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El elogio a la dificultad


Enviado por   •  7 de Marzo de 2012  •  Ensayo  •  1.188 Palabras (5 Páginas)  •  450 Visitas

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EL ELOGIO A LA DIFICULTAD

En el momento en que queremos encontrar la felicidad o cuando la estamos buscándola empieza nuestra imaginación a volar y a inventar lo que para nosotros sería la situación ideal para encontrarla, comenzamos a imaginar una vida color de rosa donde no hay hambre, ni pobreza, todo es bonito, no existe dolor, todo es felicidad, nadie sufre, todo lo que necesitamos lo encontramos, todos somos amigos, no tenemos enemigos, nuestra vida y futuro están garantizados, no se carece de nada se tiene todo, nos falta tiempo para disfrutar lo que sería un eterno paraíso.

Decimos entonces que el problema radica en que deseamos alcanzar y conquistar lo que nos proponemos y lo que no nos proponemos, lo malo no está en descubrir que nunca alcanzaremos esa situación ideal, sino en descubrir que eso no es más que un sueño.

En lugar de desear una situación que aunque sea difícil y compleja nos estimule a luchar, nos obligue a cambiar, nos exija cada día mas, nos haga esforzarnos para alcanzar el objetivo nos la pasamos soñando despiertos idealizando una situación que nunca vamos a alcanzar, una situación que solo se quedara en la imaginación, que aunque parezca una situación linda e ideal no podrá ser una realidad.

En esa situación que idealizamos contamos con todas las personas y las suponemos nuestras aliadas, suponemos que siempre van a estar con nosotros, porque pensamos que si no están con nosotros, entonces están contra nosotros y el que no esté completamente con nosotros esta contra nosotros, no existen los términos medios o están o no están con nosotros.

Lo mas atractivo de las situaciones consisten en que suprimen la indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros una identidad por la participación, separan un interior bueno y un interior malo, se distribuye un amor por lo propio y un odio por lo extraño y se produce la más grande simplificación de la vida. Una Facilidad, sin embargo, lo que el hombre teme por encima de todo no es la muerte y el sufrimiento, en los que tantas veces se refugia, sino la angustia que genera la necesidad de ponerse en cuestión, de combinar el entusiasmo y la crítica, el amor y el respeto.

No se quiere saber nada del respeto, reciprocidad, o vigencia de normas universales. Estos valores aparecen más bien como males menores propios, como signos de que se ha claudicado a las más caras esperanzas. Porque el respeto y las normas sólo adquieren vigencia allí donde el amor, el entusiasmo, la entrega total a la gran misión, ya no pueden aspirar a determinar las relaciones humanas. Y como el respeto es siempre el respeto a la diferencia, sólo puede afirmarse allí donde ya no se cree que la diferencia pueda disolverse en una comunidad exaltada, transparente y espontánea, o en una fusión amorosa.

No se puede respetar el pensamiento del otro, tomarlo seriamente en consideración, someterlo a sus consecuencias, ejercer sobre él una critica, válida también en principio para el pensamiento propio, cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra.

Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran perdida de la idealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado, estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una

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