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“El huracán Kleiniano”


Enviado por   •  30 de Junio de 2019  •  Resumen  •  1.392 Palabras (6 Páginas)  •  376 Visitas

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UNIVERSIDAD ABIERTA INTERAMERICANA

FACULTAD DE PSICOLOGÍA Y RELACIONES HUMANAS

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CLÍNICA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES

Profesora: Scagliola, Ricardo.

Turno mañana

“El huracán Kleiniano”

Integrantes: 

Bautista, Tomas; Gonzalez, Ethel Karen; & Planiscig Mariana.

Rosario, Abril 2019.

Emilio Rodrigué

Emilio Rodrigué fue un brillante psicoanalista y escritor argentino. Comenzó su formación psicoanalítica en Argentina, pero en la década del 50 viajó a Londres donde continuó su aprendizaje con Melanie Klein, Paula Heimann y Wilfred Bion.

El huracán Kleiniano

Melanie Klein fue la mejor de cuatro hermanaos de padres judíos. Nacida en 1882 creció en una familia poco convencional.

Melanie pasó su infancia, adolescencia y primera juventud en Viena. Cuando contrae matrimonio a los 21 años con Arthur Klein, la pareja se muda al interior de Hungría.

En 1912, Melanie experimenta la muerte del padre y después la muerte de su hermano Emmanuel. A partir de esa fecha la melancolía se instala en su vida; sufre ataques paralizantes de depresión con insomnio.

Melanie Klein descubre el psicoanálisis en 1914, a los 36 años, cuando leyó el trabajo de Freud “sobre el sueño”. A partir de este momento, Melanie comienza a devorar psicoanálisis.

Comienza una breve autobiografía en 1953, y continúa escribiéndola en forma intermitente hasta 1959, un año antes de su muerte.

Melanie recuerda que durante su análisis con Ferenczi, él le llamo la atención sobre su don para comprender a los niños y la estimuló a que se dedicase al psicoanálisis, particularmente al análisis de niños pequeños.

Se hizo tratar por Ferenczi después de la muerte de Libusa (madre). Melanie le reprocha a Ferenczi, lo que Ferenczi le reprocha a Freud: no haber analizado suficientemente el odio en la transferencia.

Su segundo analista fue Abraham. Comienza su análisis a principios de 1924 y termina en mayo del año siguiente, cuando se desencadena la enfermedad fatal de su analista.

Sus hijos, Melita y Hans, fueron criados en gran medida bajo la tutela de Libusa en los años de depresión profunda, casi invalidante de Melanie, que mas tarde se acusará de no haber ayudado más a sus hijos mayores. Con Eric, la historia es distinta. Freud ya había sido descubierto. El niño fue sometido a una severa marcación psicoanalítica a partir de los 3 años. Él y sus hermanos fueron pacientes de la madre.

Melanie Klein presentó el historial de Eric en 1919 y lo titulo “La novela familiar en status nacendi”.

Melanie tenía 38 años cuando se instaló en Berlín, en 1921. Lugar donde su genio floreció. Refinó su técnica, descubriendo en cada pequeño paciente una nueva veta de fantasías inconscientes. Así, con Rita, usando agua y fuego para sus fantasías vandálicas, repensó la cronología de la aparición del superyó. Erna, la llevo a desarrollar la noción de objeto interno. Con Trude, complejo su “caja de juguetes” (pequeños juguetes, no mecánicos, de diverso tamaño y forma; hombres y mujeres de plomo, animales, autos, trenes, aviones, casa, cercas, papel, lápiz, bolitas, plastilina, cordón, tijeras. Los niños podían llevar sus propios juguetes, pero no irse con los de la “Caja”).

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Un momento clave en la obra de Melanie Klein, fue su texto sobre los “símbolos”. En su trabajo, Melanie establecía que el “simbolismo está en la base de toda verdadera sublimación”, y con el texto del caso Dick, un niño autista de 4 años, plantea el problema de la inhibición de los símbolos. Para ella el juego es una actividad sublimatoria y sublimada. Llega a la conclusión de que, en ausencia de símbolos, todo el desarrollo del yo se detiene.

Dick, era un niño abstraído, parecía sordomudo y usaba inadecuadamente su escaso vocabulario. El niño entra en el cuarto de juegos de la Klein, sin dar ni una mínima señal de que advierte la presencia de ella. Ese aislamiento lleva a la analista a modificar su técnica. Melanie va montando una infraestructura de sentido para un posible lenguaje de trueque. Se presentan dos trenes al niño, diciéndole que el más grande es el “tren-papá” y el otro el “tren-Dick”. Dick toma el tren que lleva su nombre y lo pone detrás de la cortina; dice: “corte”. Ella le pasa las tijeras…

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