El divorcio
Enviado por • 21 de Abril de 2013 • 5.389 Palabras (22 Páginas) • 304 Visitas
INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas el divorcio es uno de los eventos de mayor impacto en la vida de una persona. Si bien en ocasiones resulta la solución a una crisis, es indispensable el buen manejo del mismo para no producir una situación más lacerante y dañina para los implicados.
Este estudio se posesiona desde la visión del padre, desde las consecuencias para este del proceso post-divorcio, respecto a sus derechos y la relación con sus hijos ya que la tradición ha acuñado una serie de costumbres, conductas y disposiciones ubicando al hombre en una posición desventajosa respecto a la mujer en relación con los hijos.
De esta forma son objetivos específicos de esta ponencia:
1. Caracterizar la padrectomía y su forma de expresión en los casos estudiados.
2. Redimensionar el síndrome del padre destruido y su forma de expresión.
3. Conocer las vivencias negativas del padre durante este proceso y sus correspondientes efectos emocionales y conductuales.
De manera más general,las caracterizaciones que nos propusimos poseen como objetivo común evaluar las implicaciones que tiene el mal manejo del proceso post-divorcio para el desempeño de una adecuada paternidad.
DESARROLLO
Desde los primeros instantes de toda relación interpersonal se desarrollan procesos de cambios constantes, cualitativos y cuantitativos, donde la simiente de los próximos se encuentra en el aquí y ahora. Así mismo, en la historia anterior de la pareja se pueden hallar, potencialmente, antecedentes que influyen de muy diversas maneras en el motivo, estilo, profundidad, responsabilidad, expectativas y calidad emocional de la relación.
Cuando dos personas se transforman en pareja conyugal traen al seno de la unión sus características personales y expectativas de relación. La pareja, junto a los hijos, emprende la gran aventura de conformar una familia, grupo peculiar para el cual quizás no están preparados y que exigirá de ellos el desempeño de nuevos roles. Esto demanda que esta valiosa experiencia se conduzca con la virtud de la responsabilidad.
Pero ¿qué sucede cuando sobrevienen los desacuerdos, las distancias, la ruptura?
A menudo nos encontramos en nuestra práctica clínica con seres humanos de todas las edades y ambos sexos con una vivencia de pérdida tan profunda como irrecuperable. Los hijos se sienten desorientados y confundidos, inmersos en un conflicto que no desearon, ni previeron. La paternidad y maternidad se debaten en un enfrentamiento consciente o inconsciente, dirigido inevitablemente al resquebrajamiento o anulación de los roles antes compartidos.
Nos referimos a la separación o divorcio, indistintamente, como la acción de la disolución de los vínculos emocionales de la pareja, tenga lugar o no la disolución legal.
Cuando en el desenlace de esta decisión no prima el propósito de rescatar lo positivo de la unión anterior (entiéndase: armonía, el mantenimiento de los roles paternos, etc.) y el proceso es guiado por la falta de responsabilidad hacia la descendencia, estamos ante el caso de un divorcio “mal manejado” que produce una relación dañina para todos los involucrados en dicho evento.
Resulta fácil encontrar en la literatura gran cantidad de estudios acerca de las consecuencias negativas que el divorcio trae para los niños (Hetherington y cols., 1979; Kelly y Wallerstein, 1976; Wallerstein, 1983). También han sido reconocidas las consecuencias para la figura femenina al asumir la maternidad sin el apoyo del padre (Fustenberg, 1982; Jacobson, 1983; Price-Bonham y cols. 1980).
Sin embargo los estudios sobre los efectos nocivos de este proceso en los padres son escasos o al menos insuficientemente estudiados. El pediatra Robert E. Fay (1989) ha descrito como “padrectomía” y “síndrome del padre destruido” a vivencias que afectan la paternidad, ambos conceptos que por su importancia, requieren de mayor precisión conceptual, desarrollo y profundización. Resulta una necesidad acercarse a la construcción de esta parte importante de la subjetividad masculina.
Aún hoy, en el umbral del próximo siglo, no son tratadas con la misma equidad las consecuencias que para el padre implica el proceso post-divorcio. Le corresponde al padre, en la gran mayoría de los casos, el abandono del hogar una vez ocurrido el divorcio. Esto implica, de forma obligada, un reajuste en el desempeño del rol paterno que pasa, al menos, por dos condiciones:
La no convivencia con el hijo.
La relación con el niño mediada por la madre en una relación a menudo no empática.
EL DIVORCIO
Es un periodo que trae consigo la disolución de los vínculos emocionales, los legales y sociales y que no sigue un cierto orden establecido, pues existen parejas que disuelven el vínculo jurídico rápidamente y no así el emocional, mientras en otras esto ocurre a la inversa. Lo cierto es que este suceso, llamado separación o divorcio, resulta, sin lugar a dudas, un proceso largo y complejo, al cual, no se le concede por parte de ambos miembros de la pareja la debida atención desde el punto de vista de la preparación que deben tener para emprenderlo sin dañarse ellos, los demás familiares y los hijos.
De manera general reconocemos dos grandes periodos en el proceso de divorcio que podemos enunciar como su preparación y evolución, que enmarcan lo ocurrido en la pareja antes y después del acto mismo del divorcio.
Periodo de preparación:
Es una etapa previa al proceso específico de divorcio que es denominada “construcción” y se refiere a la edificación de la pareja o familia, donde se sientan las bases de la futura perdurabilidad o ruptura, así como los matices con que transcurrirá la misma.
Scanzoni (1981) ha registrado diversos patrones de interacción conyugal que se diferencian por los distintos grados de implicación de ambos y que van desde una relación de subordinación y distribución de funciones bien definidas (que responden a un patrón tradicional), hasta una relación de igualdad poco frecuente.
Periodo de Evolución:
El periodo anterior observado como el principio del fin termina en una toma de conciencia (por uno o ambos cónyuges) de que el matrimonio no funciona y se lleva a cabo el proceso específico del divorcio, separación, ruptura o disolución del vínculo matrimonial. Aquellas parejas que han construido su mundo familiar en base a desigualdades nocivas, suelen vivir rupturas muy desgarradoras y fragmentadoras. El daño perdura en el tiempo y potencialmente afecta futuras relaciones soliéndose “usar” al hijo como un instrumento de agresión contra el otro, convirtiendo al niño en una de las víctimas de los acontecimientos (Pereira de Castro, 1997), pero no al único
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