la alcanzaba haciendo retroceder al paciente hasta el estado psíquico en
que el síntoma se había presentado por primera vez. Entonces emergían en el enfermo hipnotizado recuerdos, pensamientos e impulsos hasta entonces ausentes de su conciencia.
Y tan pronto como, presa de intensas manifestaciones afectivas, comunicaba al médico estos procesos anímicos suyos, el síntoma quedaba superado y no retornaba más. En su trabajo en común, ambos autores elucidaron esta experiencia, susceptible de repetición regular, afirmando que el síntoma remplazaba a unos procesos psíquicos sofocados que nj llegaban hasta la conciencia; vale decir, figuraba una trasmudación («conversión») de esos procesos. Y explicaron la eficacia terapéutica de su procedimiento indicando que provocaba la descarga del afecto adherido a las acciones anímicas sofocadas, que hasta entonces se encontraba por así decir «estrangulado» («abreacción»). Pero en casi todos los casos ese esquema simple de la intervención terapéutica se complicó; en efecto, se vio que en la génesis del síntoma no participaba una impresión («traumática») única, sino casi siempre una serie de ellas, difícil de abarcar.
Por tanto, el carácter principal del método catártico, por oposición a todos los otros procedimientos de la psicoterapia, reside en que no trasfiere la eficacia terapéutica a una
prohibición impartida por el médico mediante sugestión.
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Espera, más bien, que los síntomas desaparezcan por sí mismos cuando la intervención médica, que se basa en ciertas premisas acerca del mecanismo psíquico, logra hacer que unos procesos anímicos pasen a un circuito [Verlauf] diferente del que desembocó en la formación de síntoma.
Las modificaciones que Freud introdujo en el procedimiento catártico de Breuer fueron al principio cambios en la técnica; ahora bien, estos brindaron nuevos resultados y, en lo sucesivo, obligaron a adoptar una concepción diversa acerca del trabajo terapéutico, si bien no contradictoria con la anterior.
El método catártico ya había renunciado a la sugestión; Freud emprendió el segundo paso: abandonar la hipnosis. He aquí el modo en que hoy trata a sus enfermos: sin ejercer sobre ellos ninguna influencia de otra índole, los invita a tenderse cómodamente de espaldas sobre un sofá, mientras él, sustraído a su vista, toma asiento en una silla situada detrás. Tampoco les pide que cierren los ojos,' y evita todo contacto y cualquier otro procedimiento que pudiera recordar a la hipnosis. Una sesión de esta clase trascurre como una conversación entre dos personas igualmente alertas, a una de las cuales se le ahorra todo esfuerzo muscular y toda impresión sensorial que pudiera distraerla y no dejarle concentrar su atención sobre su propia actividad anímica. Como es sabido, a pesar de la habilidad del médico, el ser o no hipnotizado depende del albedrío del paciente, y un gran número de personas neuróticas no pueden ser puestas en estado de hipnosis mediante ningún procedimiento. Por eso la renuncia a la hipnosis aseguró la aplicabilidad del procedimiento a un número írrestricto de enfermos. Por otro lado, se perdió la ampliación de la conciencia que había brindado al médico justamente aquel material psíquico de recuerdos y representaciones con cuya ayuda podía consumarse la trasposición de los síntomas y la liberación de los afectos. Y si no podía encontrarse ningún sustituto para esa falta,
hubiera sido imposible hablar de influencia terapéutica. Ahora bien, Freud halló en las ocurrencias de los enfermos un sustituto de esa índole, enteramente satisfactorio.
Son los pensamientos involuntarios, sentidos casi siempre como perturbadores y por eso apartados en circunstancias corrientes, que suelen cruzarse en la trama de una exposición
deliberada. Para apoderarse de esas ocurrencias, Freud exhorta a los enfermos a que se dejen ir en sus comunicaciones
' [En la descripción que hizo del procedimiento en La interpretación de los sueños (1900<Í), AE, 4, pág. 122, Freud aún recomendaba que el sujeto mantuviese cerrados los ojos.]
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«como harían en una conversación en que se hablase de bueyes perdidos». Antes de exhortarlos a que relaten en detalle su historial clínico, les recomienda participarle todo cuanto se les pase por la cabeza, aunque les parezca que no es importante, o que no viene al caso, o que es disparatado; por el contrario, les pide con particular énfasis que no excluyan de la comunicación pensamiento u ocurrencia algunos, por más que los avergüence o les resulte penoso hacerlo. Gracias a sus esfuerzos por recopilar este material que en todo otro caso
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