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El Múltiple Interés Del Psicoanálisis


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2013  •  4.686 Palabras (19 Páginas)  •  607 Visitas

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Llamamos interdisciplina al intento de trabajar sobre problemas complejos por su multideterminación, desde diferentes aportes en un intento de articulación que enriquezca su entendimiento. La diversificación y especialización se desarrolla crecientemente en todas las áreas del conocimiento, y la multiplicidad de lenguajes teóricos que desean preservar su especificidad y sus métodos recorta la problemática que se aborda.

Entre las dificultades del conocimiento que se plantean en las ciencias sociales, existe un primer problema. Se trata de la cuestión que se presenta en este tipo de ciencias, acerca de cuáles son los hechos sociales que como tales toma en cuenta un investigador para aplicar las estrategias y las prácticas del llamado método científico.

En la sociedad todo sucede como la resultante de la actividad deliberada de los hombres y de su interacción recíproca con determinados fines. Pero los seres humanos son seres conscientes y racionales siendo su actividad individual y colectiva, el resultado de la conjunción de todos estos aspectos.

Las concepciones del campo de lo humano pueden cumplimentar los requisitos de toda ciencia, los cuales son: delimitación de un objeto de estudio específico, una metodología adecuada de acceso al mismo, la posibilidad de establecer el tipo de causalidad, la capacidad de predicción de los fenómenos en estudio y el establecimiento de regularidades o leyes que lo rigen. Pero el observador es sujeto a su vez, de la construcción de ese conocimiento.

En su libro “El múltiple interés del psicoanálisis” Freud encuadra dos apartados diferentes: el interés psicológico y el interés del psicoanálisis para las ciencias no psicológicas.

En este contexto define al psicoanálisis como un procedimiento médico que a través de una técnica psicológica aspira a curar ciertas afecciones a la vez que permite obtener una visión sobre su origen y el mecanismo de su contracción. Freud es consciente de que muchos profesionales del campo de la psiquiatría y la neurología desestiman tanto sus premisas como sus resultados, pero si para él es legítimo incluirlo dentro de la esfera científica eso es porque “el psicoanálisis reclama el interés de otros (conocimientos), pues roza varios ámbitos del saber y establece inesperadas conexiones entre éstos y la patología de la vida anímica”.

Freud rescata para el campo psicoanalítico las operaciones fallidas, comentando que habitualmente son entendidas como distracciones, producto de la fatiga o factores como la escasa atención, pero estas circunstancias pueden estar igualmente ausentes ya que se tratan, dice Freud, de operaciones psíquicas de pleno derecho que poseen un sentido y una tendencia. Es decir que estas operaciones fallidas están al servicio de ciertos propósitos que no pueden expresarse de otro modo: “nuestra torpeza con harta frecuencia se convierte en el pretexto de nuestros secretos propósitos”.

Los sueños, por ejemplo, como los ataques histéricos, las acciones obsesivas, incluso lo que en su tiempo se denominaba la demencia precoz, son actos psíquicos provistos de sentidos que además señalan procesos novedosos como la condensación de representaciones, el desplazamiento de una representación hasta otra, la eficacia de la censura, la represión, la formación sustitutiva. Así el sueño pasa a ser el arquetipo normal de todas las formaciones psicopatológicas ya que estos procesos normales posibilitan aproximarse a los fenómenos patológicos.

La perspicacia de Freud no desestima aquellas disciplinas de las que se ha nutrido su trabajo, por eso enlaza el psicoanálisis a la filosofía que puede profundizar sobre los destinos vitales de una persona, a la biología que podría abordar la sexualidad como algo más independiente que la mera función al servicio de la reproducción, a la psicología evolutiva reparando en la tesis ontofilogenética, al conocimiento sobre los orígenes de las instituciones culturales para la historia de la cultura, al conocimiento de las fuerzas pulsionales que se juegan en la creación artística, a las bases afectivas del individuo para con lo social y los procesos pedagógicos y por supuesto a la filología. En cada una de ellas mostrará como el psicoanálisis permite iluminar diferentes aspectos de estos campos a la vez que se nutre de ellos.

Freud concibe, en este texto, al lenguaje como un modo de expresión más de la actividad anímica, al igual que el lenguaje gestual o la escritura por ejemplo, y compara el trabajo interpretativo psicoanalítico al de un traductor que permitiría comprender un modo de expresión que resulta ajeno al pensamiento habitual. El sueño es la plataforma desde la cual Freud podrá mostrar la existencia de este modo de expresión extraño a lo que estamos familiarizados: el lenguaje del sueño; y la lingüística da el apoyo para poder explicar el mecanismo de este lenguaje.

Ya Freud se había interesado en un lingüista de su época llamado Karl Abel que le permitió reconocer la coincidencia del trabajo del sueño con las lenguas más antiguas conocidas. Ciertas peculiaridades como la tendencia del trabajo del sueño a prescindir de la negación, la sustitución de opuestos figurados por un mismo elemento, la existencia de conceptos ambivalentes que reúnen significados contrapuestos o el recurso al símbolo, le llevaron a pensar que este lenguaje del sueño consistía en un sistema expresivo arcaico.

Las tesis de Abel explican que en un inicio existieron gran cantidad de palabras que designaban una cosa y lo contrario al mismo tiempo, por ejemplo se utilizaba un mismo vocablo para designar tanto la luz como para nombrar la oscuridad. Dentro del léxico egipcio, dice que también existieron palabras compuestas por vocablos contrapuestos, por ejemplo claroscuro, cuya finalidad no era crear un tercer concepto, sino designar el vínculo y la diferencia entre ambas que las creaba en igual medida.

Según Abel el nacimiento de los conceptos surge por medio de la comparación: si estuviese siempre claro, no distinguiríamos la oscuridad. El ulterior desarrollo de la lengua posibilitó a cada uno de las dos partes una existencia autónoma.

Por su parte Freud no deja de interesarse por el uso de los símbolos como recurso del sueño para traducir el contenido inconsciente “acaso provengan de las fases más antiguas del desarrollo del lenguaje y la formación de conceptos”[6], y encuentra en las investigaciones de Hans Sperber la identidad lingüística del símbolo y su disimulado significado sexual.

El texto de Sperber al que Freud hace referencia es sobre la influencia de los factores sexuales en la formación y evolución del lenguaje. Aquí es donde el lingüista sostiene que

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