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El concepto lacaniano de goce y sus particularidades en el universo femenino.


Enviado por   •  20 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  1.528 Palabras (7 Páginas)  •  225 Visitas

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El concepto lacaniano de goce y sus particularidades en el universo femenino.

Nota reflexiva a partir de la película Las horas

(Stephen Daldry 2002).

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Seminario Optativo: Cine y Psicoanálisis (2016)

(Módulo de Articulación de Saberes - Ciclo de Formación Integral)

Facultad de Psicología, UDELAR.

Profesor: Bruno Cancio.

Horario: martes 20:00 hs.

Pablo Sansone

C.I.: 4.520.709-3

“On la dit femme, on la diffame”

Jaques Lacan

La película Las Horas, basada en la novela homónima de Michael Cunningham, se articula desde una idea muy lacaniana: la mujer no es universalizable. No hay un único modo de ser mujer, ya que no está atravesada por la simplificación que supone la lógica fálica.

La película intenta acercarse -una a una- a tres mujeres, de épocas distintas, que intentan, de alguna manera, despojarse de los roles que la sociedad ha diseñado para ellas.

No hay palabras que den cuenta del ser femenino. No se puede nombrarla desde el significante. “La mujer no existe” (Lacan 1981). El goce femenino es inaccesible a los hombres e incluso a las propias mujeres, de manera que voy a intentar hilar la complejidad de estos conceptos, tomando a las tres mujeres de la película de a una, intentando llegar a un todo (sólo con fines teóricos) femenino, que sabemos surge de la excepción.

Virginia

El goce nunca puede ser absoluto, la estructura y el propio lenguaje lo limitan. El personaje de Virginia Woolf en la película aparece en una especie de refugio formado por palabras. Está escribiendo Mrs. Dalloway, la vida de una mujer de la alta burguesía victoriana, atravesada por el significante “fiesta”, que luego servirá como nexo conductor de toda la trama. La película nos muestra a una Virginia aislada en su limitado goce, unida a la vida por el delgado hilo de la escritura.

Si conocemos la biografía de la escritora sabemos que su vida estuvo signada, desde pequeña, por las pérdidas y las crisis. Sería más sencillo si pudiéramos, entonces, entender a Virginia desde cierta desregulación de las relaciones edípicas, pero no es posible. La mujer sí se encuentra en la función fálica pero “no-toda”. Del lado de la mujer no existe la excepción de la lógica edípica (la del padre de Tótem y Tabú, único poseedor de goce ilimitado y la posterior interdicción de sus hijos) y esto la separa de la lógica del conjunto, por lo que volvemos nuevamente a la imposibilidad de universalización de la mujer, no reducible, como en el varón, a la excepción fálica de la castración. Lacan no ve a la mujer con aquella incompletud que veía Freud, derivada de la castración. Nos dice: la mujer  “no está por fuera de la función fálica,  pero no está toda en ella”. (Lacan 1981).

Volvamos a la película. La sobrina de Virginia encuentra a un pájaro muerto. Este punto nos permitirá entender varias cuestiones. La sobrina le pregunta: “¿Es hembra?” a lo que Virginia responde: “Sí, las hembras son más grandes”, una expresión sobre la complejidad femenina. Luego la sobrina le consulta: “¿Qué pasa cuando morimos?” y Virginia responde: “Volvemos al lugar de donde venimos”. De alguna manera, “volver al lugar de donde venimos” (una idea, si queremos nietzscheana) tiene que ver con el goce, en el entendido de volver a un estadío previo al cuerpo y al lenguaje. Esto se resignificará con el propio suicidio del personaje. Néstor Braunstein nos trae el tema de las a-dicciones al goce y señala: “a-dicción pues el sujeto no dice sino que se retira del discurso y entrega su cuerpo al otro como sucede en el suicidio…” (Braunstein 2006). El suicidio de Virginia puede ser leído, entonces, como una forma de apagar el discurso que imposibilita el goce total.

Laura

La posición de Laura Brown, una ama de casa de clase media, embarazada de su segundo hijo, nos sirve para entender que el goce femenino está mucho más allá del falo.

La falta y su angustia, en la sociedad se llenaría con dinero, hijos, reconocimiento, etc. Todo esto tiene que ver con el falo. El goce femenino, de alguna manera, toca eso también, pero es esto y otra cosa más (lo fálico no es una lógica excluyente). “El goce de la mujer se basta perfectamente a sí mismo” (Lacan, 1981) y es por esto que el patriarcado lleva adelante una domesticación que intenta simplificar a la mujer, sacarle el componente enigmático y adiestrarla para volverla predecible. Esto afecta angustiosamente a Laura, que lucha entre mantener su vida y escapar de la lógica madre-esposa de la que es presa. “Me hubiese gustado querer esa vida” dice Laura en la película. En esta búsqueda Laura encuentra a Otra mujer. La experiencia homosexual que se da en el beso de Laura y su amiga tendrá que ver, en parte, con la búsqueda de empatía sobre las particularidades de su goce. Pero no llega a ninguna parte, no hay manera de acceder al goce del otro, de aprehenderlo. “Según Lacan, el acceso al saber se paga entonces con la falta de goce” (Žižek, 2003). Laura cae entonces presa de este uróboros imposible que la deja cada vez más sola con su particularidad femenina. A la vez, el beso, puede ser visto como una válvula de escape a la estructura falocéntrica social de la que ambas son presas. Besarla es besar a la impredecibilidad de lo femenino, besar el caos.

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